Entrevista
«Muchos sanitarios vienen llorando a Los Pajaritos y se van también llorando, pero porque les da pena irse»
Paloma Porras dirige desde 2009 el Centro de Salud de la Candelaria, que atiende a una de las zonas más pobres de España en la que viven unas 22.000 personas

Paloma Porras es médico de familia y fue presidenta de la Sociedad Ándaluza de Medicina Familiar y Comunitaria durante seis años. Siendo residente empezó a trabajar en 1990 en el centro de salud La Candelaria y pasó allí por todas las ... categorías hasta dirigirlo los años 2003 y 2004. Tras tres años a los servicios centrales del Servicio Andaluz de Salud regresó en 2009 cuando obtuvo su plaza fija. En el centro trabajan 14 médicos de familia, 14 enfermeras, 4 pediatras, una matrona y personal administrativo, casi cincuenta personas en total, que atienden a unas 22.000 personas. Para la mayoría de ellas esta experimentada profesional de 57 años es simplemente « la Paloma ».
¿Cómo lleva que casi todo el mundo le diga en el ambulatorio «la Paloma»?
Bien, estoy acostumbrada. Reconozco que en el ambulatorio de Marqués de Paradas o muchos otros de Sevilla esto sería inadmisible. Incluso muchos médicos lo considerarían una falta de respeto pero aquí las cosas son así. Es un problema de educación más que otra cosa.
Cuando ganó su plaza fija en el SAS fue de las primeras de su promoción y pudo elegir casi cualquier centro de salud. ¿Por qué eligió la Candelaria y no el de Marqués de Paradas?
Aunque cueste creerlo, aquí el trabajo es muy gratificante. Me siento muy útil en esta zona de Sevilla y veo que podemos hacer un trabajo de calidad en una zona con muchos problemas de salud. Destacaría también que es un centro docente magnífico para medicina de familia y enfermería. Aquí la gente te conoce, te saluda por la calle y te respeta, como si fuera un pueblo. Es la institución más valorada en el barrio. Es verdad que también hay incidentes que no se producen en otros sitios pero he tenido muchas oportunidades de salir de aquí y no lo he hecho.
¿Piensa jubilarse aquí?
Faltan aún diez años para eso pero me gustaría.
¿Le cuenta a su familia todo lo que ocurre en este centro y sus alrededores durante su jornada laboral?
Les cuento algunas cosas pero a veces te das cuenta de que si lo contaras todo lo que para ti ya te parece normal, incluso gracioso, a ellos les preocuparía. De todas maneras ya se han acostumbrado después de tantos años. Los Pajaritos sale muchas veces en los periódicos y casi nunca por nada bueno; y cuando esto ocurre me dicen en algunas ocasiones que cambie de destino, pero después comprenden que a mí me gusta trabajar aquí y que estoy a gusto.
He visto a un guardia de seguridad en la puerta.
Aquí es necesario y no es infrecuente que tengamos que llamar a la Policía.
¿Cuándo fue la última vez?
Hace un par de semanas hubo una reyerta de dos familias y pocos días después se encontraron en al cola esperando para una consulta y se enzarzaron.
¿Qué cosas pasan aquí que no sean habituales en los demás centros de Atención Primaria de Sevilla?
Aquí se producen básicamente agresiones verbales. Nosotros hemos aprendido a no darles importancia, aunque no sean agradables. Es rara la mañana en que no escuchamos chillidos de alguna persona. Como decía antes, muchas veces es una cuestión de educación.
Hace unos días el Instituto Nacional de Estadística (INE) volvió a certificar que esta zona sigue siendo la más pobre de España, junto a Polígono Sur. Supongo que esto se debe de notar en el centro de salud que atiende a su población.
Esta falta de recursos se nota en muchas cosas. Muchas personas no tienen dinero para comprarse unas muletas que cuestan 9 euros. Para ellas 9 euros es una cantidad importante pero incluso a las que podrían comprarlas les falta herramientas para hacer una adquisición en Internet o para gestionar cualquier cosa. También me refiero a la gestión de ansiedades o dolores. Hay muchas problemas para gestionar los duelos y los embarazos de adolescentes.
