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ISLAM EN SEVILLA

¿Qué pasó con los proyectos de gran mezquita en Sevilla?

Varias comunidades islámicas intentaron sin éxito levantar un templo en la ciudad. El rechazo vecinal y las dudas sobre la financiación frustraron todas las iniciativas

Recreación de la mezquita que promovía la Comunidad Ishbilia ABC

Eduardo Barba

El anhelo de los musulmanes sevillanos de construir una gran mezquita en la capital andaluza (como las de la Costa del Sol o Madrid) ha chocado de manera recurrente en los últimos años contra el Ayuntamiento y también contra colectivos ciudadanos que alertaron del posible problema de radicalización al no quedar claro el origen de la financiación del templo y sus actividades, el verdadero quid de esta cuestión en todo momento. Ese ha sido finalmente el principal obstáculo y el freno para el proyecto en todos los intentos que han llevado a cabo varias de las comunidades islámicas de la ciudad, que nunca pusieron luz y taquígrafos sobre la procedencia del dinero con el que se pretendían levantar complejos religiosos y sociales de cierta envergadura. En ese tira y afloja llevan ambas partes más de veinticinco años.

Ya en el año 2003, cuando sólo había constituidas seis comunidades de esta religión en la capital hispalense, un grupo de musulmanes sevillanos constituyó la llamada Fundación Mezquita de Sevilla con el objetivo de lograr la cesión de la iglesia de Santa Lucía (desacralizada y en manos de la Junta de Andalucía) para convertirla en mezquita. Los responsables de este grupo inicial reivindicaban «la normalidad en las religiones» y un lugar donde congregarse en lugar de sus propios domicilios. Llevaron incluso al Parlamento de Andalucía una propuesta, pero entre la lentitud calculada de las administraciones y los crecientes prejuicios ya en aquellos años a raíz de la Guerra de Irak provocaron que el proyecto quedara frustrado y también que el Gobierno andaluz acelerase para transformar Santa Lucía en un centro cultural, como es desde hace siete años. De aquella iniciativa inicial hasta hoy, los movimientos han sido muchos.

Solar público en Sevilla Este

El último intento ha sido el protagonizado por la Comunidad Islámica Ishbilia , una de las principales de la capital andaluza y la que más se ha movilizado en este sentido últimamente. Esta comunidad, asentada en el distrito Cerro-Amate y de corte aperturista, ha venido reclamando la posibilidad de construir una mezquita y un centro cívico en terrenos de Sevilla Este, pero el gobierno local del socialista Juan Espadas cerró las puertas -con un informe jurídico- archivando la petición de licitación forzosa sobre la parcela que habían realizado los islámicos. Era el último de hasta cinco intentos para levantar un templo musulmán.

Ishbilia presentó en febrero de 2017 un recurso contra la decisión municipal de archivar su petición de licitación, pero desde la Gerencia de Urbanismo ya se expuso a este periódico que se descartaba definitivamente la construcción del citado templo en Sevilla Este. Los promotores de la gran mezquita de Sevilla anunciaron que acudirán la vía judicial para presentar una demanda en el Contencioso Administrativo, pero poco más se ha sabido del asunto. Ishbilia solicitó la licitación de una pastilla de terreno de 10.000 metros cuadrados entre la avenida del Deporte y la calle Doctora Navarro Rodríguez, calificada como suelo de interés público y social (SIPS) en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU). Finalmente, el gobierno local resolvió en contra al entender que esa comunidad carecía del derecho de exigir la licitación forzosa de parcelas porque no existe ese derecho en el ordenamiento jurídico. Otros motivos que Urbanismo alegó fueron el desconocimiento del proyecto y del promotor, la oposición de los vecinos, la existencia de «suficientes mezquitas» en la ciudad y la ausencia de otros solares públicos que reúnan las características necesarias para ese complejo.

El proyecto de Ishbilia incluía además de la mezquita un centro social, un centro cultural e instalaciones para los vecinos, con un presupuesto de 60 millones cuyo origen nunca fue suficientemente aclarado por la comunidad musulmana, que aseguraba también empleo para los vecinos de Sevilla Este que no lo tuvieran. Esta comunidad ha insistido en mantener abiertas vías de diálogo con el Ayuntamiento, pero el punto de partida para ello por parte de los responsables municipales es que el proyecto de mezquita se suspenda; al menos en la dimensión que se anunció.

