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COLEGIO OFICIAL DE ARQUITECTOS DE SEVILLA

Más de dos mil arquitectos sevillanos eligen este lunes a su próximo decano

Dos de los tres candidatos, Ángel Díaz del Río y Cristina Murillo, contestan a un cuestionario común; la tercera aspirante, María Ángel García Font, declina el ofrecimiento

Ángel Díaz del Río y Cristina Murillo Fuentes ABC

MARTÍN LAÍNEZ

El Colegio Oficial de Arquitectos de Sevilla (COAS) elige este lunes al que será su decano para los cuatro próximos años. A esta elección concurren tres candidaturas : la que lidera el actual decano Ángel Díaz del Río desde hace 16 años («Reto 2020») y la de dos mujeres aspirantes, Cristina Murillo Fuentes («Todos somos COAS») y María Ángel García Font («Yo soy COAS también»). Esta tercera aspirante ha declinado compartir con el resto de los candidatos el ofrecimiento que se le ha ofrecido desde este medio para dar a conocer su candidatura. Mañana por la noche se sabrá por quién se han decantado los más de dos mil doscientos colegiados con derecho a voto.

– ¿Cuáles son las claves de su candidatura?

Ángel Díaz del Río : Acciones concretas para el crecimiento basadas en servicios que el Colegio de Sevilla debe ofrecer a un mayor número de arquitectos, colegiados, y por colegiar.

Cristina Murillo : Respeto, diálogo, transparencia, capacidad de trabajo y de gestión, conocimiento de los problemas reales de la profesión con nuevas fórmulas y soluciones, vocación de servicio temporal al arquitecto y la sociedad, agilidad en los servicios al colegiado, formación útil y renovada, orientación profesional, cohesión entre el arquitecto de la calle, el docente y el de la administración para lograr una arquitectura de calidad y una tramitación ágil de las cuestiones administrativas y urbanísticas. Presencia social y difusión de la Arquitectura como bien común, adecuadamente remunerada y respaldada por técnicos responsables que encuentren en el Colegio el apoyo y la fuerza del colectivo imprescindibles en un mundo global, para, respetando la individualidad, alcanzar objetivos comunes.

– ¿Qué Colegio vamos a ver los próximos años si sale elegido decano?

Á. D. : «Reto2020» es una hoja de ruta pormenorizada con más de 50 proyectos concretos en el ámbito de la profesión, de la propia gestión del Colegio y de sus servicios. Los arquitectos se encontrarán un Colegio sólido, viable económicamente y con vías nuevas de ingresos y de servicios. Un Colegio equilibrado entre las nuevas necesidades de los jóvenes y la cultura profesional de los seniors. Y con ambición de crecer.

C. M. : La Casa de todos los colegiados. Un Colegio más fuerte, ágil y eficaz. Una Junta de Gobierno accesible a los colegiados, visados más rápidos, facilidades y no trabas en el ejercicio de la profesión y en la labor colegial, mejor formación, más información, transparencia y facilidades para la participación, así como una aplicación de la deontología como complemento al ordenamiento jurídico, no como instrumento disuasorio a la libertad de expresión. Un Colegio valiente, con voz fuerte y capacidad de incidencia en la sociedad civil de Sevilla y presencia irrenunciable en todos los ámbitos de relevancia para nuestro colectivo, la arquitectura y el interés general, no sólo de la ciudad sino de toda la provincia y de sus ciudadanos.

– ¿Qué reforma más importante necesita el COAS?

Á. D. : El Colegio es consecuencia de la profesión, y no al revés. Superado el imprescindible ajuste laboral consiguiendo una gran estabilidad económica, toca visualizar al Colegio como punto de encuentro y defensa de intereses comunes entre todos los arquitectos sevillanos, por encima del necesario servicio de visado o la obligatoriedad de la colegiación.

C. M. : La de la gotera de la sala de juntas del Colegio, como símbolo material de la pérdida de la memoria colectiva, de la ruptura como cuerpo de la cabeza que lo representa. Es imprescindible dotar al Colegio de herramientas que posibiliten su desarrollo y actividad: reforma estatutaria, voto telemático, etc… Es imprescindible un Colegio altamente eficiente que facilite, forme y acompañe la labor de los arquitectos sea cual sea su actividad profesional.

– ¿Es partidario de establecer una limitación de mandato?

