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Dos Hermanas

Un policía se enfrenta a 20 años de cárcel por defender a su familia de un asalto a su vivienda en Sevilla

El juicio que llevan años esperando Casimiro Villegas y su familia se ha aplazado hasta marzo de 2019

Casimiro Villegas, el expolicía que se enfrenta a 20 años de prisión Rocío Ruz

Álvaro García

«Cogí una pistola y me la metí debajo de la barbilla. Pensé en terminar con todo, apreté el gatillo pero el seguro evitó la detonación. Entonces entró mi mujer y me quitó con suavidad el arma». Es el relato de Casimiro Villegas , un expolicía local de Sevilla que se enfrenta a 20 años de prisión y a una responsabilidad civil de 300.000 euros después de vivir un episodio violento dentro de su vivienda en la que entraron cinco delincuentes (uno de ellos no fue identificado) para robar. Aquí comenzó la pesadilla de Casimiro y su mujer, Estefanía Gallardo , que llevan más de 7 años esperando a que se celebre su juicio, que iba a tener lugar en febrero de este año y que se ha pospuesto hasta marzo de 2019.

Eran las 03.00 horas de la madrugada del 29 de marzo de 2011 , Casimiro residía en una vivienda de campo en el extrarradio de Dos Hermanas , donde, junto a su mujer, estaba terminando de construir la casa que habían soñado toda la vida. Se fueron a la cama temprano, como era habitual, porque Casimiro entraba a trabajar a las 06.30 horas en su puesto de transmisiones de la Jefatura de la Policía Local de Sevilla , pero a mitad de la noche un ruido les levantó de la cama. Aquí empezó la pena de banquillo en la que llevan inmersos más de 7 años y por la que la Fiscalía solicita para Casimiro 20 años de prisión y 300.000 euros de responsabilidad civil. 

Desde el dormitorio Casimiro llegó al salón tras escuchar los ruidos y, entonces, le atacaron dos personas que comenzaron a agredirlo y a forcejear con él para tirarlo al suelo. «No me lo esperaba, pero en ese momento pensé que si me tiraban al suelo acabarían con mi vida. Me agarré a uno de ellos y comenzó una pelea feroz en la que entró en juego la supervivencia», explica a ABC de Sevilla este expolicía, que consiguió zafarse de los delincuentes que entraron a robar en su casa. Pero hasta llegar a que pudo escaparse pasaron muchas cosas. Hubo mordiscos, puñetazos y amenazas. «Mientras me tenía cogido uno de ellos le decía al otro que fuera a por la escopeta y que me disparase». «Dispara y mátalo...» , gritaban.

Rastros de sangre en la vivienda ABC

 

Casimiro huyó de su propio salón hasta su cuarto donde encontró a su mujer en estado de shock. Estefanía lo observó lleno de sangre y no pudo moverse, estaba paralizada de «los golpes y gritos tan aterradores» que estaba escuchando. Entonces cogió su arma reglamentaria y fue hasta la puerta principal de su vivienda pero, a la altura del lavadero con el pasillo, de nuevo se produjo un encontronazo violento con uno de los asaltantes que lo perseguía hasta el dormitorio, al cual se lo quitó de encima golpeándolo con el arma que empuñaba.

Al salir por la puerta principal de la casa vio una furgoneta industrial dentro de su patio, identificándose el morador como agente de la autoridad al grito de «¡alto, soy policía!» . No sabía cuántos delincuentes había ni dónde estaban. De repente comenzaron los gritos otra vez: «¡Dispara, dispara... mátalo!» . En ese momento Casimiro vio cómo pasaba uno de los asaltantes por delante suya. Lo encañonó con el arma pero no le disparó al no sentirse amenazado por él; sin embargo, milésimas después escuchó cómo desde fuera de la parcela le disparaban . «Oí un estruendo muy fuerte, un disparo, y entonces comencé a abrir fuego contra la furgoneta para inutilizarla, pero no conseguí alcanzar a las ruedas. Las balas, por lo que se ve, impactaron en la carrocería», afirma. Acto seguido el agente fue a asegurar la zona por donde penetraron en la vivienda. Entonces, de repente, el vehículo efectuó un trompo, haciendo una maniobra brusca se estrelló contra la valla del exterior. Los asaltantes consiguieron su objetivo de recuperar un instrumento vital para perpetrar el delito.

