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ENTREVISTA

González Green:«La verdad es un espejo roto en mil pedazos. No siempre hay buenos y malos»

Al escritor e histórico reportero de guerra sevillano le llama la atención lo mal que hablan de España los españoles. «Esto es incomprensible en muchísimos países», dice

El escritor, periodista y aeronauta Jesús González Green Maya Balanya

Jesús Alvarez

El periodista y escritor Jesús González Green (Sevilla, 1937) cubrió para TVE las guerras de Angola, Mozambique, Yemen, Libia, Irán, Afganistán, El Salvador, Nicaragua y Zaire, donde fue detenido y condenado a muerte en 1977. También colaboró con ABC, El País, Diario 16 y La Vanguardia.

Ingeniero técnico agrícola y licenciado en Periodismo, inició su actividad profesional como periodista en 1969. Comenzó colaborando en el programa de Manuel Martín Ferrand en 24 horas, pero pronto decideióviajar por el mundo y ser corresponsal de guerra. Algunos de sus reportajes para programas como Los reporteros, Dossier, Objetivo y En Portada se estudian en las facultades de Periodismo.

Es autor de «Historia del Caballo» , «España Negra», «Vida de un reportero», «Los habitantes de la Marisma», «Dentro del Viento», «El Golfo en Globo», «Con los vientos Alisios» y «Condenados reporteros. Memorias de un corresponsal en África».

Junto con Tomás Feliu Rius, fue la primera persona en cruzar el Atlántico en globo de este a oeste, en 1992 a bordo del globo Rozier Am-7 «Ciudad de Huelva». Su pasión aerostática le ha hecho batir dieciséis récords mundiales, entre ellos, el de mayor permanencia en un globo (140 horas) y el de mayor distancia recorrida (5.100 kilómetros).

Siempre le gustó viajar. ¿Entró a trabajar en la televisión para eso?

Sí. Primero estuve en un telediario, que era un rollo en esa época, porque había veinte filtros de censura y no se podía hablar de nada. Luego ya pude entrar en el programa «A toda plana», que era internacional y en el que pude viajar. Allí no había censura.

Admite que entró por «enchufe».

Es que antes se entraba así, por enchufe, en TVE , y luego pusieron las oposiciones y tal. A mí me dieron la oportunidad pero enchufe sólo servía si tú respondías a las expectativas.

¿Fue a la guerra voluntariamente o por casualidad?

Fui obligado por las circunstancias porque al salir fuera de España y tener que hacer noticias para televisión no había noticia más importante que las guerras. La historia del hombre es la guerra desde hace seis mil años, una guerra detrás de otra. A veces hay alguna temporada sin guerra y se llama paz pero no suele durar mucho.

¿La guerra engancha?

Se podría decir que sí, que esa sensación tan fuerte de vivir cada segundo con el corazón que se te sale por la boca engancha. Es cierto que estás en peligro pero nunca pensé en eso . Sólo lo piensas cuando sales.

¿La suerte, el azar, hicieron que usted saliera vivo de todas esas guerras en Angola, Mozambique, Yemen, Libia, Irán, Afganistán, El Salvador, Nicaragua y Zaire?

Para estar en este oficio lo que necesitas es suerte. Yo he llegado a creer que tenía un ángel de la guarda no sólo para sobrevivir, como usted dice, sino para estar en el lugar adecuado en el momento justo. Ahí es cuando consigues la exclusiva . Si acaba bien, se te olvida todo lo que has pasado. Y si acaba mal, tampoco te vas a enterar.

Lo detuvieron y lo condenaron a muerte en el Zaire en 1980. Declaró en una entrevista que después de eso «sabía lo que era morir y aceptarlo».

Dije eso porque estuve frente a un piquete de fusilamiento con otros cuatro compañeros. Sólo faltaba la bala, que dicen que no duele. Se aplazó en el último momento la ejecución . Nos confundieron con mercenarios cubanos partidarios de los rusos. Al final, nos liberaron.

¿Ha llorado alguna vez en alguno de esos países por alguna escena de horror que presenció?

Las emociones no puedes desahogarlas en este trabajo porque entonces no podrías hacerlo, pero recuerdo que lloré cuando nos detuvieron en Zaire . Estábamos en una celda sin ventanas esperando la ejecución. Teníamos mucho tiempo para pensar.

Dice en su libro «Reportero de Guerra» que «el primer cañonazo espanta, el primer muerto horroriza, el primer herido indigna, pero a medida que se han viendo barbaridades uno las va asimilando».

Siempre hay una indignación pero los reporteros de guerra tenemos que adaptarnos a todo para seguir filmando . Los médicos también tienen que acostumbrarse a perder pacientes en el quirófano. Yo creo que uno se va deformando con el tiempo. Cuando filmé un bombardeo en la Guerra de Sinaí, recuerdo que M iguel de la Cuadra Salcedo me dijo que vaya suerte que había tenido. Decir que tienes suerte porque te han caído cuarenta bombas encima no deja de ser paradójico, aunque salimos vivos y con el reportaje.

¿Esas imágenes del bombardeo, o de sus otros reportajes, sirvieron para algo? Da la impresión de que todas las guerras vuelven, de una manera o de otra.

La guerra del Vietnam no la perdió Estados Unidos. Fue la sociedad americana la que obligó a sus dirigentes a retiarse. Y lo hizo por esas imágenes del horror que se publicaron y que hicieron que las madres de los soldados norteamericanos vieran morir a sus hijos en directo sin ninguna razón.

Usted y sus compañeros iban a la guerra sin GPS y con un equipo que pesaba doce kilos. La vida de un reportero de guerra ha cambiado desde entonces.

