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Un niño con epilepsia, «alma» del nuevo libro de Andrés Pascual

El autor riojano acaba de presentar en Sevilla su novela «A merced de un dios salvaje», cuya historia gira en torno a un niño con Síndrome de Dravet

Andrés Pascual ABC

Pedro Ybarra Bores

«A merced de un dios Salvaje» es la novena novela de Andrés Pascual, autor riojano que acaba de presentar en Sevilla su libro ambientado en la comarca vitivinícola clásica de la Rioja Alta que propone «una fusión entre la belleza de los escenarios y el dramatismo del thriller clásico y que tiene un alma que ilumina tanto los movimientos de los personajes como cada una de las páginas de la novela: Raúl, un niño con Síndrome Dravet pero con una fuerza nunca vista para caminar hacia adelante y enfrentarse a un dios tan salvaje como ese», afirma.

Novena novela y tercera edición de «A merced de un dios salvaje»

La idea es continuar con la saga de la Rioja con los mismos escenarios y personajes. Tenía muchas ganas de seguir escribiendo un thriller puro con el paisaje idílico de la Rioja y estaba esperando la bendición de los lectores. Ya con la tercera edición me he lanzado a colgar la pizarra y empezar a hacer esquemas de una nueva entrega.

Un paisaje mucho más cercano...

Todas mis novelas anteriores se desarrollaban en lugares exóticos: Tibet, Japón, Amazonas o la India. Hubo un día en el que me decidí a escribir sobre mi tierra. «A merced de un dios salvaje» es la primera novela que escribo que se desarrolla no solo en mi tierra, sino en España. Supone un cambio radical que acarreaba cierta responsabilidad por aquello de ser autor de la tierra, que me está haciendo tremendamente feliz por su acogida.

¿Son escenarios reales?

Se trata de lugares muy localizados. Tanto las leyendas como la historia tienen lugar en escenarios reales. Lo único que es ficción son los hechos que ocurren, que afortunadamente son ficción

¿En quien se ha inspirado para elegir los nombres de los personajes?

Me gusta que los nombres mentalmente te conduzcan en cierto modo a la identidad del personaje. Me gusta que el nombre sea rotundo. Si el personaje es muy severo, que tenga un tinte exótico; si el personaje es más especial y de hecho, intento siempre que no haya conflicto fonético. A «Julio César» lo bauticé justo antes de galeradas, porque se llamaba «Julio» pero me di cuenta que chocaba mentalmente con «Emilio» en la cabeza del lector, y por ello le puse «Julio César», para que tuviese una identidad única que te conduce sin querer a un arquetipo característico de persona. No elijo los nombres de los personajes de forma casual. Estudio bastante los nombres.

Dos sucesos con veinte años de diferencia...

El libro es un juego de espejos entre la desaparición de un niño en una tormenta hace veinte años y la llegada de un niño estremecedoramente idéntico en la actualidad. Al margen de la trama en sí misma, de que esta llegada hace revivir la sospecha y la culpa entre los habitantes de la comarca y el temor de que vuelva a ocurrir algo semejante, me sirve para simbolizar que cuando enterramos aquellas cosas de las que no queremos hablar no se desvanecen, cuando salen a la superficie estallan y se llevan por delante todo lo que encuentran. Es lo que ocurre cuando este niño que llega se introduce en aquel microuniverso (finca, bodega...) empieza a reavivar secretos escondidos desde hace veinte años. Es una forma de decir que todas nuestras cuentas pendientes si las echamos a la mochila, lo único que hace es impedirnos caminar. Hay que aceptarlas y enfrentarnos a ellas.

¿Por qué Síndrome de Dravet?

El Raúl de carne y hueso que inspira al de la novela es el alma del libro. Más allá de la trama, toda novela tiene que tener una llama que la convierta en algo especial. Esta llama la prendió el Raúl de carne y hueso el día que lo conocí casualmente en una viña. Es un crío que tiene Síndrome de Dravet, su madre era amiga y por ello nos enteramos de la existencia de esta enfermedad, que prácticamente nadie conoce hasta que se lo cuentas.

¿Qué supuso conocer al Raúl real?

Fue tremendamente inspirador. Inspira a un niño de ficción con unas circunstancias de ficción, pero su vida es totalmente real en cuanto a la bondad de un niño que sufre más que todos nosotros juntos y en cambio vive la vida con inocencia, intentando disfrutar cada momento, hasta la parte más terrible que son los ataques de epilepsia. Se trata de una epilepsia grave que ataca a los niños desde que tienen un año y que les hace sufrir, en muchos casos, varios ataques cada noche. Es un papel fundamental, es el alma del libro aun cuando el papel protagonista lo lleva su padre en primera persona. De hecho es el niño que aparece en la portada del libro. Es el alma de la novela, independientemente de que el protagonista que lleva la batuta de los acontecimientos sea su padre.

¿Ha querido dar visibilidad al Síndrome de Dravet con este libro

Sí. Además me gusta hablar del Síndrome de Dravet en las entrevistas porque hay muy pocos estudios. Son crisis epilépticas pero con una sintomatología y un tratamiento específico. Lo que es épico es la labor de los padres, que están viviendo el instante presente intentando y logrando que sus hijos brillen más que ninguno, sin estar anclados a la noche anterior que ha sido una pesadilla y la noche siguiente que va a ser otra pesadilla.

El vino muy presente en su obra...

Más que el vino, en sí mismo el ambiente bodeguero. La finca «Las Brumas», la bodega, se convierten en un personaje más de la trama. Tiene este aspecto de bodega centenaria con un cielo y un infierno en su interior. Es el cielo de la superficie, que es todo sofisticación y belleza, y el infierno de las profundidades, con las redes de calado, de pasadizos, de barricas, de silencio y de moho, que utilizan muchas bodegas para controlar la humedad.

¿Sevilla sería escenario de una de sus novelas?

Me gusta venir. Siempre he tenido muchos seguidores aquí y buenos amigos. Siempre he sido muy bien acogido en esta ciudad preciosa. Cualquier rincón del mundo tiene magia para ambientar cien novelas, y esta ciudad muchos más. No obstante ahora me quedo una temporada en la Rioja, porque escribir este libro ha sido una experiencia fantástica y está siendo vivirlo.

Y ahora ejerciendo de «embajador» de la Rioja

Sí. De hecho acaban de presentar una ruta oficial por los escenarios del libro con las localizaciones concretas que se acaba de poner en marcha.

¿Veremos alguna de sus novelas en el cine?

De «El guardián de la flor de loto» adquirió los derechos una productora de Los Ángeles, que fueron quienes hicieron el guión adaptad pero todavía no se ha realizado la película. Para esta novela ya nos han pedido el libro para examinarlo una productora española y otra francesa. Precisamente por este equilibrio entre el paisaje idílico por un lado, y el dramatismo, por otro.

¿Cuáles son sus proyectos más próximos?

Estoy acabando de terminar la primera fase de la promoción y en cuanto acabe me pondré a escribir la segunda entrega.

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