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El rincón de...

Manuel García García: «Ganivet pagaba de su bolsillo sus obsesiones sexuales y no como los golfos de hoy»

Acaba de publicar su novela «Mañana, cuando yo muera» (Editorial Algaida) una reveladora visión del lado más oscuro del escritor andaluz Ángel Ganivet

Manuel García García Vanessa Gómez

Félix Machuca

Poeta, ensayista, traductor, crítico literario, encuadernador, editor, escritor y violagambista

Desconocía en absoluto que Ganivet fuera tan rijoso…

Era una de sus características esenciales. Nació tocado por Venus, obsesionado desde joven por las mujeres.

Y que los presupuestos públicos del Estado español le costeasen sus deseos de cintura hacia abajo.

Bueno, supongo que pagaría con su sueldo legítimo de funcionario, pues en esos tiempos no existían las tarjetas black de los golfos de ahora. Antonio Machado dicen en un famoso poema: «A mi trabajo acudo, con mi dinero pago / el traje que me cubre…». Veo a Ganivet igual.

Cuando leía su libro pensé qué hubiera hecho este hombre con las tarjetas de la Junta con la que se pagaban altos funcionarios sus desahogos en clubes de alterne.

Yo, por lo que he leído de Ganivet, que es mucho, creo que era bastante íntegro en cuestión de dineros, incapaz de hacer semejante golfería.

¿Buscaba o huía de algo Ganivet en sus tours sexuales por Europa?

Huía de sí mismo, en una extraña carrera de autodestrucción, que terminó con su suicidio. Buscaba la muerte y desnacer, volver al útero materno.

Hay momentos en los que el escritor, en sus obsesiones sexuales, parece un personaje incontinente de Santiago Segura…

Segura y sus personajes son seres insustanciales. En su desmesura sexual, tanto los personajes de Segura como la vida de Ganivet son esperpénticamente hispanos.

¿Si la desesperación por culpa de la sífilis no lo hubiera empujado al suicidio habría roto, en aquella España literaria tan estrecha, en un anticipo de Nabokov o Bukowski?

Ganivet tenía un espíritu provocador como Bukowski, aunque con más calidad literaria y de pensamiento. Pero no pudo comprobar el efecto de su provocación, porque murió casi inédito y sus obras más provocadoras (Epistolario / Poemas en francés) ni siquiera las pensó publicar.

¿Cómo ha conseguido ser tantas cosas a la vez y tener tiempo para todo?

Pues hay un miedo al vacío que me ha llevado a todo esto, una huida continua de no sé qué, que ha impedido que me esté quieto.

Incluso para aprender a tocar la viola de gamba, ese instrumento que a usted le hace sentir como si estuviera practicando deporte.

La viola entró en mi vida a costa de la encuadernación, un oficio que tardé 23 años en aprender y que ya no practico. Su ausencia se llenó de murmullos de viola.

Gustándole la música como le gusta ¿Sevilla entró en su corazón granadino con la música de Semana Santa o con la de la Sinfónica?

La música sevillana que más me gusta es la que compuso el gerundense Isaac Albéniz, me refiero a «El Corpus de Sevilla», de su suite Iberia.

¿Puede usted explicar su teoría de que Sevilla, frente a la opinión generalizada, es una ciudad liberal?

Pues es bien sencillo: si uno no es respetuoso con las costumbres de los sevillanos (Semana Santa, Corpus, sus dos equipos de fútbol, Feria, Rocío), los sevillanos le tratan a uno con afecto y respetan su labor. Eso no pasa con otras ciudades menos liberales e intolerantes, como Granada.

¿Para encajar en la sevillanía hay que ser cofrade, ombliguista, miarmista, cruzcampero y militar en Nervión o Heliópolis?

A mí me sirvió para encajar, ser, desde que estudié en el Herrera, un buen cruzcampero del Heliópolis. Ahora, que trabajo en el Bécquer, soy un buen cruzcampero del Tardón y de los Remedios.

Uno de los más valorados poetas nacionales de la actualidad, su paisano y amigo Antonio Carvajal, asegura que a Sevilla se le nota que fue urbe antigua. ¿A qué se refiere?

Pues a que hay un equilibrio en los lugares de la ciudad y en la manera de ser y de vestir del sevillano que indica la pertenencia a un pasado glorioso, cuando por el puerto entraba toda América.

Tan antigua es que, a usted, creo que en Berlín, un islamista militante, le dijo que Sevilla y Granada forman parte de su geografía física…

Sí, un camarero sirio de un bar de Berlín, al enterarse de mi procedencia, se me acercó y me dijo que Sevilla y Granada pertenecían al mundo árabe, y que ya la reconquistarían ellos otra vez… Ambas ciudades pertenecen al imaginario cultural de cualquier musulmán.

Los Remedios, uno de los barrios locales extramuros y modernos de la ciudad, es el lugar de su residencia. ¿Forma parte usted del comité de defensa del barrio?

El barrio no necesita comités de defensa. Los Remedios se está renovando ahora con mucha gente joven. Tiene buenos bares, buenas tiendas y una buena salud social. No hay ni canis ni perroflautas, como en la Alameda.

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