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ENTREVISTA A FERNANDO OSUNA

«Hay hijos ilegítimos de empresarios ricos que han mendigado por las calles»

Este letrado sevillano ha llevado los casos de filiación relacionados con el Cordobés, el marido de la «duquesa roja», Juan March o el ganadero Benítez Cubero

Fernando Osuna en su despacho de Sevilla JUAN FLORES

M. J. PEREIRA

Fernando Osuna (Écija, 1954) se ha convertido en un abogado mediático por los casos de filiación que ha llevado relacionados con personas relevantes, como el Cordobés; el marido de la «duquesa roja», Leoncio Martínez de Gregorio; Juan March o el ganadero Benítez Cubero . Tras acabar la carrera en Sevilla aprobó, como su padre, las oposiciones para ejercer como abogado jurídico-militar . Durante un tiempo compaginó por las mañanas el Ejército y por las tardes el bufete, hasta que en 2003 tenía ya tantos bufetes que pidió pasar a la reserva en el Ejército, donde es teniente coronel. Hoy tiene abiertos ocho despachos en Sevilla, Huelva, Villamartín, Ubrique, Córdoba y Cabra, en los que trabajan 19 letrados. Aunque se le conoce como el abogado de los «hijos ilegítimos», también lleva casos penales, como la demanda que presentaron contra una multinacional farmacéutica 500 mujeres por los efectos secundarios (depresión y Párkinson) que les produjo un medicamento que tomaron para sofocar los sofocos de la menopausia.

—Se le conoce ya como el abogado de los hijos ilegítimos. ¿Le molesta?

—No porque veo que hay gente muy débil y la parte contraria es muy poderosa. Al contrario, me honra defender a la gente débil con historias dramáticas, gente que lo ha pasado muy mal. En su mayoría se trata de casos de mujeres que quedaron embarazadas en los años 30 o 40, sus propias familias las echaron de casa porque lo consideraban una deshonra y fueron, despedidas de sus trabajos como empleadas domésticas y se quedaron en la calle con un barrrigón, sin un hombre que las respaldara... muchas de ellas entregaban a los niños en casas cunas, inclusas u hospicios. De hecho, tenemos un caso en León de un chico con 19 años que no conocía sus apellidos y finalmente se ha descubierto que era de un hijo de una doméstica y de un empresario fuerte.

—¿Qué le llevo al especializarse en este tipo de asuntos?

—Empecé porque un conocido vino a mi primer despacho en Écija porque le habían dicho que su padre era un empresario agrícola fuerte de la localidad que había muerto y quería saber si podía tener una herencia porque había mucho dinero de por medio. Al final pedimos la filiación y los hijos rápidamente incineraron al padre de mala fe para evitar la prueba de ADN. Nos costó la misma vida, pero al final el juez nos permitió hacer la prueba de ADN con el tío, que había muerto hace 14 años y la prueba dio el 99,9%. A raíz de ello mucha gente que estaba en una situación similar se puso en contacto con nosotros. Hay que darse cuenta que hasta los años 70, en España el adulterio era un delito, por lo que los hombres que tenían hijos fuera del matrimonio no podían reconocerlos porque se arriesgaban a ser denunciados, era como una especie de autoinculpación. Por otra parte, la facilidad para acceder a las pruebas de ADN es de hace 15 o 20 años.

—¿Se puede negar alguien a someterse a una prueba de ADN en un proceso de reconocimiento de paternidad?

—Sí. Casi siempre, los hijos legítimos se niegan al reconocimiento de hermanos biológicos porque tienen que repartir las herencias. A veces argumentan tonterías, como que no se someten a la prueba del ADN porque dar un bastoncillo con su saliva atenta contra su integridad física y moral.

—¿Cuántos casos de filiación lleva ahora?

—Unos 400, de los que 70 son de Andalucía y unos 25 o 30 en Sevilla.

—¿Tiene casos en el extranjero?

—Tenemos un caso en Malta, de un médico inglés que tuvo una hija en Valencia. Tenemos casos también en Uruguay, Buenos Aires, EE.UU. y Chile. En USA tenemos el caso de un pianista español muy conocido a nivel mundial que se fue de joven a vivir a Estados Unidos en los años 60, donde murió en los años 70, dejando hijos legítimos y un patrimonio importante ganado con la música. La presunta hija biológica vive en Valencia y tiene muy poco dinero.