¿Son muchos?
Para nosotros es clave el programa de embarazo y planificación familiar. Hacemos inserciones de DIU, charlas en los colegios, todo el abanico. A pesar de ello tenemos una tasa elevada de embarazos de adolescentes y de interrupciones voluntarias del embarazo.
¿Se dan más en adolescentes?
No necesariamente. Aquí es bastante frecuente que una mujer de unos 25 años quiera interrumpir su embarazo después de haber tenido cuatro niños de cuatro padres distintos y otras tres interrupciones anteriores. Es un problema grave para nosotros e intentamos cambiar la estrategia, pero no acabamos de lograr resultados.
¿No se ha avanzado mucho en planificación familiar en los últimos años?
Hay un montón de mujeres jóvenes que me hacen pensar que no sólo no hemos avanzado sino que hemos ido para atrás. Si a la pareja no le gusta usar preservativo, a muchas mujeres no les importa someterse al riesgo de quedarse embarazadas. Veo mucho retroceso. Eso no pasaba hace veinte años y está pasando ahora con personas de 22 años. Mujeres que hacen lo que le dice su pareja. Yo digo a las chicas que si se quedan embarazadas la responsabilidad del embarazo y de tener un hijo será para ellas y que es más fácil que el hombre la eluda.
Según el último informe del INE, en esta zona de Sevilla se vive hasta 8,8 años menos que la media de la capital. Y apenas estamos a cinco o diez minutos de Nervión, uno de los barrios mayor esperanza de vida de Sevilla.
Está demostrado que la pobreza mata. La falta de recursos se traduce en menos medidas higiénicas, mala alimentación, falta de hábitos deportivos y saludables. A principios del siglo XX se avanzó mucho en la sanidad porque empezamos a lavarnos las manos. A pesar de la buena asistencia sanitaria, la falta de recursos rema en contra.
Tampoco ayuda que los pisos no tengan ascensor y muchas personas mayores no puedan pisar la calle.
En los Pajaritos no hay ningún bloque que tenga ascensor. Sólo hay tres torres en toda la zona que cubre nuestro centro de salud que dispongan de un ascensor. Y las escaleras, además, son muy estrechas. Nosotros hacemos mucha atención domiciliaria y los visitamos a todos.
¿Cómo afecta a su centro de salud el consumo de drogas?
En las zonas peores de los Pajaritos se ha producido una explosión con las drogas. A veces acaban aquí personas que han vivido en los Remedios y otros barrios acomodados que perdieron el trabajo o se engancharon a una adicción. Tenemos un programa de dispensación de metadona con unas 170 personas a la semana. Hay muchos pacientes con enfermedades mentales.
¿Tratan más trastornos mentales que en otras zonas?
Sí. Desde depresión a ansiedad, e incluso esquizofrenia. Aquí hay más. La mala situación de las casas son factores estresantes que pueden hacer que alguien que no caería en este trastorno lo haga. Hay muchos duelos no resueltos. Es obvio que no tener trabajo y vivir en una casa de cuarenta o cincuenta metros cuadrados aumenta la ansiedad. El consumo de ansiolíticos es bastante alto pero no hay tanta diferencia con otras zonas porque hacemos un control exhaustivo y no se lo damos a cualquier persona.
¿Cuáles son las enfermedades más habituales que tratan en la Candelaria?
La tasa de obesidad es alta por los malos hábitos alimenticios y la forma de cocinar. Mucha gente ha dejado de cocinar y cuando no tienes dinero, lo que puedes comprar es insano. La tasa de diabéticos también es más alta que en otras zonas. Hay muchos enfermos pulmonares crónicos, problemas relacionados con el alcohol y con patologías más infecciosas. Tenemos algunos casos de tuberculosis que no se dan en casi ninguna otra zona de Sevilla
Supongo que la pandemia resultó más perjudicial en esta zona de Sevilla que en otras.
