MÚSICA
Leonor Bonilla: «Los cantantes de ópera tienen que hacer ahora casi de todo, aparte de cantar»
La joven soprano sevillana, una de las mejores voces de su generación, constata el fin del divismo: «Antes tenían un aura distinta y todo giraba en torno a ellos. El concepto actual más cercano y espontáneo, en contacto con las redes sociales»

Leonor Bonilla (Sevilla, 1987) ensaya estos días en el Liceo de Barcelona, donde el día 24 estrena una versión de «Don Giovanni». La soprano sevillana iba para bailaora , como su hermana, pero una asignatura de Canto Coral en la carrera de Magisterio ... y un aria de Ainhoa Arteta en el Teatro Maestranza en 2011, durante su prodigiosa interpretación de «La Bohème», le hicieron girar sobre la ópera y abandonar las oposiciones a profesora que se estaba preparando, una apuesta francamente acertada. Formada en el C onservatorio Profesional de Sevilla Cristóbal de Morales, siempre dice que «intentas hacer planes para tu vida y al final no eres tú quien dispone».
¿Cómó lleva esa Zerlina del «Don Giovanni»?
Estoy ilusionada con volver a cantar en el Liceo y con esta primera Zerlina. Llevaba muchos meses sin trabajar por la pandemia. El mes pasado estuve en La Coruña y ahora vuelvo a Barcelona y al Liceo.
Empezó a estudiar Magisterio en Sevilla y allí había una asignatura de libre configuracion de Canto Coral. ¿Eso fue el principio de todo?
Ahí me enamoré del canto. Fue mi primer acercamiento. Mi amor por la lírica vino después.
Acabó la carrera de Magisterio Musical y un grado de Psicopedagogía pero dejó las oposiciones a profesora.
No pude terminar el grado de Psicopedagogía porque se cruzó el canto en mi camino. También por él dejé las oposiciones a profesora porque no tenía tiempo para estudiar. Aposté por el canto y creo que salió bien.
Venía de estudiar también danza española en el Conservatorio de Sevilla.
Siempre me ha gustado mucho la danza, fue mi mayor pasión. Estuve diez años bailando en el Conservatorio y he dado clases de danza contemporánea y flamenco.
Saber bailar le ha debido de venir muy bien para su actuación en los teatros líricos.
Sí, aunque la danza viene bien para todo. Ayuda a tener coordinación con tu cuerpo y a mejorar la sensibilidad musical. Todo eso lo he podido aplicar a mi trabajo.
Ahora los cantantes de ópera tienen que hacer casi tanto de actores como de cantantes.
Es cierto. Y cada vez más. Necesitamos aptitudes interpretativas. En los últimos años ha crecido el protagonismo de la dirección escénica frente a la dirección musical. Las disputas entre los directores musicales y escénicos son crecientes y se puede decir que ahora vivimos el reinado de los directores de escena.
Y ustedes tienen que hacer de todo lo que se le ocurra al director de escena. De todo, aparte de cantar...
Sí, tenemos que hacer casi de todo. No sólo bailar o bañarte en una piscina, por ejemplo. Antes el divo se quedaba quieto en la boca del escenario y se ponía a cantar. Estoy ya no es así porque la ópera está cambiando. Ahora formamos parte de un espectáculo muy cercano al cine y a la televisión, el show del siglo XXI, y ése es el concepto actual.
A los cantantes mayores les costará más adaptarse.
Supongo que sí. Nosotros, los jóvenes, hacemos lo que nos mandan, salvo que nos impida el canto. Lo importante es que haya un equilibrio. No me opongo porque cuando más efectivo sea el espectáculo y más le guste a más público, más tiempo podremos mantener vivo el espíritu de la opera y sobrevivir. Que sea un género vivo y no se muera.
«La ópera se está acercando al show del cine y la televisión del siglo XXI para gustar más al público y mantener vivo su espíritu y no se muera»
La figura del divo parece estar de retirada en el mundo de la ópera. ¿Cree que acabará desapareciendo?
