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BAJA EL NÚMERO DE VÍCTIMAS QUE DENUNCIAN

«Quería una paguita y, como no le di la baja, me rajó la rueda del coche»

Los médicos sevillanos piden medidas contra las agresiones que sufren en el ejercicio de su profesión

Antonio Gutiérrez y Juan Bautista Alcañiz JESÚS SPÍNOLA

AMALIA F.LÉRIDA

A pesar de que van descendiendo las agresiones denunciadas en el Colegio de Médicos de Sevilla, pasando de 27 en 2014 a 15 en 2015 y a 7 el año pasado, lo cierto y verdad es que son todas las que están pero no están todas las que son, ya que muchos facultativos optan por pasar página para no sufrir más, porque consideran que las sanciones a los infractores —no hay reproche penal en Andalucía al no considerarse autoridad— son laxas o porque al darse de baja tras el trauma psicológico o físico encima cobran menos al final de mes ya que el SAS lo considera enfermedad común en vez de accidente de trabajo.

Nicolás Torres Vázquez sí denunció, pero el pago de 600 euros a que fue condenada su agresora hace dos años aún no se ha hecho realidad «mientras que a día de hoy sigue yendo al consultorio de Marismillas persiguiendo su objetivo».

La agresión a este médico tuvo lugar hace cinco años cuando ejercía en dicho centro de esa pedanía de La Cabezas de San Juan pero los antecedentes se remontan a los dos anteriores.

Entonces se negó a prorrogarle la baja a su agresora que se quejaba de una ciática y un dolor de espalda a pesar de que él la veía por el pueblo «tan normal, de un lado a otro, hasta el punto de que una vez se me cayó un bolígrafo al suelo y lo cogió más pronto que yo». Torres decidió darle el alta tras las comprobaciones médicas oportunas pero el acto lo tramitó una compañera suya que fue a la que «en aquel entonces golpeó».

Pasó el tiempo y hace cinco años la agresora volvió al consultorio «queriendo la baja para que le dieran una paguita» y ante la negativa del médico «los insultos y amenazas de muerte velada no se hicieron esperar».

Pero ahí no acabó todo porque uno de los días estando Torres en la consulta oyó fuera del consultorio una explosión y al salir a la calle vio cómo la agresora huía en un coche después de haber rajado la rueda del suyo y la del automóvil de la enfermera.

Se trasladó su cupo al centro de salud de Las Cabezas para evitar tensiones pero sigue «merodeando por Marismillas y sin cumplir con la condena», asegura Nicolás Torres.

Precisamente es la Atención Primaria el ámbito en el que más agresiones se originan y fundamentalmente por discrepancias con el criterio del facultativo, según expuso ayer en rueda de prensa el presidente del Colegio de Médicos de Sevilla, Juan Bautista Alcañiz , que estuvo acompañado por el secretario general de su junta, Juan Manuel Contreras ; el responsable de la asesoría jurídica, Santiago Campo y el presidente del Sindicato Médico de Sevilla, Antonio Gutiérrez . El secretario general ofreció datos de las agresiones registradas en ese colegio de tal manera que en 2016 fueron 7 las víctimas que decidieron denunciar, 6 de de la sanidad pública y una de la privada.

De ellas 3 son hombres y 4 mujeres y solo uno está entre los 56 y 65 años de edad mientras que 3 han rebasado ya los 46 pero no los 55; y, otros tantos, son menores de 36.

En cuanto a los agresores 4 son mujeres y 3 hombres que han acudido a un centro de salud con cita previa o a las urgencias.

Es aquí en este servicio de Atención Primaria, ya sea en el ambulatorio o en el domicilio donde se han originado 3 de las 7 agresiones, todas ellas insultos y amenazas que tuvieron como consecuencia 4 lesiones psíquicas. Las causas de las agresiones son variopintas pero la mayoría son discrepancias con la atención médica (tres casos) y el tiempo en ser atendido (dos), seguidos por las discrepancias personales, el hecho de que el médico no recete lo propuesto por el paciente y el mal funcionamiento del centro sanitario.

De estas 7 víctimas, sólo 4 recibieron apoyo o asesoría de su empresa y 6 no se dieron de baja, mientras que 3 ya habían sufrido agresiones previas.

Según dijo Contreras en la rueda de prensa, las agresiones se sucedían antes en centros de salud de la periferia pero hoy día ya se registran en todos los ámbitos.

En este sentido, Juan Manuel Contreras pidió al SAS más seguridad y protección en las consultas y que a la hora de proyectar nuevos equipamientos sanitarios prevea una distribución de espacios que no conlleve barreras para el médico cuando se encuentre ante un agresor.

Listas de espera y lo que no se ve

Las listas de espera, el poco tiempo que tiene el médico de Familia para ver a los pacientes, lo que tarda de noche en contestar el 061 cuando se le llama desde casa, las horas que pasan en ser atendidos los enfermos en las urgencias hospitalarias, la falta de personal.... Todo ello, aunque nunca está justificada una agresión, también provoca que los nervios de pacientes y familiares se disparen, según dijo ayer AntonioGutiérrez, que narró en la rueda de prensa realidades que «no recogen las estadísticas».

Se refirió a cómo se siente el médico, el profesional, que es «el meollo del sistema». También dijo que no todos son iguales y que a uno una amenaza de muerte le puede entrar por un oído y salir por el otro; y a otro le puede causar una verdadera angustia cuando recibe insultos y presiones por no citar los que ni siquiera denuncian o verbalizan lo sucedido. Es lo que no se ve, lo que no registra nunca.

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