Reloj de arena
Francisco Aranda Castrillo: Como el barbero de los Beatles
Cuando descubrió su pasión fotográfica en El Jueves, Paco Aranda se hizo pareja de hecho de su cámara

Los chicos de Liverpool le escribieron una canción al barbero de Penny Lane , que se jactaba de tener fotografías de todas las cabezas que había tenido el placer de conocer. Era una especie de jíbaro con buenas intenciones y que reunía ... sus trofeos en un carrete de Kodak. En Los Remedios, Don Curro , convirtió su cabellería (de cabellos) en una especie de sancta sanctórum de la Silvio manía, atesorando en una de sus salas un auténtico museo con sus recuerdos, desde instrumentos a trajes, que volvía loca a la ragazza del elevatore. Don Manuel Melado , poeta, escritor, speaker y barbero, te cortaba el pelo mirándote cara a cara y contándote por escrito ‘Cómo me mató una soleá’ . Debo entender que desde que Rossini escribió ‘El barbero de Sevilla’ nuestros maestros peluqueros han sido gente que han sabido manejar la navaja, las tijeras y la singularidad de una profesión que, a veces, era el peluquín que tapaba el calvario de otra pasión escondida. En el antiguo patio de Baturones , en la Ronda de Capuchinos, hay una barbería con el cilindro en la puerta de estelas roja, azul y blanca que es el símbolo universal de la profesión. En un espacio de cinco por cuatro, con silla de barbero al moderno modo, con espejo en cinemascope a casi toda la pared, reina Paco Aranda para tomarte el pelo sobrante que cae a rebaba sobre el cuello de la camisa. Tiene la elegancia esmerada de que jamás te pone el espejito detrás y te pregunta si te gusta cómo te ha dejado la percha del medallero. Aranda acaba de publicar un libro. El libro de su pasión. Un libro de fotografías sobre El Jueves .
Pasión por la fotografía
Don Manuel Ruesga Bono , cámaras al cielo para hacerle un arco triunfal a uno de los fotógrafos más divinos de Sevilla, le ha puesto prólogo al libro, para ir dejando claro que Aranda está entre los escogidos. Otro fotógrafo relevante, Antonio Esquivias , me insiste en la excelencia de Aranda como barbero, fotógrafo y buscador de arqueología fotográfica en las mañanas del mercadillo de la calle Feria. En el Jueves, Aranda ha encontrado cámaras de fuelles, grandes angulares, teleobjetivos y fotografías antiguas. Pero sobre todo se encontró a sí mismo, cuando empezó a fotografiar a sus personajes, entre ellos uno de los que alimentó su fascinación por el paisanaje: Juan el Banderas , un chamarilero que se tocaba con sombreros multicolores, se cantiñeaba a compás de tabernas y rezaba llorando a la Macarena. Cuando descubrió su pasión fotográfica en el mercadillo, Aranda se hizo pareja de hecho de su cámara, se la echó al hombro como un partisano el fusil y dispara sin piedad a todo lo que se mueve.
Es común que los barberos te hablen del último acontecimiento recogido por el Marca o de las hechuras de la niña en flor que acaba de pasar por delante de la puerta, para que enmudezcan las tijeras y se escuche un resoplido de búfalo en celo que quiebra el silencio de la admiración. En los ochenta raro era el que no tenía, encriptado entre los periódicos habituales, los números más frutales y carnales del Lib o de Macho. Aranda, mientras te maquea el flequillo y el patillaje, no te habla ni de Messi ni de Benzemá . Tampoco de señoras habituadas al desnudo. Se demora en contarte lo último que ha fotografiado, la rarísima pieza de maquinaria fotográfica que ha encontrado camuflada entre picaportes, cerrojos y candados oxidados del Jueves y de que la foto que tienes en la mano está hecha con objetivo 50. La Barber shop se convirtió hace años en un museo de piezas por catalogar y en peña de picaditos de la fotografía que se han dado en llamar ‘Corpus Cámara’. ¿Saben por qué? Porque juran que la luz mañanera que ilumina el mes del Corpus local es única, exclusiva, oro molido de California para hacer fotos. Los peñistas se reúnen, hablan, eligen un tema para salir de caza y se dispersan por la ciudad para dar con el unicornio azul. Luego se vuelven a reunir y confrontan, debaten y ponderan las imágenes más precisas y preciosas. Vayan resumiendo el plan de actividades de la barbería de Aranda: museo de arqueología fotográfica, fototeca, peña de foteros y logia de incondicionales de la cámara. También ha montado exposiciones. Y charlas en la barbería.
Aranda es un irreductible . Y es de los fotógrafos que piensan que a la calle hay que salir con la parienta al hombro. Porque Sevilla, como la vida, te da sorpresas en cada esquina. La cámara siempre al hombro. Y la calidad está en el censor, no en los pixeles del móvil. A Antonio Esquivias le guarda ley. Un día le enseñó una foto de Joseph Koudelka , aquel que inmortalizo las imágenes de los tanques soviéticos en Praga. Koudelka y Esquivias son amigos. Y alguna foto del checo anda por la barbería de Paco Aranda que, sin duda, tiene más mérito para tener canción propia que la que los Beatles le dedicaron a la de Penny Lane…
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