Entrevista
«Las Humanidades sirven para que no nos engañen, tener opinión y sentido crítico, en fin, ser libres»
Concha Fernández, catedrática de Filología Clásica en la Universidad de Sevilla, dice que «el latín no es no es una lengua muerta sino la lengua madre» y que las inscripciones latinas guardan semejanzas con los tuits
«Los actos culturales en Sevilla tienen que competir con los bares, especialmente a partir de la primavera»

Concha Fernández Martínez es catedrática de Filología Griega y Latina en la Universidad de Sevilla. Posee las licenciaturas de Filología Clásica y Filología Hispánica y los premios Real Maestranza de Caballería al mejor expediente académico y de la Sociedad Española de Estudios Clásicos ... al mejor doctorado. También fue fundadora y directora del CICUS (Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla) desde 2008 a 2016.
Siendo tan buena estudiante, ¿no se planteó hacer una carrera con más salidas laborales?
Yo era estudiosa y tenía buenas notas y recuerdo que cuando comuniqué en mi colegio que iba a estudiar Letras, como se denominaba en aquella época, mis profesores trataron de quitármelo de la cabeza. Llegaron a hablar con mis padres diciendo que aquello era un desperdicio. Entonces yo no tenía conciencia de lo que eran las humanidades. Cuando yo estudiaba, había colegios en Málaga como el de Los Maristas, donde estudiaba mi hermano, que ni siquiera tenían el itinerario de Letras.
¿Había distinción por sexos?
Yo estudiaba en un colegio femenino y en ellos que una mujer se dedicara las letras se medio aceptaba, podríamos decir que tenía un pase. Pero en los demás colegios que un hombre lo hiciera era algo ya casi intolerable.
Pues parece que nos hemos avanzado tanto en cuarenta años.
Parece mentira lo poco que se ha avanzado en esto y que se siga considerando estudiar algo de Letras como una cosa menor, aunque por supuesto que se ha avanzado en otras muchas cosas.
¿El creciente desprecio por las Humanidades tiene algo que ver con la fascinación por la tecnología?
Sí, es posible. Pero yo creo que hay que tener estrategias que partan del convencimiento del valor que tienen las Humanidades. Quienes nos dedicamos a ella lo estamos, por supuesto, y no somos los únicos. Hay mucha gente que no es de nuestro campo y que es consciente del valor de la palabra cuando hablas con alguien, no sólo en público, del valor del diálogo y de recibir la información. Es algo imprescindible.
¿Las Humanidades son imprescindibles?
Son imprescindibles la capacidad crítica y la capacidad de recurrir a las fuentes originarias de las cosas para no creerte lo primero que te cuente alguien o salga en Internet. Son imprescindibles para que no te engañen y para eso es muy importante tener una formación en Humanidades, Lengua, Literatura, Filosofía, Historia. Sin eso: ¿en qué nos vamos a convertir?
¿En una especie de analfabetos funcionales?
Pienso que es fundamental esta formación para cualquier persona y que una vez que la haya adquirido, se puede especializar en lo que más te guste, ya sea una ingeniería o cualquier otro estudio técnico o de otro tipo. No se trata de algo de Ciencias o Letras sino en tener una formación global porque sin esa formación no vas a saber leer y comprender textos, ni escribir, ni expresar tus pensamientos, ni entender los de los demás.
Hace 30 años eso estaba bastante claro en los planes de estudios.
Ahora se habla más de competencias y destrezas y de una jerga de nuevas palabras que procuro omitir y que no pueden hacer olvidarnos en ningún caso de la importancia del conocimiento. Vivimos una época donde priman la inmediatez y la prisa, en la que tenemos que enterarnos muy rápido y en muy pocas palabras de lo que está pasando. Y eso no es bueno para nadie. Hay que fomentar también la calma, la reflexión y la transmisión de conocimientos.
¿Estudiar humanidades es mucho pedir para los alumnos actuales?
Creo que hay que adoptar estrategias inteligentes y no convertir en odiosas estas asignaturas. No se trata de gastar tiempo en memorizar cosas absurdas como la lista de los reyes godos.
Parece que se quiera desterrar la memoria de los planes educativos.
