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LOS BARRIOS MÁS POBRES DE ESPAÑA

Polígono Sur y Los Pajaritos, la foto fija de la pobreza

Años de estrategias fallidas y de abandono de las administraciones los mantienen a la cola de España en renta, servicios y empleo

Varias vecinas, junto a la zona más deteriorada de Los Pajaritos RAÚL DOBLADO

ELENA MARTOS

Dos bloques de 60 pisos son hoy la única esperanza a la que se aferran los vecinos de Los Pajaritos. Los habituales de la zona señalan las viviendas todavía en obras y hacen sus quinielas sobre quiénes serán los afortunados inquilinos que las estrenarán en unos meses . Pero es posible que los plazos se dilaten mientras los que tienen que adjudicarlas buscan fórmulas para hacerlo al menor coste posible, en el sentido amplio de la palabra.

El derribo de los pisos de uralita sería un buen punto de partida para terminar con el estigma. Los nuevos edificios sociales son el único proyecto que las administraciones públicas han desarrollado en esta zona tras años de promesas y abandono. «Tal vez cuando los acaben se limpien algunos bloques de droga y delincuencia, porque están ocupados ilegalmente y son un foco permanente de conflictos», dice Fernando de Armas , portavoz de la Plataforma cívica Tres Barrios-Amate , que trabaja para el mismo instituto de estadísticas que la semana pasada ponía a Los Pajaritos a la cabeza de la pobreza en España, con ingresos familiares inferiores a los 13.000 euros al año.

«No sé si este Ayuntamiento querrá asumir el coste político de echar a los que no cumplen y tirar los bloques. Esa es una patata caliente que ninguno se ha querido comer», dice con la decepción de tantas promesas incumplidas. Fernando de Armas lleva más de veinte años ligado a los problemas de sus vecinos, que no han conocido momento peor, con un deterioro notable de la zona y problemas crónicos de inseguridad.

Un furgón de la Policía Nacional en una de las calles de Los Pajaritos RAÚL DOBLADO

Envejecimiento progresivo

«Por desgracia no es la primera vez que estamos a la cabeza de esa lista y no me extrañan», admite, mientras acompaña a ABC por las calles de la barriada. « Mirad alrededor, solo quedan personas mayores que viven de una pensión y tienen que ayudar a sus hijos. Las familias jóvenes que quedan son las que no han tenido otra salida o han venido después porque la vivienda es barata», explica como justificación a los datos del INE. Cuenta que durante los años buenos la construcción daba empleo a la mayoría de los que no habían querido estudiar, que debieron ser muchos en vista de lo que ganaba un albañil. Pero la crisis quebró todo el sistema y los metió en la espiral.

«Y ni por esas nos hacen un plan específico. Nos aplican los planes generales y ¿tú crees que los contratos de exclusión tienen el mismo resultado aquí que en Nervión? », se indigna este portavoz vecinal. La demanda, más que superar, atropella las medidas que plantean las administraciones. «Así no hay manera de salir del pozo».

Pero el temor de los que trabajan pegados a esta plataforma no es la falta de salidas para la generación que se ha quedado descolgada, sino la falta de futuro de las siguientes. El nivel de absentismo escolar es uno de los más altos de Sevilla, aunque la media aritmética con los barrios colindantes lo suavice. « Muy pocos se sacan algo más que la Primaria y dónde vas hoy con eso», se lamenta este voluntario. Considera que el principal problema es esa falta de población joven en edad de trabajar y con intención de hacerlo y también esa mano institucional que los empuje para salir del estancamiento.

Eugenia Moreno, vecina de Los Pajaritos R. D.

Muy pequeña es la ayuda que necesita Eugenia Moreno , vecina de la calle Gavilán desde hace más de treinta años. Cansada de pasear su poblema por el Ayuntamiento de Sevilla, abre gustosa su casa a la prensa para explicar que tiene que usar un paraguas cada vez que va al baño porque se le cae la escayola. «Y pago religiosamente el alquiler, porque yo todavía soy de las que pagan», denuncia. Eugenia lamenta que « la droga se coma el futuro del barrio » sin que nadie ponga remedio.