Con el confinameinto total, aquí se pasó muy mal. Hubo gente que a los quince días ya no tenía saldo en sus teléfonos y no podía concertar una cita previa en el centro ni nosotros contactar con ellos. Nunca cerramos las puertas de nuestro centro de salud porque no podíamos dejar a la gente abandonada a su suerte.
¿La vacunación infantil es más complicada?
Sí pero conseguimos todos los años el objetivo porque nuestras enfermeras son muy insistentes y van por las casas buscando a los niños para que vengan a vacunarse. Y los conocen por sus nombres y apellidos. A las personas mayores las hemos vacunado en sus domicilios porque no podían salir de sus casas.
Acaban de abrir justo enfrente de su centro de salud un centro de vacunación Covid. ¿Cómo está funcionando?
También la vacunación Covid es más complicada y por eso hemos abierto este centro. Hemos detectado que mucha gente no iba al estadio de la Cartuja porque la Ronda del Tamarguillo a veces se ve como una frontera. Si no hay un hijo que lleve al estadio a su padre, es difícil que vaya. La dirección del Distrito Sanitario vio este problema y propuso abrir este centro para toda la zona. Vacunamos a unas 500 personas al día. Cubrimos no sólo Pajaritos, Candelaria y Madre de Dios sino también la Plata, Amate, el Cerro y Polígono Sur y Letanías. De 62 para abajo y todos los perdidos de más edad. Ha tenido mucho éxito y aceptación el centro de vacunación en la zona. Hemos vacunado a casi tres mil personas en estos días.
¿Hay personas que no quieren vacunarse?
Muy pocas. Si le pones fácil la vacuna, la inmensa mayoría de la gente se quiere vacunar.
Toda esta zona debería ir a mejor pero parece que es al revés.
Ha habido de hecho un empeoramiento. Cuando se crearon estos barrios en los años 60 eran barrios obreros. La gente trabajaba en la Cruzcampo, Induyco y había de todo. En los años 80 la droga fue devastadora y mucha gente murió con la heroína. A partir de ahí las cosas no remontaron y hay zonas del barrio que siguen empeorando. Lo último son los narcopisos, gente que va a comprar droga y a drogarse allí.
Con este panorama los sanitarios a los que destinan a este centro de salud llegarán con cierto temor.
Una compañera siempre dice que aquí la gente llega llorando porque les da cierto miedo trabajar aquí y que cuando acaba su contrato o su etapa de formación se van llorando porque les da pena irse y dejar todo esto atrás. Cuando el exterior es más difícil, hay más unión entre los profesionales del centro de salud que en otros menos complicados. No obstante, quiero decir que en los Pajaritos y Madre de Dios hay de todo y muchos mundos y lo que llega a los medios es es solo uno de ellos, el de la gente absolutamente excluida. A ellos hay que ir a buscarlos para casi todo. Pero hay otro mundo absolutamente normalizado de gente que tiene trabajo y que trabaja en bares, servicio doméstico, talleres, etcétera.
¿Es un problema la elevada tasa de población inmigrante que se concentra aquí?
Sí, es muy elevada. La inmigración supone una riqueza por una parte pero también un conflicto porque aquí ellega de todo. Hay gente que está trabajando, otros sin papeles, y hay pisos-patera, lo cual genera conflictos. Con algunos tampoco podemos entendernos porque no hablamos su idioma y falta comunicación. Hablan algo de inglés o francés pero lo hablan de forma muy rudimentario. Hay muchos marroquíes pero ellos aprenden español muy rápido.
¿La gente que vive aquí quiere mejorar la zona?
Uno de los problemas de Los Pajaritos es que la gente normalizada, en cuanto prospera, se va del barrio y los que llegan en su lugar es gente no normalizada. Es un problema grande. Todas las asociaciones intentan que no se vayan pero muchas familias no quieren que sus hijos se queden aquí. Se van a Sevilla Este o a Montequinto pero muchos siguen siendo pacientes nuestros porque sus padres viven aquí y les gustan sus médicos. Yo tengo en el cupo a abuelos, padres y nietos y todo el ciclo familiar y resulta enriquecedor. Hace que mi trabajo sea más fácil.
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