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¿Horario de invierno o de verano en España?

Esta noche hay que adelantar el reloj una hora y eso afecta a muchos hábitos cotidianos

Horario de invierno 2020: ¿Cuándo es el próximo cambio de hora?

Un grupo de turistas por las calles de Sevilla Raúl Doblado

Francisco Robles

Si la autonomía de los países que la integran no lo remedia, en 2021 se acabará el cambio horario de primavera y otoño en la Unión Europea. Ya se han puesto de acuerdo la Comisión y el Parlamento sobre este asunto que ha provocado un verdadero debate vivo en la UE . El adelanto de una hora en el equinoccio de primavera , y el retraso de la misma en otoño, han provocado una protesta mayor de lo que se podría haber esperado. Los portugueses son partidarios de seguir con el cambio horario, mientras los finlandeses prefieren que se quede como se decida durante todo el año. La UE ha lanzado el órdago, y dentro de dos años mal contados tendremos que decidir cuál es el horario que se quedará fijo en los relojes. ¿El de verano o el de invierno?

Para la psicóloga Sonia Esquinas, el horario que mejor le viene a España es el de invierno: «En España el horario que más nos interesa desde el punto de vista psicosocial es el de invierno , ya que coincide más con nuestra cronobiología». La psicóloga Esquinas se basa en cuestiones físicas y psicológicas para fundamentar esa elección del horario invernal, ya que «a través de la retina la luminosidad llega al cerebro y al hipotálamo, responsable de todos los relojes biológicos que determinan, entre otros muchos factores de nuestro funcionamiento, el ritmo circadiano que nos sintoniza con el día y con la noche».

Para rechazar el horario estival, esta especialista en el sueño infantil argumenta que la misma hormona que segrega la melatonina en condiciones de oscuridad, es la que segrega cortisol cuando percibe luminosidad: «Si escogiéramos el horario de verano, habría más diferencia entre nuestra biología y la luz del sol , por lo que se altera la producción de hormonas, entre ellas las responsables del estado de ánimo y la melatonina, responsable de la inducción al sueño. De ahí que las adaptaciones a los horarios de verano nos cuentan más trabajo que las adaptaciones a los horarios de invierno». No hay que olvidar que en esta caso las costumbres son fundamentales para decidir el horario más adecuado a nuestra forma de vida: « El horario de verano retrasa demasiado nuestro hábitos porque hay luz hasta muy tarde y nos acorta nuestras horas de sueño, con todo lo que ello conlleva».

Este ajuste no es un asunto baladí, ni una cuestión de capricho. Nuestra salud está en juego, porque se trata de un asunto que va más allá de los horarios de los bares, del momento en que anochece sobre las terrazas donde pasamos la tarde o de la luz que sirve de marco para las cofradías de Semana Santa cuando la fiesta discurre en el horario de verano o el de invierno. La cuestión es más seria: «Un ejemplo muy claro de lo importante que es ajustarse a nuestra cronobiología son los trabajadores con turnos nocturnos. Estas personas están más propensas a padecer determinadas patologías como las metabólicas, cardiovasculares… entre otras. Para mí, un horario de invierno nos haría fluir de manera más ordenada y no forzaría la máquina sin necesidad», concluye Sonia Esquinas.

Si España eligiera el horario de invierno, en el solsticio de invierno amanecería a las diez menos cuarto de la mañana en la provincia de Huelva. Tal como suena. Los alumnos tendrían que ir al colegio o al instituto de noche cerrada si se mantienen los actuales horarios escolares, algo que sería más o menos inevitable: no van a entrar en el colegio a las once de la mañana… La luminosidad tardes de invierno se prolongaría en los relojes de diciembre o de enero hasta las siete y media de la tarde en los días más cortos. Por contra, si el horario elegido fuera el de invierno, amanecería más temprano según los horarios oficiales durante todo el año, y eso provocaría que en la provincia más oriental de Andalucía, los almerienses vieran salir el sol a las 6:10 de la mañana.

Hay que tener en cuenta que nuestro horario de invierno ya cuenta con un adelanto de una hora con respecto a la que nos corresponde, que la marca el meridiano de Greenwich . Los portugueses se rigen por esa línea imaginaria, por eso tenemos que retrasar los relojes una hora cuando vamos a disfrutar del país vecino. En nuestro horario de verano, el adelanto llega a las dos horas, lo que provoca que el ocaso del sol se produzca a las diez de la noche -¿o de la tarde?- en las zonas más occidentales de Andalucía cuando la llegada del verano nos trae los días más largos. ¿Eso es normal en un país donde hay que levantarse a las seis o las siete de la mañana para trabajar?

Sea como fuere, el debate se abrirá dentro de poco y habrá que estar preparados para ello. Tal como se encuentra España en la actualidad, no sería de extrañar que el horario de invierno se identifique con la derecha, y el de verano con la izquierda. O viceversa. Y que los virreyes autonómicos que hacen del independentismo la capa que todo lo tapa, arguyan que sus señas de identidad tienen más que ver con un horario que con el otro. En esto quiere mandar Europa para imponerse a las competencias de los Estados que la integran. Los británicos se librarán de tomar una decisión por aquello del Brexit.

En nuestro caso se argumentarán razones económicas, como las que teóricamente sirven de respaldo para los cambios horarios que nos despistan dos veces al año. Unas razones, por cierto, que hemos dado por buenas durante los últimos decenios, aunque hayan cambiado las costumbres y los horarios para muchos sufridores de estos cambios. El debate está abierto. Quedan dos años mal contados para decidir si engañamos a los relojes o nos ajustamos al meridiano más aún. Que Dios reparta entendimiento…

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