—Imagino que cada caso daría para escribir una novela.

—Sí, hay historias preciosas. Una de ellas en Gerona, donde una mujer pobre pero muy guapa tuvo un hijo tras unas relaciones con un banquero catalán casado. Salió huyendo de España porque los iban a fusilar en Cataluña durante la Guerra Civil y cuando llegaron a Francia los nazis casi matan a la madre y al hijo. Al final, ese niño acabó en España y ya tiene su sentencia que le reconoce como hijo del banquero. Ahora está en el juicio para reclamar la herencia.

—¿Cuál es el caso que más le ha impactado?

—El caso de una niña de Málaga, no reconocida por un empresario turístico fuerte. La madre trabajaba en el servicio doméstico, del que fue despedida al quedar embaraza y su familia la echó a la calle. Empezó a subsistir con trabajos malos y mientras ella trabajaba la niña, con cinco o seis años, andaba sola por Málaga, mendigando, expuesta a montones de peligros, abandonada como un perro cuando no existían servicios sociales en los años 40. Esa niña hoy tiene más de 80 años y está enferma, ha reclamado la filiación. Ella sabía quién era su padre porque se lo dijo su madre. El juez ha admitido que se haga la prueba de ADN y se va a exhumar el padre porque los hermanos biológicos se oponen.

—¿Qué demandas de filiación que afectan a personas relevantes están a punto de salir a la luz pública?

—Hay un caso de un cantante, de un empresario andaluz y de un deportista. Estamos en fase de obtención de pruebas de ADN, que es lo difícil. Una vez que tenemos el ADN, la demanda es coser y cantar

—¿Se ha encontrado con algún caso en el que los hijos legítimos no se hayan opuesto desde el primer momento a reconocer a un hermano nacido fuera del matrimonio?

—Es raro, pero hace poco en Bilbao demandamos a unos hermanos biológicos y contestaron diciendo que se ofrecían a hacerse la prueba de ADN y el juez ha admitido que se practique. Es doloroso realizar la exhumación de un ser querido, por lo que intentamos hacer la prueba de ADN en vivos, pero si éstos se niegan, porque legalmente pueden, pues hay que exhumar, a lo que no se pueden negar si el juez lo autoriza.

—En el caso de la duquesa roja, su hija Pilar ha dicho que no tiene problema en hacerse la prueba de ADN para evitar la exhumación.

—Ahí estamos. El problema es que a veces el Instituto de Toxicología dice que para que sea muy exacta la prueba a veces no basta con hacer la prueba a los hermanos, sino que también hace falta hacerla al padre.

Fernando Osuna JUAN FLORES

—De los 400 casos de filiación que lleva, ¿qué porcentaje lo han promovido personas sin medios económicos?

—Yo diría que el 70% u 80%.

—¿Detrás de una demanda de filiación hay siempre la búsqueda de una herencia?

—Sí, aunque hay casos de personas que tienen patrimonio y sólo quieren los apellidos. De hecho, en Sevilla había una señor con dinero que procedía al parecer de una familia aristocrática y lo único que quería era los apellidos. Al final no salió porque era bisnieto y éstos no pueden reclamar condición de tales si no ha habido vida familiar, es decir, que el abuelo, bisabuelo o padre hubieran tenido algún contacto, como que le pagaran el colegio, se escribieran, fueran a verlos a escondidas o en público... El Código Civil establece que pueden demandar la filiación los hijos, mientras que los nietos y bisnietos pueden hacerlo si ha habido ese contacto, por muy pequeño que sea.

—El proceso de filiación es largo, duro y costoso. ¿De cuántos años estamos hablando?

—El caso del Cordobés fueron de 5 meses desde que se presentó la demanda hasta que salió la sentencia. La media es de un año y medio.

—¿Cuántos clientes terminan desistiendo por falta de dinero, tiempo o de ganas?

—Muchos ni siquiera lo intentan cuando saben cuando se enteran del dinero que necesitan para pagar al Instituto de Toxicología la prueba de ADN.

—¿Cuánto cuesta esa prueba?

—Si no lo paga la justicia gratuita, cuesta 1.000 ó 1.200 euros. La justicia gratuita no paga el detective, el abogado o el procurador. La exhumación no hay que pagarla porque los servicios municipales se ocupan pero algunos cementerios no lo hacen y hay que contratar un servicio externo privado.