También está cansado de escuchar promesas Salvador Muñiz , presidente de la Asociacion de Vecinos Tres Barrios , que comprende Candelaria, Pajaritos y Madre de Dios. «Mira ese morenillo de la foto –dice señalando un recorte viejo de periódico que tiene colgado en el despacho– ese soy yo con veinticinco años pidiendo soluciones para esta zona, hoy tengo setenta y estoy exactamente en lo mismo», cuenta.

Equipamientos en el aire

«En campaña todos se acuerdan de nosotros y luego meten nuestras reivindicaciones en un cajón. Pero les voy a advertir de que todo ese humo que nos han vendido lo van a hacer realidad, porque no vamos a parar», advierte con vehemencia Salvador. Explica que «lo poco que se ha hecho en el barrio ha sido gracias a las entidades privadas y a la Iglesia» que les cede incluso el espacio para la asociación de vecinos porque no hay dependencias municipales en Amate. «Aquí no tenemos ni un centro de mayores, que tengo que ir hasta el Cerro del Águila para echar un dominó y somos más de 23.000 vecinos censados», asegura.

Este histórico del movimiento vecinal sevillano denuncia que en otras zonas con menos necesidades las inversiones son mayores y dice no entender las razones. «¿Qué tenemos que hacer para que nos hagan un equipamiento? porque debemos ser los únicos en toda la ciudad que no tienen un centro de mayores», se cuestiona.

Pero los edificios no son garantía de nada, a juzgar por el resultado que han dado los dos grandes proyectos levantados en el Polígono Sur. Las historias que cuentan las televisiones y los periódicos sobre el arte y la gracia innata de los vecinos de las Tres Mil debió inspirar a algún gestor poco prudente para proyectar la Factoría Cultural , que debió haber haber abierto sus puertas hace un año y aún sigue vallada. En las mismas está el centro de negocios construido con anterioridad sin una sola empresa instalada. «Con la de cosas que hay por hacer y en lo que se entretienen nuestros políticos», dice con pesar Rafael Pertegal , presidente de la Asociacion de Vecinos Martínez Montañés , que no ha querido moverse de la zona desde que llegó en el año 1977.

Niños en una piscina hinchable en la barriada de Murillo R. DOBLADO

Los números no cierran

Le sorprendió la conclusión del INE que sitúa al Polígono Sur por encima de Los Pajaritos y Amate en renta por hogar. «Yo no sé de dónde han sacado los datos, aquí no hay ingresos, así que deben de haber tenido en cuentra a otras zonas», señala.

Las Tres Mil Viviendas es un gran agujero para las estadísticas, donde apenas el 20% de los residentes está empadronado y los índices de absentismo escolar y analfabetismo adulto destrozan las medias artiméticas. Explica María –nombre ficticio– antigua maestra de Primaria del Colegio Público Andalucía , que «se han puesto en marcha muchos programas para reducir el abandono de las aulas, el profesorado está muy motivado y se han destinado bastantes recursos, pero cuando los niños vuelven a casa, todo se cae por el agujero». Asegura que «los alumnos faltan a clase más de lo que dicen las estadísticas» y que «no se ve en los padres ninguna intención de que eso cambie». También reconoce que hay «miedo» a hablar con las familias.

«En el resto del barrio las cosas han mejorado mucho. Las Letanías , la Oliva o la Avenida de la Paz pueden tener sus problemas, pero es otro mundo», señala esta profesora que ya ejerce en otro centro. Los separa una sola calle, pero los proyectos de rehabilitación de viviendas, las nuevas promociones protegidas y los planes de empleo y formación han dado algunos frutos. Arrinconada la delincuencia en ese otro rincón del barrio, los residentes levantan cabeza, mejoran los índices de paro y con ellos los ingresos.

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