Á. D. : Sí. Nos comprometimos a incorporarla en la reforma estatutaria que recogerá este aspecto junto a otras muchas evoluciones de nuestro marco normativo actual.

C. M.: Completamente necesaria una limitación de mandatos. Los colegiados vivimos de nuestro trabajo, no del colegio y es imprescindible que cada cierto tiempo se renueven sus órganos de dirección para no perder la perspectiva, la motivación y la energía necesaria para afrontar los problemas de la calle todos los días, esto mismo es aplicable a cualquier otro cargo público. Creemos en una gestión desinteresada y lo más profesional posible del colegio y una junta de gobierno que conociendo de primera mano todas las formas de ejercicio profesional esté atenta a nuevas y persistentes necesidades de los arquitectos de todas las generaciones para abrir puertas. Creemos en una opción de servicio temporal activo y no de perpetuidad acomodada en los cargos como forma de vida.

– ¿Cree que la Fundación Fidas necesita abrirse más a la ciudadanía?

Á. D. : La Fundación Fidas y el Colegio, especialmente a través de la semana de la arquitectura, están muy presentes en la ciudadanía.

C. M. : Creo que el primer objetivo debería ser la recuperación del arraigo y la voz del Colegio de Arquitectos, esa debe ser la «marca de la Arquitectura» en la ciudad y la provincia, junto a la Escuela. La Fundación es un instrumento que debe cumplir unos fines sociales en torno a la arquitectura, para los cuales se creó, pero nunca debería eclipsar a la corporación ni al colectivo, y mucho menos servirse de los mismos para su subsistencia o la limitación de acceso a la información o la reducción de los servicios obligatorios que por delegación del Estado tiene asignados el Colegio de Arquitectos. Debemos optar por la mejor de las fundaciones posibles: investigación de calidad y formación internacional.

– ¿Le consta el intrusismo laboral en su profesión? ¿cómo lo combatiría?

Á. D. : Sí, nos consta. A nosotros como gestores de los proyectos; a la Administración como supervisora; y a la Judicatura como sancionadora. Tenemos varios procedimientos abiertos y varias sentencias favorables al respecto. Su erradicación pasa por una mayor difusión de nuestro valor a la ciudadanía, una mayor colaboración de la Administración en su prevención, y un mantenimiento de la línea de sentencias conseguidas hasta la fecha.

C. M. : Es un grave problema que genera un alto coste social y económico a la Administración y los particulares, derivado de un sistema que ha enfrentado a profesionales que antes trabajaban en colaboración y ahora luchan por el escaso trabajo que hay en la calle. Para erradicarlo, además del diálogo, es imprescindible concienciar a la ciudadanía y al sistema judicial de la importancia de aplicar correctamente la Ley de Ordenación de la Edificación, así como incrementar la presencia de arquitectos en los Ayuntamientos para informar las licencias urbanísticas, atribuciones que están desempeñando otros colectivos sin titulación habilitante para ello y que durante décadas nadie ha incidido con la suficiente fuerza o interés para resolverlo de una manera efectiva para dar un servicio de calidad al ciudadano. La promoción de plazas de funcionarios tanto en puestos técnicos como jurídicos es imprescindible para garantizar la necesaria independencia de los mismos de los poderes públicos, dado que implica cuestiones de tal trascendencia como la seguridad de las personas.

– ¿Hasta qué punto le preocupa la caída de los honorarios de los arquitectos?

Á. D. : Prioritaria. Si el Colegio es consecuencia de la profesión, la Administración lo es de la sociedad. En carreras vocacionales como la nuestra, se ha abusado rebajando por debajo de costes una y otra vez. Hoy el arquitecto no puede seguir ofreciendo la misma calidad, con un crecimiento exponencial de sus responsabilidades y por la décima parte de ingresos . Y sin embargo, la Administración sigue alimentando ese abuso con su política de concursos. El cliente particular no conoce los riesgos de esa devaluación. Pero las entidades públicas, sí. Para encontrar una solución a los honorarios, lo primero es parar en este temerario subasteo de proyectos.

