URBANISMO
La protección de la avenida de la Palmera llega tarde y aún está incompleta
La declaración de conjunto histórico de Sevilla afectó en 1982 a la acera izquierda de la Palmera, pero no a la derecha. Aunque un conjunto importante se ha preservado, hay chalets históricos que podrían derribarse

La avenida de la Palmera representa actualmente un paisaje ecléctico. Se ha preservado un conjunto importante de las casas que a lo largo de la primera mitad del siglo veinte promovieron las familias más adineradas de Sevilla de la mano de los grandes arquitectos del ... regionalismo andaluz. Sin embargo, en la década de los noventa se aceleró una transformación que le llevó a acoger también grandes centros de oficinas (como el edificio Winterthur y el Columbus); y tras la crisis del ladrillo se desató un nuevo fenómeno: el auge de las residencias de estudiantes de la mano de fondos de inversión internacionales, que han levantado ya dos moles con cientos de habitaciones.
Este proceso va a continuar. Estos dos nuevos edificios han nacido gracias a la letra del PGOU de Sevilla , que premiaba con un mayor porcentaje de edificabilidad al promotor que cambiaba el uso residencial de una parcela para levantar lo que se denominan equipamientos de servicios de interés público y social (SIPS), como se considera a una residencia de estudiantes. Aunque la norma ha sido suspendida, se ha hecho después de asegurar que habrá una nueva residencia en el futuro, en el número 38 de la Palmera (una operación adelantada por ABC el pasado mayo).
Sus promotores han obtenido la licencia definitiva para iniciar las obras, alegando que el proyecto ya había superado todos los trámites (tras más de un año de gestiones). La medida del Ayuntamiento ha llegado muy tarde, no solo porque no ha impedido la construcción de la tercera residencia, sino porque quedan ya muy pocas parcelas de la dimensión suficiente como para levantar un edificio del tamaño de estos mazacotes. El daño ya está hecho.
La decisión del gobierno municipal afecta solo a la edificabilidad, ¿pero está a salvo el patrimonio que aún se conserva en la Palmera? Aunque resulte extraño, la respuesta depende de si hablamos de la acera izquierda o de la derecha. «En 1982 el Ministerio de Cultura, dirigido entonces por Soledad Becerril, aprobó la declaración del conjunto histórico de Sevilla y puso como límite la acera izquierda de la Palmera , pero no la derecha, donde también hay edificios de enorme valor… no tenía sentido, pero así fue», recuerda el arquitecto Eduardo Martínez Zúñiga , gerente de urbanismo entre entre 1993 y 2000.
Con lo cual, en este momento la capacidad de modificar la acera que linda con el Parque de María Luisa es ya muy escasa, pero no ocurre así en el lado de enfrente, donde salvo algunas notables excepciones no hay edificios protegidos . Algunos de los chalets que hasta hace muy poco podrían ser derruidos son obra de Juan Talavera.
Una realidad dispar
El Plan Especial de Protección refleja cómo en la acera izquierda tan solo quedan cinco fincas que no tienen ningún tipo de protección . Se trata de los chalets del número 9 (éste último vendido recientemente a un grupo inversor) y del 11, ambos construidos en los años sesenta. Los otros dos números son el 21 (donde están los edificios Winterthur), el 35 y el 49 (donde está el colegio mayor Almonte, que data de 1967).
Salvo estas excepciones, el resto de los inmuebles tienen distintos niveles de protección . En esta acera se suceden los proyectos de los grandes nombres de la arquitectura hispalense de la primera mitad del siglo XX , como Juan de Talavera (que realizó los chalets Villa Enrique y Villa Pilar para las hermanas Barquín o el chalet Nuestra Señora de los Reyes para Luisa de Orleans). La otra firma esencial es la de Vicente Traver, autor de la Iglesia del Corpus Christi, el colegio de San Miguel de las Adoratrices y chalets como el Villa Lola (en el número 23).
Otros edificios de este margen de la Palmera han pasado a la posteridad por el nombre de sus promotores, como es el caso de la Casa Sundheim , diseñado por el arquitecto jerezano Francisco Hernández Rubio, que se inspiró en los gustos británicos (país de origen de este linaje industrial asentado en Sevilla). También fue el autor de la antigua casa del célebre doctor Seras (discípulo de Pasteur que fundó el Instituto y Laboratorio de Higiene en la antigua calle Oriente).
Otros inmuebles protegidos son la Villa del Ave María (de Romualdo Jiménez Carles) o Villa Casteñeda y Villa Diana (de Aurelio Gómez Millán).
La situación cambia radicalmente si cruzamos la acera. En este caso solo hay un grupo selecto de inmuebles con protección, y a todos ellos se les reconoció su valor patrimonial de manera ya tardía. Es el caso de la Casa de las Palmeras de Aníbal González, donde tuvo su sede el Banco de Bilbao y que fue propiedad del constructor Luis Portillo. «Es como una representación de la Plaza de España, y sin embargo hasta los años noventa no estuvo protegido».
La siguiente esquina es casa Moreno Calvo (obra de Gustavo Fernández Balbuena), también protegida, al igual que los pabellones de Cuba y República Dominicana. Hasta el verano pasado no estuvo protegido el chalet que la ciudad regaló a la viuda de Aníbal González, y no está catalogada la colindante Villablanca (del arquitecto Magadlena Gallifa), ni tampoco la antigua Villa María de Aníbal González (el hospital de Fátima, que ha sufrido una gran transformación y no se contempla entre los bienes que se deben preservar).
A partir de ahí, hay una decena de inmuebles que pueden ser derribados. El arquitecto Tomás Gamero ha asesorado a algunos inversores en potenciales proyectos en la Palmera. A su juicio, la medida del Ayuntamiento de Sevilla ha restado interés para nuevas iniciativas como residencias de estudiantes o de mayores, pero el escaso nivel de protección en algunas de estas casas, unido a su posición privilegiada dentro de la ciudad, ponen en riesgo el patrimonio no protegido de la avenida. Por ello, «debería haber una reconsideración en ciertos edificios que no están afectados por una catalogación urbanística», subraya.
En la acera derecha es donde se ubican dos de las grandes residencias de estudiantes (el del antiguo Chalet de la Botella y la del número 38). Y en este margen de la avenida ya se derribaron otros chalets para poner la sede de empresas e instituciones, como ocurrió con Ocaso (próxima al Benito Villamarín) o con Corporación Aliseos (que hoy alberga la sede de instituciones como el Colegio de Aparejadores).
La historia demuestra que «fue una decisión difícil de explicar que no se incluyera a toda la Palmera dentro del conjunto histórico de Sevilla», concluye Martínez Zúñiga.
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