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Coronavirus en Sevilla

El puesto de incienso de la calle Córdoba se muda a internet

Los propietarios empiezan a recibir más pedidos a través de la nueva página web que acaban de poner en marcha

El puesto de la calle Córdoba Efe

Elena Martos

La lucha de la familia Fiances para recuperar su puesto de incienso en la calle Córdoba se ha visto frustrada por el contagio de coronavirus. Mientras intentaban recuperar este punto de venta, la tienda también tuvo que cerrar sus, pero estos comerciantes han abierto una ventana en internet para seguir distribuyendo las mezclas, un nuevo proyecto que afrontan en plena crisis sanitaria y que lleva los aromas de la Semana Santa sevillana a muchas ciudades del mundo .

Adolfo Fiances , hijo mayor del fundador del negocio, prepara estos días pedidos para Londres y para algunas ciudades sudamericanas. «No sé si estos últimos llegarán a llegar a tiempo, pero nosotros ponemos todo de nuestra parte para que los clientes puedan quemar su incienso los días más señalados», comenta. Desde esta misma semana han empezado a funcionar en el comercio on line , aunque ya recibían encargos por teléfono y «ha crecido la demanda».

La pérdida del permiso para instalar el puesto callejero junto a la iglesia del Salvador generó una oleada de apoyo de clientes y vecinos del Casco Histórico, que empezaron a acudir al local de la Plaza del Pan .«Llevamos meses trabajando para crear esta web y creo que mantiene la esencia del puesto callejero, con los mismos mensajes y todas las mezclas que vendemos allí», comenta. La cancelación de la Semana Santa por el contagio de coronavirus ha sido un durísimo golpe para este negocio que, a pesar de todo, ha contado con el apoyo de las hermandades. Explica su propietario que «todas las que lo tenían comprometido lo han comprado» y eso ha supuesto un alivio económico, pero sabe que «si lo usan este año, lo guardarán para el siguiente y ya no contaremos con esas ventas». En todo caso, dice estar muy agradecido por este gesto porque «realmente es cuando más nos hace falta».

Fiances asegura que, a pesar de las circunstancias, este año se han vendido muchas mezclas para los hogares, que quieren tener el aroma de su hermandad aunque no salgan los pasos. Sin embargo, la facturación es un auténtico desastre. «Yo hice el pedido a principios de año para toda la temporada y no he gastado ni la mitad . Por poner un ejemplo, de carbón compramos unas cuarenta cajas y hasta ahora le hemos dado salida a diez. Tampoco ha ido mejor con las resinas. Para hacer el incienso Cristo de Burgos , que es uno de los más conocidos, pedí unos 300 kilos y habré gastado entre setenta y ochenta», comenta.

«Yo sé que está todo el mundo igual, pero nosotros tenemos un negocio muy estacional y nos ha partido por la mitad. Primero por no poder instalar el puesto y ahora con la pérdida de la Semana Santa», lamenta. Y lo mismo que agradecen el esfuerzo que han hecho las grandes cofradías para comprar lo que tenían comprometido, respetan a la pequeñas que han anulado los pedidos. « Lo habían apalabrado, pero al no salir, han decidido no hacer ese gasto , porque realmente les cuesta mucho trabajo y ellos también lo pasan mal», admite el propietario, que todavía sigue en la pelea administrativa para recuperar su lugar en la calle Córdoba. Antes del decreto de estado de alarma había conseguido la licencia, pero no la ubicación. «Y no nos vamos a rendir», advierte.

El olor de la Semana Santa

Desde el portal www.inciensosafiances.es siguen abiertos a todo el mundo. Explica el propietario que envían a países muy lejanos como el Congo. Allí un misionero les ha hecho alguna vez pedidos para quemarlo en la ermita . «Obviamente es sevillano. Todos los que nos compran incienso desde estos sitios lo son. Lo hacen porque tienen nostalgia de su ciudad o de su hermandad», asegura. Las resinas de la familia Fiances han llegado incluso a Sidney, donde otro paisano ha aliviado la morriña con los aromas de la Semana Santa de la ciudad.

Este negocio tradicional, que abrió en 1984 con el punto de venta de la calle Córdoba y el pequeño local , intenta seguir adelante tras el severo palo. De él dependen seis familias, entre ellas la del artesano de Triana que fabrica las torres quemadoras y toda una red de distribución. En estos treinta y seis años han sido una referencia en los ambientes cofrades de Sevilla y de otras capitales andaluzas. También venden las resinas a corporaciones de larga tradición de Oviedo y Palma de Mallorca . El año pasado enviaron incienso a Filipinas y una hermandad lo utilizó durante el cortejo. Ahora también preparan una mezcla especial para la Virgen de Atocha , un encargo que consideran todo un honor.

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