La figura del divo se está adaptando a los nuevos tiempos. Antes el cantante tenía un aura distinta y todo giraba en torno a él. No sé si está perdiendo o es que está cambiando a otro concepto. El divo o diva actual es más cercano y espontáneo, está más en contacto con las redes sociales y se unifica todo mucho más. Aparte de los que salen por televisión, hay otros muchos cantantes y personas en el mundo de la ópera.
¿Cuál de esos divos o divas ha tenido oportunidad de conocer?
Tuve el honor de conocer a Montserrat Caballé y a Leo Nucci. También a Ainhoa Arteta gracias a su antiguo concurso.
¿Cuánto tiempo tarda en prepararse su rol en una ópera?
Cuando eres joven, lo normal es que no conozcas la partitura y tengas que estudiar bastantes meses tu rol. Luego vas almacenando tu repertorio y si te toca repetir, es más fácil porque ya has hecho esos arias, aunque no puedes dejar de estudiarlos y de ensayarlos. En esta profesión hay un constante aprendizaje y eso me parece bonito.
Ahora con el Covid tiene que cantar en un teatro medio vacío por razones sanitarias. ¿Cómo se canta en esas condiciones?
Se ve raro, no es lo mismo. Es muy desolador no ver el teatro lleno y da mucha pena. De todas maneras, teníamos muchas ganas de encontrarnos frente al escenario y el público que va aplaude por dos.
Abucheos y pataleos en un teatro: «Protestar es legítimo pero no lo es sabotear una función. Es perjudicar al resto del público y faltarle el respeto a profesionales que están sobre un escenario»
En algunos teatros de Italia, incluso en el propio Real, una parte del público exterioriza su disgusto con abucheos y pataleos. ¿Ha vivido esa experiencia alguna vez?
No sobre el escenario pero sí lo he vivido en el patio de butacas, como público. Lo viví en Parma y en el teatro de la Zarzuela. Parece que se ha puesto de moda.
¿Y qué le parece?
Protestar es legítimo pero no sabotear una función. No estoy de acuerdo con esta actitud. Creo que tiene que ser algo muy gordo y evidente, cosa que rara vez se da en un teatro, para que el público se sienta con el derecho a boicotear un espectáculo. Es muy triste perjudicar al resto del público y faltarle el respeto a profesionales que están sobre un escenario. Creo que quien ame la música no le hace eso a una compañía pero hay quien le pierde su afán de protagonismo. Si no te gusta, con no aplaudir sería suficiente. Da la impresión de que algunos lo llevan ya previsto desde casa y se ha normalizado esta forma de violencia.
En el teatro de la Maestranza nunca pasa esto. ¿Cuál es su recuerdo de la «Lucia di Lammermoor» que hizo allí hace dos años?
Es el mejor recuerdo de mi vida. Fue un momento decisivo e inolvidable en mi profesión. Fue un reto enorme que logré superar y en el que el público se mostró maravillosamente conmigo. Me encanta el público sevillano que, además, es el de mi ciudad.
Hacer de «Lucia» debió de ser un sueño cumplido. ¿Cuál es el próximo?
Actuar en el teatro San Carlo de Nápoles, el más bonito del mundo, o en la Venice de Venecia. Pero lo veo muy difícil.
¿Y en la Scala de Milán?
Es quizá el más difícil. Creo que el público de allí se siente parte de la obra y quiere formar parte del show. Tiene una tradición de muchos siglos y supongo que eso les hace sentirse así de protagonistas. Se podría hacer un estudio sobre el público que va a ese teatro.
¿Cómo recuerda su debú en el Teatro Real con «Capriccio»?
Lo recuerdo como una experiencia muy emocionante con un papel pequeño pero muy bonito. El Teatro Real es muy importante y hace mucha ilusión a cualquier cantante. En enero volveré con una ópera de Wagner.
