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Entrevista

«El sol es nuestro petróleo y con él la isla de la Cartuja de Sevilla se podrá autoabastecer a partir de 2025»

Rafael Sánchez Durán, director de Desarrollo y Relaciones Institucionales de Endesa para Andalucía y Extremadura, defiende el proyecto «eCity Sevilla», basado en su tesis doctoral y que es pionero en Europa de ciudad sostenible, digital e interconectada

Rafael Sánchez Durán Juan Flores

Jesús Álvarez

Rafael Sánchez Durán , licenciado en Ciencias Empresariales y MBA por el Instituto Internacional de San Telmo, es director de Desarrollo y Relaciones Institucionales de Endesa para Andalucía y Extremadura. Un mes antes del inicio del estado de alarma se doctoró en Ingeniería Informática con una tesis titulada «El futuro y la demanda energética» , que no sólo obtuvo sobresaliente «cum laude» sino que se va a poner en práctica en la isla de la Cartuja de Sevilla. «eCity Sevilla » es un proyecto pionero de ciudad europea que se autoabastecerá de energía cien por cien renovable a partir a 2025. Sánchez Durán, que colabora con Facebook Research en proyectos globales de sostenibilidad, ha liderado una docena de estudios en Enerclub, Eurelectric y otros «think tanks» relacionados con los vehículos eléctricos y la eficiencia energética.

Dicen sus compañeros que se ha convertido en una especie de «hombre del tiempo».

Y tienen razón porque siempre estoy mirando la irradiación solar y los ciclos de viento y de lluvia. Formo parte de un comité científico en el que los que venimos del mundo de la energía nos mezclamos con los climatólogos y ese intercambio resulta muy provechoso. Ellos nos dan las previsiones solares, las cuales resulta predecible pese al paso de las nubes y los cambios de latitud. En febrero sabemos que vamos a tener mucho viento y en abril sabemos que vamos a tener mucha agua. En los meses centrales tendremos mucho sol. Entender los ciclos de viento, de agua y de sol va a ser fundamental.

En Sevilla y el resto de Andalucía debemos de tener más sol que en ningún otro lugar de Europa.

Tenemos la mejor irradiación solar de Europa, en efecto, y también de viento en nuestras costas, especialmente en Cádiz. Nuestra latitud es magnífica para la producción solar. Nuestra irradiación solar es el doble que la de Alemania en verano. Tenemos más de 300 días al año de sol y unas 3.000 horas de luz. Somos unos privilegiados. Es un recurso infinito y gratuito que debemos aprovechar.

¿El sol puede ser nuestro petróleo?

El sol ya ha sido nuestro petróleo y lo va a seguir siendo. Que ya lo ha sido lo demuestra nuestra agricultura y nuestro turismo, que se basan en él. El sol nos da dado mucha riqueza y ahora nos la va dar también para autoabastecernos de energía. La Tierra recibe mil veces más irradiación solar de la que necesita y con las placas fotovoltaicas podemos contar con un aporte inagotable.

¿El almacenamiento dejará de ser un problema?

Hay muchas tecnologías trabajando en eso y que ya funcionan y que se siguen abaratando. Hay dos tipos de almacenamiento, el diario, que pasa de unas horas del día a otras y que las consumes por la noche con baterías de ion-litio, y luego el estacional. Tú guardas energía que la puedes consumir a largo plazo, por ejemplo, gracias un bombeo. O con volantes de inercia y sistemas de aire comprimido.

«El carbón y las centrales nucleares se cerrarán. Del 42 por ciento actual pasaremos en una década al 80-85 por ciento de energías renovables»

¿Qué cree que va a pasar con el carbón, el gas o la energía nuclear?

El carbón se cerrará y también las centrales nucleares. Vamos a pasar del 42 por ciento actual de las renovables al 80-85 por ciento en una década. Van a entrar muchas plantas en funcionamiento. Las renovables desbancarán al carbón y al gas porque es más barata. El hidrógeno es otra apuesta de futuro pero un hidrógeno limpio que se extrae del agua a través de la electrolisis.

¿El cambio climático ha empujado a Europa a apostar de forma más decidida por la energía renovable?

Hace veinte años se podía apostar por esto por ecologismo pero ahora es también por razones económicas. Necesitamos una energía limpia, segura y estable. En Europa lo tienen muy claro desde hace tiempo y no hay marcha atrás como demuestra el «European Green Deal».

La Tierra se está calentando. Aparte de los combustibles fósiles, ¿qué tiene que ver el consumo en este cambio climático?