Es que ahora casi no hay reporteros de guerra. Cualquiera que pase por la calle puede grabar un vídeo o hacer una foto y enviarla casi al instante a cualquier lugar del mundo. Tuve suerte de vivir la época dorada del reporterismo de guerra.

«A pesar de la tecnología y de que cualquiera puede hacer un vídeo o una foto, seguirán haciendo faltan periodistas que expliquen la verdad de lo que ocurre»

La crisis de los grandes periódicos y de los medios de comunicación ha reducido mucho el número de periodistas en las zonas de conflictos. Sin reporteros de guerra que denuncien lo que ocurre, los malos podrán ser más malos todavía.

La tecnología ha puesto al alcance de cualquiera mandar la imagen de un atentado o un bombardeo pero seguirán haciendo falta periodistas profesionales que certifiquen y expliquen la verdad de lo que ocurre.

Dijo un senador estadounidense en 1917 que «la primera víctima de una guerra es la verdad». Se refería a la I Guerra Mundial pero ninguna de las que le sucedieron pudo desmentir esa afirmación.

Me dijo un dirigente sufí en Afganistán que la verdad es un espejo roto en mil pedazos. Yo he estado mucho en Oriente Medio y allí todo el mundo quiere saber quiénes son los buenos y quiénes los malos, si son los palestinos o los judíos.

Aquí también.

Pues los dos tienen su verdad. A los palestinos les mataron a sus padres y les quitaron las casas y los naranjales . Pero a los judíos también los mataron y las pasaron canutas en Europa. A mí los judíos mayores me enseñaban los números que les tatuaron los nazis en los brazos y d ecían que eso ya no iba a pasarles más . Cada uno tiene su punto de vista. Los periodistas no deberíamos ponernos del lado de ninguno de los bandos en conflicto.

El reportero sudafricano Kevin Carter ganó el Pulitzer en 1994 con una foto que tomó en Sudán de un famélico niño sudanés acechado por un buitre. Este periodista se suicidó tras ser criticado por hacer esa foto y marcharse, aunque ese niño no murió hasta trece años después, ya adulto, a causa de unas fiebres. ¿Usted hubiera hecho lo mismo que Carter?

Él contó que hizo la foto y espantó al buitre. La obligación de un reportero es contar, no intervenir. Esa foto dio la vuelta al mundo y denunció una situación de guerra. Creo que cumplió su objetivo y que el periodista cumplió con su trabajo.

Otra foto con un niño de protagonista que removió conciencias en todo el mundo fue la del cadáver del pequeño Aylán en una playa turca en 2015. Dicen que Angela Merkel autorizó la entrada en Alemania de miles de refugiados sirios tras verla.

Nos llamamos muy cristianos pero luego resulta que los que llegan de fuera molestan muchísimo. Hay gente que cree que los inmigrantes vienen a Europa a divertirse y no es así . Nadie quiere dejar su tierra ni abandonar a su familia. Si lo hacen, es por extrema necesidad.

«En la guerra cada segundo que pasa es una vida»

¿Echó de menos la guerra cuando regresó a España?

Sí. Supongo que como los toreros cuando se retiran, que siempre quieren volver a torear y a enfrentarse a un toro. Ese peligro emociona y es vida. En la guerra cada segundo que pasa es una vida.

El periodismo que ahora triunfa en televisión es el de las murmuraciones, las difamaciones y los cotilleos. ¿Usted se imaginaba hace cuarenta años, cuando estaba en televisión cubriendo conflictos bélicos, que esto ocurriría?

A la gente siempre le ha gustado cotillear pero antes parecía una cosa de matronas y ahora esto se ha extendido a todo el mundo y hacen programas de televisión dedicados a eso. Me parece periodismo-basura. Y hasta la televisión pública tiene su programa de cotilleo.

«La envidia es la tristeza por el bien ajeno. Nuestros políticos van a lo suyo y no piensan en el bien general»

¿Se han tenido que perder muchos valores como el respeto o la educación para que este tipo de periodismo tenga tanta aceptación popular?

Sí. A nosotros nos enseñaron que no había que hablar mal de los demás, y menos si no estaba presente esta persona para defenderse. También me llama la atención lo mal que hablan de España los españoles. En Sudamérica u Oriente Medio sus ciudadanos defienden a su patria y hablan con orgullo de su país . Aquí pasa lo contrario: pusieron una bandera de España en la Plaza de Colón y pusieron verdes a los que lo hicieron. Esto es incomprensible en muchísimos países del mundo.

¿Será porque los españoles somos, en general, envidiosos, y eso ayuda poco a hacer patria?

Ya se está viendo en la política que no se ponen de acuerdo para sacar un Gobierno adelante porque cada partido sólo piensa en lo suyo y no en el bien general . La envidia es la tristeza por el bien ajeno.

El periodista aspira ahora a ser protagonista en lugar de testigo. Incluso el hombre del tiempo se planta en medio del mapa y hay que buscar el sol y las borrascas entre sus brazos.

Este fenómeno es muy curioso, aunque está muy relacionado con esta pérdida de valores. Recuerdo que en mis tiempos, cuando hacíamos una entrevista al Sha de Persia o a los jeques del petróleo, el cámara sólo te sacaba a ti la nuca y una oreja, mientras sacaba al entrevistado a toda plana hablando hacia la cámara. Ahora veo que programas de televisión que ponen al entrevistado de lado, o incluso de espaldas, y a veces el periodista no le deja ni hablar.

Los «quince minutos de fama» de Warhol.

No me explico el atractivo que tiene la gente por salir en televisión. A lo mejor sólo eres un imbécil que te crees un personaje por chupar unos segundos de cámara.

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