«Nuestros padrinos son las agencias de representación. Y cuesta hacerse un hueco porque hay una gran cantera de jóvenes cantantes muy preparados»
Empezó cantando en el coro del Teatro de la Maestranza en aquella «Bohème» de Ainhoa Arteta en 2011 y apenas tres años después debutó en Valladolid con la Servilia de «La Clemenza di Tito».
Empecé cantando en los coros de la Universidad de Sevilla y en el primer año que empecé en el Conservatorio de Canto me apunté a las pruebas para el coro del Teatro de la Maestranza. Y mi primera ópera fue esa Bohème de 2011.
Se le cayeron dos lagrimones escuchando a Ainhoa Arteta sobre el escenario del Maestranza. ¿Allí decidió aparcar sus planes de hacerse profesora de un centro público para cantar sobre un escenario?
Fue justo en el cuarto acto de esa ópera, que tiene un dramatismo y una exquisitez increíble. Era la primera vez que escuchaba en directo esa ópera y a Ainhoa Arteta. Fue el principio de todo. Me motivó muchísimo a seguir estudiando y formándome y a encaminar mi vida al canto.
¿Es difícil abrirse paso en el mundo de la ópera o es igual que en cualquier otra profesión artística?
Es difícil, supongo que como en cualquier otra profesión. Cuesta hacerse un hueco porque hay una gran cantera de jóvenes cantantes que están muy preparados. Es un mercado en el que hay que competir. Hay que estudiar mucho y estar siempre dispuesto a aprender. Poco a poco, con la ayuda de tus profesores, y con buena letra, lo estoy logrando.
¿Hace falta un padrino para hacerse ese hueco en ese mundo o con una buena voz es suficiente?
Los padrinos son las agencias de representación. Hay gente que piensa que tú te pones a cantar y ya te llaman los teatros. Eso no funciona así. Los cantantes no contactamos directamente con los teatros. Son las agencias de representación las que lo hacen. Ellas tienen que confiar en ti y sigo luchando con la mía por mantener ese huequito que me he abierto.
En una de sus célebres frases, Groucho Marx dijo: «Cuando muera, quiero que me incineren y viertan el diez por ciento de mis cenizas sobre mi representante». ¿Usted dirá lo mismo?
Con el paso de los años la relación con tu representante se va haciendo más estrecha y se convierte a veces en un miembro más de tu familia. Pero de momento no me planteo nada de eso, me da mucho «yuyu» hablar de ese tema. El humor negro de Groucho Marx.
«No he tenido ningún incidente pero me consta por alguna compañera que el acoso existe. No sólo en el mundo de la ópera sino en todas partes y hay que luchar para erradicarlo»
Se ha puesto de actualidad el tema del acoso en el mundo de la ópera y las cantantes. ¿Ha tenido algún incidente con algún director o con algún compañero?
No he tenido ningún incidente negativo en ese sentido pero me consta que esto existe por alguna compañera. No sólo en el mundo de la ópera sino en todas partes. Es una realidad que no se ha extinguido y hay que luchar para erradicarla de nuestra lista de comportamientos habituales.
¿Cuáles son los mayores sacrificios que comporta su profesión?
Llevamos una vida bastante errante. Si tienes mucho trabajo, puedes pasarte muchos meses sin pisar tu casa y empalmar de una ciudad a otra con lo que eso implica de cambio de comida, de clima o de ambientes. Hay que aadaptarse mucho a los cambios y a la improvisación y ser feliz con eso.
Nunca está en un sitio más de dos semanas seguidas. ¿Eso es bueno o malo?
Es duro, por un lado, estar tanto tiempo lejos de tus seres queridos, de tu familia, además de muy difícil de compaginar con una pareja; pero también tiene un lado positivo, que es la cantidad de ciudades distintas que conoces. Y también es bueno para mí no caer en la rutina.
¿Dónde se comprará su primera casa?
No lo sé. No es fácil decidir la ciudad. De momento sigo sin comprarla y creo que ahora tampoco es un buen momento para adquirir una. La verdad es que con este plan no estaría mucho tiempo en ella y creo que debería reunir una serie de características concretas, sobre todo bien comunicada con un aeropuerto.
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