Estamos ante un problema muy serio que afecta a todo el planeta y a todo el modelo industrial, y por eso es más urgente el cambio de modelo energético. Consumimos de una forma acelerada y la huella ecológica que dejamos los seres humanos viene a consumir cada año 1,7 planetas. Esto quiere decir que la Tierra tiene una capacidad de autoregeneración y estamos excediendo cada año esa capacidad de una forma muy notable. Y eso ocurre cuando aún queda gran parte de la humanidad en vías de desarrollo, con lo cual esto puede complicarse mucho más. En esta década pasaremos de 7.500 a 9.000 millones de habitantes. Pero lo más perjudicial de este exceso de consumo corresponde al dióxido de carbono, que se lleva el 70 por ciento de la huella ecológica que dejamos cada año. Luego vendría el uso de la tierra por cultivos, el pastoreo, etcétera, que no suma más del 20 por ciento de esa huella.

«No es alarmismo pero los efectos del cambio climático pueden ser devastadores en el planeta y convertir el coronavirus en un chiste»

¿Esa huella ecológica podría crear situaciones más graves que la de una pandemia sanitaria como la del coronavirus?

Sí. Creo que lo del coronavirus podría ser un chiste al lado de esos efectos que podría causar como desbordamientos o la subida del nivel del mar en las costas. Muchos estudios científicos hablan de efectos devastadores y no es alarmismo. Por eso es tan importante cambiar el modelo energético y abastecernos de una energía limpia que permita una movilidad sostenible y unos edificios eficientes energéticamente.

¿Así será la isla de la Cartuja con su proyecto «E-City Sevilla»?

La reducción del consumo energético es muy importante para que no ocurra una catástrofe climática. La isla de la Cartuja consume actualmente unos cien kilowatios hora y en el proyecto que Endesa ha presentado lo primero que se hace, antes de hablar de renovables, es reducir el consumo energético.

Y esta reducción la propone una compañía eléctrica...

Sí, es paradójico, pero el futuro es lo que nos importa, un futuro sostenible. Todos los edificios de mayor tamaño de la Cartuja que se sumen al proyecto deben reducir un 30 ó 35 por ciento su consumo actual de energía. Habrá edificios incluso que logren un autoconsumo del 90 por ciento de su energía. La mayoría, no obstante, proceden de la época la Expo y tienen tecnologías obsoletas. Habría que reformar, empezando por la piel porque tienen muchas fugas térmicas. Y habría que continuar con las máquinas y la eficiencia energética. En las plantas más bajas de algunos edificios te hielas y en las de arriba pasas calor. Pero la teconología ha avanzado mucho y se puede acabar con eso.

¿Cómo serán los transportes?

En la Cartuja habrá que cambiar los transportes y su modelo energético, lo que puede significar una mejora del 60 por ciento en el consumo. Y la energía que necesitemos, después de reducir ese consumo, deberá ser toda renovable. Se trata de que la Cartuja se comporte como todas las ciudades europeas en 2050, según el proyecto de la UE.

¿Cuándo podremos verlo?

Lo veremos en 2025. En dos años deberíamos acometer la descarbonización completa y en el resto los proyectos que lo acompañan. Endesa sola no puede, necesitamos mucha colaboración de todas las empresas de la Cartuja, las universidades y las administraciones. Este proyecto está llamando mucho la atención en todo el mundo.

«Alrededor de la futura Isla de la Cartuja se puede desarrollar una industria potente de componentes necesria para ese nuevo modelo de ciudad»

¿Podría convertirse la isla de la Cartuja en una especie de Silicon Valley?

No me atrevo a decir eso pero sí que vamos a poner las bases para que a su alrededor se desarrolle una industria potente de componentes de todo lo que va a hacer falta en ese nuevo modelo de ciudad: software, aplicaciones, alumbrado público, vehículos autónomos. No hay ningún proyecto tan ambicioso como el nuestro en toda Europa para crear una ciudad cien por cien renovable.

¿Qué recibirán a cambio las empresas de la Cartuja que se comprometan a invertir y reformar sus modelos energéticos y de movilidad?

Aparte de la reducción del consumo que lograrán y reducirá sus gastos fijos, que participen de esa industria que se va a crear alrededor del proyecto y que puede ofrecer soluciones a los nuevos tipos de ciudades que se van a alumbrar en Europa de aquí a 2050. Puede ser un gran negocio para Sevilla y Andalucía.

¿En qué lugares del mundo se ha avanzado más en este nuevo modelo de ciudad?

Podemos hablar de nuevas ciudades en Emiratos Árabes o Seúl que ya son muy eficientes energéticamente, pero el problema es hacerlo sobre ciudades ya existentes que exigen una rehabilitación. Nuestro proyecto de la Cartuja puede competir a nivel internacional y es importante que se haga pronto porque en cinco años ya seremos uno más. Todo el mundo está empezando y hay barrios inteligentes en esta línea en ciudades de Suecia y Holanda.

