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EN LA CIUDAD HAY 444 PERSONAS SIN HOGAR

El quejío flamenco del albergue de Sevilla: «Yo quisiera encontrar un trabajo y tener un pisito»

Los usuarios aspiran a «resucitar de sus cenizas» y emprender una vida propia

Antonio Amaya y Rocío, su mujer, en el albergue municipal JUAN JOSÉ ÚBEDA

AMALIA F. LÉRIDA

Este viernes fue día de puertas abiertas en el albergue municipal de Sevilla para toda la ciudadanía y también para los medios de comunicación. Puertas abiertas para mostrar cómo viven las personas y familias con menores en las 165 plazas disponibles que con acierto y paciencia gestionan Sonia Morán , directora de la Unidad Municiapl de Intervención y Emergencia Social y Pablo Real , jefe de la sección de Emergencia Social y Personas sin Hogar del Ayuntamiento de Sevilla.

Situado en la calle Perafán de Rivera el albergue es un edificio luminoso y amplio, con un gran patio, salón y comedor, entre otras dependencias en la que residen los usuarios a los que los servicios sociales tratan de formar para reinsertarlos de nuevo en esa vida que un día, por distintos motivos, perdieron. «Yo quisiera encontrar un trabajo y vivir en un pisito» , es lo que dicen los más jóvenes porque los mayores, lejos de mirar hacia adelante se acuerdan de sus hijos y «besan» el cariño y cuidado que le dan en el albergue.

Una usuaria del albergue J. J. ÚBEDA

Sagrario Navarro Silva , de 65 años permeneció todo el tiempo sentada en una esquina sola y pensativa. Dice que allí está muy a gusto «porque me llevan al médico, me compran las medicinas y se preocupan por mí».

Raúl Guzmán está saliendo adelante. La separación de su mujer y la falta de ingresos lo llevó al albergue a pesar de que es ingeniero técnico industrial. Tiene 57 años y está remontando como autónomo, trabajando como asesor energético para una empresa.

José Manuel Herrera no tiene tanta suerte desde el día que su casa salió ardiendo y se tuvo que quedar en la calle. Está harto de dejar currículos por toda Sevilla y no le sale nada. El ha trabajado en el campo y tiene 14 años cotizados y ahora necesita un empleo «porque con 55 años y lo bien que me encuentro no me puedo quedar parado». Con Raúl nos enseñó las dependencias del albergue, los dormitorios de los hombres — en la habitación 68 no podía haber más cosas con más orden y concierto— o los apartamentos de las familias con menores; y contaban, orgullosos, los servicios que había disponibles en el albergue —hasta secadora— y que el jueves llevaron una lavadora nueva.

Tres años menos que José Manuel tiene Manuel Rechi , que va por el albergue en su silla de ruedas y una muleta encima. Le falta una pierna «por problemas de la circulación» pero insiste en que puede andar porque «yo soy electricista y fontanero y me puedo mover bien».

Cuando se le pregunta cómo llegó al albergue los ojos tristes que tiene, incluso riéndose, se empañan. «Murió mi madre —balbucea— y mi hermano se hizo dueño del piso».

Antonio Amaya y Rocío, en su habitación del albergue municipal JUAN JOSÉ ÚBEDA

Pero no todo fue tristeza en el albergue. La guitarra, el cante y el baile de Antonio Amaya Silva pusieron el contrapunto. El sobrino de Remedios Amaya canta bien y tiene torrente de voz. Se le juntan las dos cosas. Se arrancó por rumbas y en un rincón del patio casi «parte» la guitarra.

Ha salido de la droga «porque yo he querido y porque se puede salir», pero ahora le llora a un tío suyo que falleció y del que no puede ni hablar por la emoción.

Antonio tiene 35 años y quiere echarse a la calle con su arte y ganarse la vida para independizarse, por más que se le llena la boca hablando maravillas del albergue y del personal que lo atiende. Está casado con Rocío María Sánchez Gómez , trece años mayor que él y con una historia detrás, digna de llevarla a la gran pantalla.

Sentada en la cama del cuarto de Antonio —en la pared Camarón y Michael Jackson— lo primero que nos dice es que su familia es millonaria «una familia muy conocida de Algeciras que no me quiere ni ver».

Tuvo palabras mayores de miembros de su familia y narró de carrerilla escenas y momentos escalofriantes que le iban sirviendo de desahogo «que es lo que yo quiero: contar lo que me han hecho».

En Sevilla hay en torno a 440 indigentes y personas sin hogar JUAN JOSÉ ÚBEDA

Todos se sienten víctimas y son víctimas de una vida que les ha llevado al albergue, un lugar que, como la enfermedad, es lo más democrático que hay, porque a todos nos puede llegar.

Un total de 444 personas sin hogar hay en Sevilla, según un conteo realzado a pie de calle por el Ayuntamiento Hispalense con la colaboración de entidades sociales. El objetivo de este diagnóstico es conocer la dimensión del problema y el perfil de los ciudadanos en esa situación. La mayoría son hombres (71,5 %), de entre 46 y 55 años (el 46,3 %) y con estudios primarios (44,3 %), españoles (76,8 %) y sevillanos (64 %). Además, el 74,8 % del total está empadronado en Sevilla.

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