—¿Cuáles son los honorarios que marca el Colegio de Abogados para un proceso de filiación?

—Entre 3.500 y 4.500 euros.

—¿Cuántos años pasan desde que se reconoce la filiación hasta que heredan?

—Para reclamar la herencia hay que iniciar un segundo juicio, más largo que el primero. Estamos hablando de cinco a siete años si llega al Tribunal Supremo o más si llegamos al Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo.

—¿Para evitar otro procedimiento judicial hay quienes aceptan algo menos de herencia de lo que les corresponde?

—Sí, y quienes tienen que renunciar a herencias importantes porque no pueden pagar el impuesto de sucesiones.

—El caso de filiación con una herencia más elevada que ha ganado sigue siendo el de Alberto Cortabarría, nieto del empresario vasco José Arana. ¿Ha cobrado finalmente la herencia?

—Sí. A los 86 años se le ha reconocido como nieto de este empresario, que murió soltero sin hijos legítimos y legó su herencia al Ayuntamiento de Eskoriatza. Los terrenos que donó en el centro de San Sebastián valían 13 millones de euros. Ahora presentará una demanda para que el Ayuntamiento le entregue la herencia. El problema es que el Ayuntamiento no tiene dinero y tendrá que pedir un crédito extraordinario al Gobierno central.

—¿Los jueces son más rigurosos con los casos de filiación de personajes famosos?

—A la hora de admitir la demanda de filiación de una persona importante quizá exijan indicios más solventes porque de lo contrario cualquier persona va al juzgado a pedir la filiación.

—¿Es legal coger una servilleta o un vaso de alguien para hacer una prueba de ADN?

—Sí, el Tribunal Supremo lo tiene establecido muy claramente. Las latas de refrescos, cervezas, vasos de yogures, los desechos, la bolsa de basura... se pueden coger porque es un bien que está abandonado, que no tiene propiedad.... Y además hay que tener en cuenta que el fin para el que se va a coger esa basura es noble.

—¿Se han llevado muchos chascos algunos de sus clientes con las pruebas de ADN?

—Más de un 80% de nuestros clientes que se han hecho las pruebas ha dado positivo. Tuvimos el caso de una mujer que decía ser hija de Juan March y finalmente no era. Hubo que exhumar el cadáver en un mausoleo de Palma de Mallorca. Aquello duro casi ocho horas y a la cliente le costó 8.000 euros levantar el mausoleo porque era una obra de arte.

—¿En alguna ocasión se ha llegado a un acuerdo de filiación con una simple llamada?

—Sí. En una ocasión una persona me llamó diciéndome que su madre le había dicho que su padre era un político extremeño casado. Llamé a la hija, abogada, para plantearle la situación. Al principio se negó pero cuarenta días después la hija me llamó para decirme que el padre iba a reconocer al hijo sin pruebas de ADN y quedamos en el Registro Civil para inscribirlo.

—¿Además del ADN, qué pruebas se usan para demostrar la filiación?

—En Navarra logramos que el hijo biológico se le reconociera gracias a un diario de su padre. Este había hecho cinco tomos con sus memorias y entregó a cada hijo una copia, incluido a su hijo biológico, al que veía de forma clandestina porque él era casado. Esas memorias se aportaron en el juicio.

—En el caso del presunto hijo que Julio Iglesias tuvo en Valencia, el cantante se negó a la prueba de ADN, primero aceptaron la filiación y después se anuló. ¿Qué pasó?

—No llevé ese caso pero parece ser que a Julia Iglesias no se le notificó personalmente si quería someterse a la prueba de ADN. Se le notificó al procurador y al abogado, pero a él no. El Tribunal Supremo dice que como es un tema muy delicado hay que notificarlo a la persona.

—Habrá algunos herederos que lleguen cuando ya se haya gastado, vendido o malogrado la herencia ¿no?

—Sí, pero pocos. En caso de que haya pasado, el Tribunal Supremo dice que hay que indemnizar al hijo biológico con el equivalente a lo que le corresponde. Cuando hay algunas operaciones o actos que pudieran ser fraudulentos para perjudicar a un hijo extramatrimonial o legítimo, los jueces los pueden declarar nulos. Estamos hablando de una venta simulada. Un padre tampoco puede hacer donaciones a hijos para perjudicar a otros si afecta a la legítima.

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