En la espiral de «violencia extrema» este expolicía siguió a los delincuentes y al salir de su propiedad se encontró de frente con uno de los asaltantes que sostenía una escopeta corta, que le encaraba y que le disparó. Aquí comenzó otro enfrentamiento, pero esta vez a tiros en el que varias personas se vieron involucradas. Los «tiros defensivos» de Casimiro alcanzaron al que empuñaba la escopeta ocasionándole una herida de bala, sin embargo los asaltantes consiguieron escapar. La presión que sufrió este expolicía hizo que poco después de los hechos entrara en shock y se desmayara «exhausto por el brutal esfuerzo» después de haber conseguido contactar con su central de transmisiones para que se montara el dispositivo policial de búsqueda y detención de los delincuentes. Así, se mantuvo al teléfono para poder guiar a sus compañeros de Sevilla hasta su domicilio, ubicado en una zona de «extremo aislamiento» .  

Imagen del estado en el que quedó la vivienda ABC

Cuatro detenidos

Por suerte, el operativo policial consiguió detener a tres de los asaltantes a los 45 minutos de la llamada de auxilio del policía. El cuarto fue detenido unos días después, pero las pruebas recogidas en la vivienda de Casimiro por la Policía Científica desvelaron que hubo un quinto asaltante. «Sacaron una huella del televisor que no coincidía con la de los cuatro detenidos ni de nadie de mi familia», aclara. En total hubo cinco heridos. Tres por arma de fuego, otro por un mordisco en la nariz y Casimiro, que sufrió politraumatismos y también una mordedura humana. 

Por estos hechos Casimiro se enfrenta a 20 años de prisión y una responsabilidad civil de 300.000 euros, por lo que le han embargado su pensión y sus bienes para hacer frente a lo que le piden desde Fiscalía. Por su parte, los asaltantes de su vivienda se enfrentan a una pena de entre 3 y 5 años. Esta diferencia de penas es algo que sorprende a los expertos, que entienden que la Fiscalía no ha aplicado la atenuante o eximente de legítima defensa a la que se tuvo que enfrentar Casimiro cuando cuatro (o cinco) asaltantes invadieron su vivienda para robar o incluso «matarme a mí y a mi mujer», sentencia. «Si no llegamos a despertarnos, hubieran llegado al dormitorio, cogiéndonos durmiendo con total desvalimiento. Si en lugar de haberme levantado yo, lo hubiera hecho Estefanía, no habría sobrevivido a la brutal agresión que sufrí».

Secuelas por el asalto

Este expolicía de Sevilla perdió su trabajo por las secuelas que le quedaron tras el asalto a su vivienda. Un tribunal médico le diagnosticó un Trastorno por Estrés Postraumático (TEPT) , una hernia discal a causa de los politraumatismos que le produjeron los asaltantes, además de haberse tenido que realizar tres pruebas médicas por un posible contagio de VIH y hepatitis a causa de la mordedura que recibió. Estefanía, su mujer, debe convivir también con el TEPT y una enfermedad de la glándula tiroidea, causada, según le han especificado sus médicos por el estrés que vivió durante el violento asalto aquella terrible madrugada.

Una de las puertas forzadas ABC

Las secuelas de Casimiro y Estefanía les marcan el día a día de su vida. Cada vez que entran en la vivienda revisan rejas, ventanas y habitaciones, encendiendo todas las luces comprobando que no han vuelto a asaltarla. No duermen tranquilos por las noches porque malviven con la pesadilla del día que asaltaron su vivienda. «Hemos tenido que poner un cerrojo en la puerta del dormitorio y duermo con un cuchillo debajo de la almohada», explican. Algunos de sus amigos e incluso el Ayuntamiento de Sevilla les han dejado de lado en su incesable lucha porque se haga justicia y han tenido que pedir dinero a su familia porque no pueden afrontar más pagos. «Estamos arruinados . Hemos gastado más de 45.000 euros en la defensa», confiesan.

El juzgado de instrucción número 7 de Dos Hermanas fue el encargado de coger las actuaciones de la investigación del asalto con violencia a la casa de Casimiro Villegas. Tras varios meses en prisión, los ladrones fueron puestos en libertad provisional, según recogió el auto del juez porque con esta medida «menos restrictiva» se entendía que la prisión supondría «un freno a la posible reiteración delictiva de modo sucesivo y a la toma de represalias por el tiempo transcurrido» contra el policía. 

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