Yo creo que la memoria es importante y que cumple una función que no se puede despreciar, pero no se puede usar la misma metodología que hace dos o tres décadas. La tabla de multiplicar se aprendía en mi época completamente de memoria y mis hijos las han aprendido de otra forma mucho menos mecánica.
Nuestros gobernantes no parece que estén demasiado convencidos de todo lo bueno que nos ofrece el mundo clásico.
Los políticos tienen unos objetivos a cuatro años, que son las siguientes elecciones. Pero hay que convencerles a ellos y también ellos deben convencerse.
Quizás no sepan muy bien para qué sirve el latín...
El latín es la base de nuestra cultura. Yo siempre digo a mis alumnos que no es una lengua muerta sino una lengua madre, porque nuestra lengua viene de ahí. Pero no sólo nuestra lengua, también nuestra cultura, nuestra historia, el pensamiento, el derecho romano. Un amigo abogado me dijo una vez que los problemas que surgen en Derecho y en interpretación de las leyes son de cosas que no están resueltas por el Derecho Romano. Todo lo que resolvió el Derecho Romano sigue siendo válido hoy.
¿Por qué es tan importantes estudiar algo de Latín para un futuro matemático o ingeniero?
Cualquier persona, tenga la profesión que tenga, debe tener esta capacidad de leer, interpretar e interconectar las cosas de la que hablaba antes. Y si quieres tener opinión, debes tener pensamiento crítico. Hay que fomentarlo y eso te lo dan las Humanidades; sin ella todo se quedará en una cultura de lo superficial.
De la utilidad según esa jerga de nuevas palabras.
¿Útil pero para qué? Las humanidades son muy útiles para convertirnos en personas con criterio y poder sacar conclusiones de un debate electoral, por ejemplo. También es útil para saber el nivel de profundidad que tiene una conversación y lo es, en definitiva, para ser libres.
¿Estos recortes en Humanidades que se plantean de nuevo pretenden hacernos ciudadanos más ignorantes y menos libres, con menor sentido crítico?
Quiero pensar que no. Sería muy duro decir que un Gobierno o unos partidos políticos tienen esa intención.
¿Y cuál es la explicación?
Quizá la propia dinámica de la vida actual, vivir apresuradamente, la idealización de la tecnología, la afición a las redes sociales. La pasividad. Hay que fomentar la lectura y controlar el acceso a pantallas desde niños. Seguir esta ola de la inmediatez puede acabar en una cierta pereza y un cierto aburrimiento.
Dice Josefa Rus que el aburrimiento puede causar graves estragos en la salud. ¿Cómo intenta que sus alumnos no se aburran en sus clases?
Haciendo cosas que capten la atención de los estudiantes. No solo leyendo lo que han escrito otros sino yendo nosotros directamente a las fuentes y debatir sobre ellas. Hay que abrirles los ojos a los alumnos sobre todo lo que nos ofrece el mundo clásico, no sólo conceptos teóricos. Los profesores de Humanidades debemos transmitir a los alumnos ese entusiasmo por la historia y creo que podemos contagiarlo
La pereza intelectual también puede ser contagiosa...
Supongo que sí, pero debemos evitarla y luchar contra ella. Para conocer el pasado se requiere tiempo y eso es lo que no se concede al estudio. Tiempo hay pero se dedica a otras cosas.
¿La cultura del esfuerzo se ha perdido?
En cierto modo, sí. Y es muy importante recuperarla porque sin esfuerzo no se puede conseguir nada. Hasta para mantener tus amigos tienes que hacer un esfuerzo: si te acomodas en tu casa y te quedas viendo una pantalla, acabas perdiendo tus amigos.
¿No cree que la pereza no tiene ahora tan mala prensa como antes?
Quizá no. Recuerdo que cuando era directora del CICUS lo que más nos costaba era que la gente acudiera a los actos que organizábamos. Venían grandes personalidades del mundo de la cultura y costaba mucho movilizar a los alumnos. Unos decían que no tenía tiempo, o que acababan muy tarde de trabajar. O que hacía frío. Pero creo que hay veces que uno no se puede quedar en casa.
Una de sus especialidades es las inscripciones latinas. ¿Se podría decir que eran en cierto modo como tuits?
