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«Los ordenadores son estupendos, como los coches... hasta que se llevan a 200 por hora»_Cayetano García-Castrillón, Psiquiatra

«Los ordenadores son estupendos, como los coches... hasta que se llevan a 200 por hora»_Cayetano García-Castrillón, Psiquiatra

Experto en conflictos entre padres e hijos y en su vinculación con el uso de las nuevas tecnologías, el psicoanalista y psiquiatra sevillano Cayetano García-Castrillón dedica cada vez más consultas a orientar a progenitores recomendándoles que conozcan bien los nuevos canales de comunicación de los menores.

—Todo lo nuevo nos inquieta y si nos angustia tendemos a clasificar lo desconocido como malo. Con las nuevas tecnologías corremos ese riesgo. Pero lo auténticamente peligroso es la ignorancia, aunque nos cueste tener que afrontarla no huir de ella nos ayudará mucho.

—Las posturas de fuerza son en este caso contraproducentes, entonces...

—Si lo nuevo nos resulta intolerable corremos el riesgo de iniciar una guerra con los chicos a costa de las consolas, internet, etc. Esa guerra la perderemos los padres y lo único que conseguiremos es que los chicos se alejen y oculten cosas. Así se fomenta lo que llamo incomunicación «destructiva».

—¿Y no influye el escaso manejo de las nuevas tecnologías que aún tiene buena parte de la generación paterna?

—Otra reacción es que ante lo nuevo los padres nos inhibamos, «como no entiendo, paso, que haga lo que quiera con las máquinas». Pero eso es muy arriesgado. La familia puede entrar en una falsa calma estando todos en su cuarto con la TV o los ordenadores. Es una buena forma de estimular la fragmentación de la familia y la incomunicación.

—Por tanto, lo mejor es acompañar en la medida de lo posible a los hijos en ese viaje diario a internet, las redes sociales...

—La reacción más saludable es el acercamiento. Serán los propios chicos, que siempre sabrán mas que nosotros, los que nos enseñarán qué hacen. Pero para ello es necesaria la sinceridad y esta sinceridad no es grano de un día. Esta sinceridad empieza por los padres, reconociendo que nos asustamos, que necesitamos que nos ayuden. La clave es que no sea una confrontación en contra de lo que a ellos les gusta sino una necesidad nuestra.

—¿Pero dónde está entonces el límite, la frontera de la autoridad, de la disciplina?

—Claro, hay que recordar que no somos amigos de nuestros hijos, tomamos medidas que les disgustan, ponemos límites, controlamos y esto nos trae conflictividad con los chicos; pero si no somos nosotros quienes tomamos medidas, la vida no les consentirá vivir sin límites, sin control, les pasará factura. Ser padres es una dura tarea en numerosas ocasiones.Los padres debemos saber que la tecnología es un camino enorme de comunicación, es un mundo que construyen los chicos entre ellos, pero existen señales de aviso de peligro que yo creo que todos los padres deben conocer. Creo que deberían ir en un manual en los productos informáticos.

—¿La alarma empieza a sonar cuando se aprecia aislamiento?

—Efectivamente, que los chicos se aíslen hay que empezar a preocuparse. Una señal inquietante es que el chico vaya reduciendo su vida cotidiana y sus actividades normales, cuando el ordenador o la consola dejan de ser una cosa más para pasar a ser lo único. Es decir cuando pasan de ser parte de la vida del chico a ser la vida del chico.

—¿Existe un perfil de menor más propicio a caer en esta adicción?

—Sí. Los chicos con baja tolerancia a la frustración, por ejemplo; la red ofrece todo de manera inmediata. También los menores que sufren una soledad insoportable buscan en la red un mundo paralelo que les aporte lo que no encuentran o no han podido encontrar en su mundo real. Estos chavales tienen enormes riesgos de caer en manos de desalmados, que saben seducirlos muy bien por la red. Si la realidad virtual es una huida de la realidad no virtual, quizás debamos equipar mejor a nuestros hijos para las realidades no virtuales.

—A muchos les puede servir para ser quienes no son, ¿no?

—Exacto. Otro perfil con mucho riesgo es el de los chicos con dificultades de identidad, ya que la red les sirve para ser otros. Hay que tener mucho cuidado, por otro lado, con la ingenuidad o la ignorancia de los chavales. Deben saber que los ordenadores son estupendos, sí, pero también lo son los coches... hasta que se conducen a 200 por hora».

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