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Salud

Podólogos al SAS: «Sabemos hacer más cosas que cortar las uñas y quitar callos»

Alegaciones al proyecto de decreto que pretende que cobren al año 3 euros por servicio

Los podólogos tratan las alteraciones que afectan al pie ABC

Amalia F.Lérida

Llueve sobre mojado para las personas que tienen pie diabético y para los podólogos que las atienden.

Han pasado ya dos años y la Junta de Andalucía no sólo no cumple el acuerdo parlamentario para la inclusión de la Podología dentro del catálogo de prestaciones del SAS sino que quiere convenir con esos profesionales la atención en sus consultas privadas de dichos pacientes por el mismo precio que en 2008 y restringiendo el amplio abanico de prestaciones para las que están capacitados, es decir, autorizándolos solo a que quiten callosidades, durezas y corten y limen las uñas, que es lo que se denomina quiropodia.

Es una denuncia que procede del Colegio Profesional de Podólogos de Andalucía que insta a que se cumplan esos acuerdos del Parlamento para que los pacientes con pie diabético puedan ser atendidos por la sanidad pública, y que critica la falta de interés de la Administración por este tipo de atención a la población afectada.

Un abandono que se acrecienta con las medidas alternativas que toma concertando las prestaciones en las consultas privadas, según señala Antonio Guerrero , secretario del citado colegio profesional.

Explica que ya han presentado a la Consejería de Salud las alegaciones al proyecto de decreto que regula el procedimiento y las condiciones para prestar servicios podológicos a personas con pie diabético y en base al cual saldría el pertinente convenio.

Según sostiene, la Administración pretende que por 18 euros al año los podólogos atiendan a esos enfermos en sus consultas y por 25 en su domicilio, pero además la asistencia sería solo de quiropodia.

«Es decir —explica Guerrero— no podemos prescribir ni mandarle un antibiótico ni actuar si tiene una uña clavada con riesgo de infección o un callo con infección que es muy común en personas con pie diabético. En este caso, si eso sucede en la consulta, y a pesar de que estamos capacitados para atenderlo, para eso y mucho más, el enfermo tiene que ir a su médico de cabecera y que éste le indique qué hacer y, mientras tanto, el tiempo pasa y la infección está ahí».

Añade que si son 18 euros al año lo que cobraría el podólogo de la Administración —precio de 2008— y lo adecuado es que cada dos meses el paciente vaya a la consulta, resulta que son seis servicios al año a razón de 3 euros, «lo que no nos da ni para material fungible».

«Por eso en Sevilla hay sólo cuatro podólogos que suscribieron ese convenio», apostilla.

Guerrero detalla que la única novedad respecto al acuerdo de hace diez años es el aumento de las sanciones al podólogo si se extralimita de sus funciones, que pueden llegar hasta los 3.000 euros.

Actualización de las tarifas

El Colegio propone en las alegaciones presentadas actualización de las tarifas de 18 a 35 euros, en consulta; y de 25 a 50, en domicilio, además de la creación de una lista de tratamientos especiales añadidos, tal y como se determina en el artículo 3 del Decreto 281/2001 del Plan de Atención Dental Infantil de la Junta de Andalucía (Padi), adaptada a la realidad asistencial de la podología. Esos serían: exploración biomecánica (40 euros) , vascular ecodoppler (30), neurosensitiva (30), cirugía de la uña incarnada (150), de la exostosis subungueal (200), de la exostosis interdigital (200), de los dedos en garra (250), del Hallux Valgus (500), de los metatarsianos menores (450), exploración ecográfica (30), infiltraciones terapéuticas (15), cura de úlcera con desbridamiento estéril (35) y revisiones de úlceras (15).

En Sevilla, como ya dijo a ABC Antonio Guerrero, se hacen 350 amputaciones al año de pie diabético y el 15% de los enfermos desarrollan una úlcera a lo largo de su vida.

Cuantifica en 180.000 las personas con esta enfermedad que saben que la tienen, «porque hay una gran proporción que lo desconoce», y explica con un ejemplo por qué el pie es tan importante para un diabético.

«Si una persona que no es diabética va andando y se le mete algo en el zapato que le molesta, se lo quita, lo saca y punto. Pero un diabético no lo nota porque pierde sensibilidad y, cuando llega a su casa, se encuentra con que tiene una herida que puede tardar más o menos en cicatrizar en función de cómo esté su sistema vascular».

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