Movilización vecinal en Bermejales

Tanto Ishbilia como la otra gran comunidad musulmana que hasta ahora había impulsado la idea de un centro de culto, la Fundación Gran Mezquita de Sevilla , han hecho en todo momento un gran esfuerzo por desmarcarse la una de la otra desde que fuera anunciada la última propuesta, de la que esa segunda organización se desvinculó por completo. Esta última entidad, la Fundación Gran Mezquita, fue la promotora del primer proyecto de mezquita, aquella que iba a ubicarse en Los Bermejales tras un acuerdo en 2004 con el Ayuntamiento liderado por el también socialista Alfredo Sánchez Monteseirín —que cedía la parcela junto a la ronda SE-30— que luego se quedó en papel mojado a causa de las intensas movilizaciones vecinales en contra de que se levantara allí el templo y por el revés del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que tumbó el proyecto por los «vicios en el proceso» a raíz de la denuncia ciudadana.

Protesta en los Bermejales ABC

Aquella comunidad islámica que quería instalarse en los Bermejales fue la misma que luego intentó también hacer lo propio en el barrio de San Jerónimo -donde reside uno de los núcleos principales de musulmanes en la ciudad- o la isla de la Cartuja , junto al estadio y al lado del viaducto que conecta con el puente del Alamillo. En ambas ocasiones también se topó con trabas de la Administración local y, en el primero de los casos, con una reacción virulenta de una parte de la población de esa zona, que se manifestó para que se impidiera desarrollar allí el proyecto. La Fundación Gran Mezquita de Sevilla es la que dirige actualmente la mezquita de Ponce de León, asentada desde hace varias décadas en la ciudad, y forma parte de la Comunidad Islámica de España, propulsora de la mezquita de Granada. Se trata de una rama más reservada del islamismo, si bien siempre subrayó su posición de un Islam «desarrollador de civilización» que está «absolutamente en contra de posiciones radicales».

Otro grupo de musulmanes de la ciudad trasladó durante el anterior mandato, el del popular Juan Ignacio Zoido , un proyecto inicial para levantar un templo mahometano frente al centro comercial Los Arcos, en terrenos del polígono Carretera Amarilla -en la esquina entre la avenida de Andalucía y la Ronda del Tamarguillo que ahora ocupa un supermercado Lidl y un establecimiento de comida rápida KFC-. Tres sevillanos que se decían representantes de «inversores solventes» de Emiratos Árabes contactaron con Urbanismo con la idea de conocer los pormenores de los terrenos escogidos para levantar un «centro cultural islámico» y el proceso para obtener la pertinente licencia de obras municipales. Ya habían contactado varios años antes y volvieron a intentarlo con mayor respaldo financiero, de diez millones de euros, aunque tampoco lograron avanzar y terminaron descartando la idea.

Dudas sobre los fondos

Pese a esas diferencias notables hasta el momento en el proceder de todos los colectivos islámicos, se mantiene en todos ellos un elemento común, que, además, resulta de vital importancia para poder desarrollar un complejo de ese tipo: el origen de los fondos con los que se pretende costear. En el caso de la mezquita de Bermejales, tras algunas reticencias se llegó a explicar que la operación sería financiada por el emir de Sharjah, en los Emiratos Árabes Unidos . Las dudas sobre la procedencia del dinero fueron luego las mismas cuando se anunció que el gobierno de Malasia donaba 900.000 euros para dicho proyecto.

Varios fieles leen en la mezquita de Ponce de León DÍAZ JAPÓN

Cuando surgió la opción en la avenida de Andalucía, los inversores hablaron de esos diez millones también procedentes de Emiratos Árabes, sin mucho más detalle. Para el último envite, Ishbilia había asegurado que el templo y el centro cultural —60 millones de euros— se pagarían «mediante donaciones», si bien se ha hecho ver que tienen aseguradas aportaciones desde los Emiratos Árabes Unidos. Y para el mantenimiento posterior, la explotación de un complejo de ocio que tenían previsto construir también en ese distrito de la ciudad. Un plan de enorme envergadura y de cuyo soporte financiero nunca se supo lo suficiente.

Los promotores de la mezquita mostraron en todo momento su mano tendida a los vecinos de esa zona de Sevilla Este escogida para el templo, proponiendo reuniones con todas las asociaciones que lo considerasen y ofreciéndose para incluir en el centro cultural que acompañaría a la mezquita los equipamientos que el barrio demandase. Aún así, la iniciativa cayó en saco roto.

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