¿Todo estará interconectado en la Cartuja?

Los edificios de la Cartuja tendrán que captar datos y a la vez incluir predicciones climáticas, entre otras cosas. Hay muchas verticales y conectividad en el proyecto. La ciberseguridad será también muy importante. La digitalización es la parte más compleja pero permitirá, por ejemplo, que una farola se convierta en un gran receptor de datos. No dará solamente luz led regulable de forma telemática e instantánea, sino que será una especie de caballo de Troya por dentro. Deberemos esconder en ellas sensores para captar datos de todo tipo: cámaras de seguridad, sistemas que cuenten las plazas de aparcamiento a su alrededor, antenas wifi, repetidores de 5G, sensores de calidad del aire. Esos datos nos lo llevaremos a la nube y se convertirán en un recurso disponible que tendrá múltiples aplicaciones en movilidad y otros campos. Nos permitirá saber, por ejemplo, cuándo viene el autobús, con qué frecuencia, si hay atasco o el mejor itinerario. El dato hará posible el mundo de esa ciudad inteligente. Pero no será el dato por el dato sino algo traducido a cosas útiles.

«Las farolas serán en el futuro una especie de caballo de Troya por dentro. Esconderán sensores de todo tipo para captdar datos que se llevarán a la nube y tendrán múltiples aplicaciones en movilidad y otros campos»

¿Podría extenderse el proyecto de la Cartuja a partir de 2025 a otras zonas de Sevilla?

La idea base es que se pueda replicar en cualquier otro sitio. Yo también quiero una Triana «inteligente», por ejemplo. La Cartuja es una isla pero está conectada a través del río con el resto de la ciudad y el modelo puede extenderse. En Málaga se ha avanzado mucho en el proyecto «smart-city» y con este proyecto de la Cartuja creo que pasamos de la cultura de la subvención a la del mercado, de un proyecto de innovación al mercado real. Lo sacamos, en cierto modo, del escaparate para ponerlo a funcionar.

¿Cuánto dinero hará falta invertir en esta primera fase?

Endesa va a poner unos cien millones de euros en fotovoltaicas y actuaciones sobre edificios, pero a eso se tendrá que sumar toda la inversión pública de las distintas administraciones, las telecos, las sedes de los edificios de la Cartuja. Será algo muy colaborativo que debe reunir muchas voluntades.

¿Cuándo llegarán los coches autónomos a la Isla de la Cartuja?

Yo lo tengo apuntado para 2024 o 2025. Y se puede adelantar porque la tecnología está avanzada, aunque falta desarrollar el modelo de negocio. Hay que configurar muchas cosas para que eso funcione en la isla: una nueva ordenanza municipal con medidas de seguridad para el ciudadano.

La movilidad del transporte de «eCity Sevilla» se dibuja «eléctrica, conectada y compartida» en el proyecto, pero el coronavirus ha frenado esto último.

En China ha crecido la venta de vehículos privados a raíz del coronavirus. Cuando tú promueves transporte público y eléctrico se producen unos efectos notables de eficiencia y de reducción de la contaminación. Yo espero que la pandemia sea solo un episodio, aunque nos tenga en alerta permanente. Nuestro modelo es de coches compartidos en los que no importa la propiedad sino el uso. También pensamos en bicicletas y patinetes eléctricos. El transporte es fundamental y si no logramos quitar la combustión en las calles, no será posible la descarbonización de las ciudades por mucho que nos autobastezcamos de energías limpias.

Los tres meses de confinamiento casi mundial parece que han sentado bien al planeta y a la atmósfera.

-Se ha reducido muchísimo la contaminación, que es un tema de salud. No quiero entrar en alarmismos pero la OMS tiene cuantificados los muertos por la contaminación del transporte. Y son muchísimos.

¿Puede explicar la contaminación que el coronavirus tenga una mayor tasa de letalidad en Madrid, Barcelona y otras ciudades con problemas de polución atmosférica?

Acaban de salir varios estudios a nivel mundial sobre esto que dan miedo porque relacionan directamente la afectación del coronavirus con problemas pulmonares por la contaminación ambiental. El transporte por combustión produce dióxido de carbono, dióxido de nitrógeno y óxidos nitrosos y partículas 2,5 que se respiran y no se pueden filtrar. Provocan muchísimos problemas pulmonares y cardiorrespiratorios. Sevilla es una ciudad tipo medio que está mucho menos castigada por la contaminación ambiental.

«El vehículo autónomo llegará a la Cartuja en 2024 o 2025. La tecnología está muy avanzada pero hay que configurar antes muchas cosas para que funcione con seguridad en la isla»

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