Sí, ellos ya hacían algo así. Por las redes sociales mis alumnos están muy acostumbrados a escribir frases cortas y con pocos caracteres acompañadas de una imagen. Y eso es básicamente lo que hacían los romanos en las inscripciones. He llevado a mis alumnos a la casa palacio de Lebrija, la que está en la calle Cuna, y seleccionamos inscripciones. Hicieron calcos y se lo pasaron muy bien y publicamos un librito con lo que hicimos titulado «Mensajes desde Itálica». Los datos que obtenemos de las inscripciones son fundamentales y de ellas se pueden deducir cómo eran las mujeres en el mundo romano o el papel que desempeñaban en la sociedad, cuánto contaba su opinión, datos sobre la población, cómo vivían los esclavos.
¿Qué cree que pasará dentro de veinte o treinta años si nadie sabe latín en España?
Yo les digo a mis alumnos que nosotros somos el futuro de la Arqueología, de la Historia Antigua. Porque cuando aparezcan en los yacimientos nuevos textos van a tener que acudir a nosotros, los filólogos, porque nadie sabrá latín. Les digo que seremos las estrellas para descifrar estas cosas, aunque esto ya sucede hoy. Casi los únicos que sabemos hoy latín somos los filólogos.
Dice el filósofo Diego Garrocho que «Occidente estará en cualquier lugar en el que sea posible reconocer un verso de Petrarca, una tragedia de Shakespeare o una plegaria de Santa Teresa». ¿Está de acuerdo?
Pero no sólo Occidente. El pasado se hila con el presente y sirve para afrontar el futuro. El pasado es muy importante para construir el futuro. El futuro no se puede construir de la nada, de una ocurrencia de alguien. Cuando hablamos del pacto educativo y de los planes de estudio, hay que mirar a lo que nos precedió.
El pacto educativo no existe en España. Cada partido saca su ley cuando llega al poder.
Sí, y no sé por qué cada uno que llega quiere poner su impronta haciendo tabla rasa de todo lo anterior. Los alumnos son las víctimas de este querer empezar de cero y no mantener una estabilidad aceptada por todos al margen de quien gobierne en cada momento.
¿Se nota en los nuevos alumnos que la ignorancia crece al ritmo que las nuevas leyes educativas?
Yo soy optimista respecto a los jóvenes. Veo a mis hijos y a mis alumnos y me encanta ver todo lo que transmiten. Si me pregunta si llegan a la universidad sabiendo menos que hace veinte o treinta años, es evidente que han estudiado menos latín en el colegio y el instituto; por tanto, saben menos. Pero no me atrevería a decir que tienen un nivel cultural más bajo. Es verdad que alguna falta de ortografía cae y también alguna falta de redacción, pero tampoco creo que sean más que las de otras épocas. Hay que tener en cuenta que al acceder muchos más alumnos a la Universidad que hace dos o tres décadas hay mucha más diversidad que antes. Tengo alumnos excelentes y eso hay que valorarlo. Lo que no tenemos que hacer es dejarlos pasar o desaprovecharlos. No podemos caer en el desánimo.
¿Las Humanidades nos hacen mejores ciudadanos, más empáticos?
Nos hacen mejores personas, personas más completas, más tolerantes y solidarias. En definitiva, mejores ciudadanos. Y sobre, todo, ciudadanos libres y con opinión.
¿Poner un libro de Aristóteles en manos de un chaval que estudie en un instituto de Polígono Sur es hacer justicia social?
Sí. Los que vienen de una familia con formación y libros en su casa lo tienen mucho más fácil. Los institutos pueden compensar esas diferencias pero si quitan prestaciones los que más sufrirán sus consecuencias serán los chavales con menor nivel socioeconómico. Los de nivel más alto las pueden compensar en su casa o con sus familias.
Entonces reducir el estudio de Humanidades no puede considerarse progresista...
No.
¿Los estudiantes universitarios no se han movilizado demasiado contra esto?
Tengo la impresión de que no se han movilizado demasiado. Quizá haya habido un poco de conformismo. Yo he echado un poco de menos algo más de rebeldía contra estos recortes de las humanidades. Las protestas se encauzan más en cuestiones que no son tan importantes en mi opinión.
El catedrático Ramón Espejo habla de la pedagogía progresista como algo que sustituye conocimientos por la nada. ¿Está de acuerdo?
Son muy importantes los conocimientos pero también que adaptarse metodológicamente a la sociedad actual.
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