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El rincón de Félix Machuca

Rafael Jesús Heredia Flores: «A una cuarta de la cara del Gran Poder le canté una saeta llorando»

Octogenario, cuchichí, pavonista, saetero por la gracia de Undivé, ayer estrenó su Semana Santa cantándole al Amor a pie de calle, justo entre el suelo y el cielo

Jesús Heredia, durante la entrevista Raúl Doblado

Félix Machuca

Ayer lo bordó usted, otro año más. ¿Cuántos ya cantándole al Amor en El Salvador?

Ufff. Treinta, cuarenta. ¿Quién se acuerda ya? Para mi es una imagen muy milagrosa, que despierta mi devoción. Yo le he cantao al Amor hasta con mis hijos pequeños en brazos.

Cantiñéamela

Se me rompe el corazón/ y hasta el pulso se me para/y pierdo hasta la razón/cuando contemplo tu cara/Ay Cristo/ Ay mi Cristo del Amor.

¿Lo más difícil que tiene una saeta?

El cambio por martinete. Eso me lo traje yo de Écija a Sevilla. Una saetera muy importante, Antoñita Moreno creo recordar, se lo dijo a Rafael de León: escucha cantar a ese hombre y mira qué bonito lo hace.

¿Las saetas han cambiado desde su juventud ahora?

Las saetas hay que hacerlas más cortas. Ahora se acostumbra a enjaretar seis o siete del tirón. Y eso aburre a cualquiera. La propia palabra saeta indica que ha de ser breve. Yo he llegado a venirme desde Japón, pagándome el billete y dejando el trabajo, para cantarles en Semana Santa a mis santos preferidos…

Que son...

Gran Poder, Silencio, las Esperanzas, El Cachorro, El Baratillo, la Quinta Angustia. Yo, que vivo aquí, en la Caridad, duermo en la habitación número 1 de la calle Cristo, que está hecha por donativos del Baratillo. Las hermandades ayudan mucho a esta Casa donde, por cierto, estoy encantado.

¿A los Gitanos no le ha cantado usted?

Le he cantado siempre en la carrera oficial. Y le canto muy flamenco. Y no sé por qué será...

Por algo será, ¿no?

Porque me hierve la sangre.

¿Usted es cuchichi?

Sí. Pero la madre es la que tira. Ella era gitana por los cuatro costados. Y esa herencia no se desperdicia. Estoy orgulloso de ser lo que tengo de gitano y castellano.

¿Usted ha llegado a llorar cantando una saeta?

A una cuarta de la cara del Gran Poder, en el balcón de Calvillo, canté llorando de emoción. No me acuerdo ni de la letra. Algo así como: qué cerca estoy de ti/ y que lejos te dejamos (Se emociona y se le saltan las lágrimas).

¿Y qué saeta ha cantao henchido de alegría?

Posiblemente a la Quinta Angustia. Suelo improvisar mucho en las letras.

Usted es un pavonista irreductible. ¿Por qué?

Para mí ha sido el cantaor más grandioso, de más pellizco. Pastora Pavón decía de él que era el más grande porque ligaba los cantes y tenía la voz más flamenca. Yo no sé cómo se las arreglaba para hacer los tercios ligados con tanto paladar, con tanta jondura.

Para paladar el suyo grabando un disco titulado «A la grandeza del torero» que será presentado aquí, en la Caridad, el día 30 de abril.

Efectivamente. Por palos flamencos según el torero. A esa presentación vendrán mi hijo, que se quedó en Japón, se casó con una japonesa y me ha dado un nieto. Y mi hija, una bailaora de tronío, Yolanda Heredia, premio nacional de baile Juana la Macarrona en Córdoba, que mueve la bata de cola como muy pocas.

Lo veo en forma. Los años no pesan. ¿Me dicen cuántos tiene?

Para ochenta y seis voy volando.

¿Y hasta cuando piensa seguir cantando?

Me gustaría que Dios me diera salud para seguir. Pero voy a ver cómo me siento y decidiré si éste es mi penúltimo año que canto saetas.

¿El penúltimo?

-(con picardía) Sí, el penúltimo…

¿Se despiediría de una forma especial?

Claro. Cantándole a una y cada una de las hermandades. Con un poquito de ayuda. Ahí tendrían que dejarse caer las instituciones.

Si es capaz de hacer eso, deja sin vitaminas al hospital de la Caridad…

Los médicos de aquí son unos fenómenos. Seguro que me encuentran esas vitaminas.

Por cierto, cerca de la Caridad tiene usted a Las Aguas. ¿Le cantará hoy?

Por supuesto. A pie de calle. Me encanta cantar rodeado de la gente y mirando la grandeza de las imágenes con la perspectiva del que está en la tierra y ellos en todo lo alto. También le canto a las Cigarreras y al Baratillo. Le canto casi siempre en el Postigo.

¿Quién es el mejor hoy?

Hay muy buenos saeteros. Pero me quiero acordar del Tomasa.

Entre cuchichí y cuchichí está la cosa, don Jesús…

-La sangre siempre tira…

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