C. M. : Se trata de una prioridad para todos recuperar unos honorarios dignos y adecuados al trabajo realizado y a la responsabilidad que conlleva, fundamentales para desarrollar un servicio de calidad a la sociedad. De esto han de concienciarse tanto los arquitectos que se ven sometidos a la subasta pública de la profesión frente a incesantes garantías, requerimientos normativos y exigencias sociales que aprovechan la debilidad de un sector que lleva años agonizando; como el usuario y la sociedad en general, que no es consciente de las consecuencias de esta situación. No se puede garantizar la calidad de un trabajo que se preste por debajo de los costes de producción, máxime si ha de garantizar la seguridad de las personas y crear espacios que más allá del bienestar conforman el marco donde se desenvuelven todas las actividades humanas. Al igual que la Salud pública o la Justicia gratuita, la Arquitectura es un bien común que afecta al espacio público y privado, al urbanismo, al territorio, al medio ambiente y a la seguridad y salud de las personas. Imponer criterios exclusivos de precio a estos valores es de una gran irresponsabilidad al hipotecar el bienestar social durante décadas, lo cual es responsabilidad de todos.

– ¿Qué opina de que los arquitectos sevillanos se tengan que marchar fuera a trabajar?

Á. D. : Por desgracia, forma parte de una situación general, especialmente agravada en Sevilla por ser una de las Escuelas de Arquitectura más grande de España, en un entorno geográfico donde la crisis se ha notado muy gravemente. Habla además del alto nivel de formación y valoración que tiene la Escuela sevillana, con la que tenemos una gran conexión y proyectos de colaboración.

C. M. : Es evidente la incidencia de la situación económica en la emigración, aunque la recuperación del sector va más lenta en Sevilla que en otros sitios. Hay que recordar que Sevilla tiene la mitad de la renta per cápita de Madrid. No obstante, la demanda turística y la necesidad de hogares nuevos a precios asequibles, que en estos últimos 10 años no se ha satisfecho, harán que el mercado se dinamite en cuanto el sistema financiero y el empleo se estabilicen. Nuestro reto es que esa oportunidad de actividad para los arquitectos sea digna y estable en el tiempo. Más allá de todo esto, es innegable que supone una irresponsabilidad por parte de los poderes públicos que gran parte del capital humano de nuestro país, formado a costa de grandes esfuerzos económicos y personales, públicos y privados, se vea forzado a emigrar generando el beneficio en otros países sin que ni la Administración ni nuestras instituciones les presten el apoyo adecuado para que puedan ejercer todas sus atribuciones fuera de España, sin información, redes de apoyo, coberturas sociales, seguros de responsabilidad civil y condiciones laborales que no se corresponden ni con su titulación, ni con su capacidad ni con las responsabilidades que se les exige o los beneficios que generan.

– ¿Qué grandes proyectos arquitectónicos se podrían llevar a cabo en nuestra ciudad?

Á. D. : El Colegio no diferencia entre grandes y pequeños proyectos. Para un arquitecto, no hay más que oportunidades de mejorar la calidad de los espacios donde se desenvuelven las personas. Nuestro gran proyecto es que, detrás de cada intervención, de cada reforma, de cada obra que le corresponda, haya un arquitecto. Con la mejor formación continua que ofrece Fidas. Con los mejores servicios para todos ofrecidos por el COAS. Por eso pedimos el apoyo para un equipo, «Reto2020», que está demostrado su capacidad para luchar por ello.

C. M. : Sevilla tiene pendientes grandes intervenciones. Unas ligadas al Patrimonio, como las Atarazanas o la Fábrica de Artillería: Otras, a los grandes equipamientos como la Ciudad de la Justicia; y otras a nivel paisajístico como los márgenes urbanos del Guadalquivir. Tampoco se pueden olvidar la extensión de las nuevas líneas del metro, líneas fluviales, etc… que cohesionen el tejido urbano y metropolitano. Y otra cuestión fundamental: la ejecución del plan general, paralizado casi desde sus inicios y que ha impedido, por ejemplo, que Emvisesa tenga suelo disponible para vivienda y servicios públicos de calidad en los barrios existentes y emergentes. Asimismo, Sevilla tiene el reto pendiente de abanderar la formación de una mesa para el desarrollo del área metropolitana, que aglutine a todos los municipios circundantes, para crear una ciudad más sostenible, reconocible y ordenada, del mismo modo que los municipios deberían de contar con planes directores integrales para preservar los distintos conjuntos históricos de la provincia incluyendo su relación medioambiental y paisajística con el territorio circundante.

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