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Entrevista

Moreno Nogueira: «Yo muero un poco con cada uno de mis pacientes que muere»

El fundador del área de Oncología del hospital Virgen del Rocío, dice que hay que volver a humanizar la asistencia, hacer más exploraciones a los enfermos y olvidarse un poco de los ordenadores y la burocracia

El doctor José Andrés Moreno Nogueira Rocío Ruz

Jesús Álvarez

José Andrés Moreno Nogueira nació en Santiago de Compostela, pero con 12 años se instaló, con su familia, en La Roda de Andalucía. Fundó el área de Oncología del hospital Virgen del Rocío y todos los especialistas que trabajan hoy en ella lo consideran su maestro. Recientemente presentó en el Ateneo de Sevilla el libro « Hitos que cambiaron la historia del cáncer de mama» , donde realiza un recorrido de más de veinte siglos por la historia de este cáncer hasta los avances actuales.

Moreno Nogueira nunca ha fumado en su vida pero ha conocido a muchos médicos, incluso oncólogos, que lo hacían, algo a lo que no encuentra explicación « cuando el cáncer de pulmón es el que más muertos provoca» . Le gusta mucho el trato con los pacientes y ha tratado y curado a miles, aunque también se le murieron muchos. «Yo muero un poco con cada uno de mis pacientes que muere», confiesa a ABC.

Usted fundó el Área de Oncología del Virgen del Rocío. Todos los oncólogos que han pasado o permanecen allí le consideran su maestro.

El primer oncólogo que empezó a tratar pacientes de cáncer en Sevilla fue Enrique Stiefel. Se formó en Suiza y dirigió el Centro de Oncología de Sevilla, que estaba en el Duque del Infantado y dependía de la Asociación Española contra el Cáncer . Fue el primero que trajo la primera bomba de cobalto a Sevilla , lo que permitió tratar a muchos pacientes. En aquella época apenas había cuatro fármacos. Después de eso empezaron a aparecer pequeños grupúsculos de oncología en el Virgen del Rocío, La Paz, Gregorio Marañón, Miguel Servet, La Fe .

¿Cómo recuerda esos inicios en el Virgen del Rocío?

No sabía que había tantos linfomas, que es lo que empezamos a combatir. Tratamos a muchos pacientes . Curamos a muchos pero también se nos murieron muchos . La mitad o más, aunque entonces no había tantas estadísticas. Creamos la especialidad de Oncología a finales de los años setenta.

Cuando le llegaban tumores muy avanzados para los que no había tratamiento, ¿se les comunicaba la verdad a los pacientes?

Todos los pacientes tienen derecho a saber la verdad pero no todos quieren saberla. O saberla de golpe. Los médicos vamos dosificando la información. Yo siempre he defendido lo que se denomina «verdad aceptable». Esto es un proceso. Y lo primero que hice cuando creamos nuestro servicio lo primero que yo exigí es que en la puerta de nuestra sala pusieran un cartel que dijera «Oncología». Es fundamental que la gente sepa a dónde va.

¿Se ha perdido un poco de humanidad en el trato a los pacientes?

Antes los médicos no disponíamos de ordenador y teníamos que tocar a los pacientes y les mirábamos a los ojos. E xploraciones clínicas como la palpación son una forma de empatía. Ahora se hacen menos que antes y creo que eso tiene que cambiar y volver a humanizar la asistencia. No es que ahora no sea humana pero el médico no puede perder tanto tiempo en burocracia.

La labor de un médico no es un trabajo cualquiera. Implicarse más con los pacientes no debe de ser fácil para los facultativos.

No, no es cómodo comprometerse y hay que pagar un precio. Yo muero un poco con cada paciente que muere, pero esa es mi concepción de la medicina.

¿Se han perdido los maestros de referencia en los hospitales, como lamenta el neurocirujano Paco Trujillo?

Sí, eso ha ocurrido. No se ha potenciado la jerarquía adecuadamente porque desde la Administración querían tener el poder para poner y quitar. Cuando yo era residente, don Pedro Albert era un maestro y todos aprendíamos de él. Esa figura hacía crecer mucho a todos los médicos. La pérdida de esas personas ha sido muy mala porque las autoridades políticos quisieron quitarse a las figuras que ellos pensaban que mandaban en los hospitales públicos. Ellos no es que mandaran, es que tenían autoridad científica. En Estados Unidos se mantiene este modelo de maestro s y la sanidad funciona mejor, aunque allí es costosa y mayoritariamente privada.

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