Ramón Espejo: «La tecnología se ha convertido en valor supremo y ha deshumanizado la educación»
El catedrático de Filología Inglesa y director del Centro de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Sevilla advierte contra el arrinconamiento de las Humanidades en el sistema educativo
Ramón Espejo es catedrático de Filología en la Universidad de Sevilla. Aunque nació en Barcelona, reside en Andalucía desde mediados de los 80 y cursó la carrera de Filología Inglesa en la Hispalense, donde logró doctorarse en 2000. Desde 1997 viene ejerciendo sus labores como ... docente de literatura inglesa y norteamericana. Siempre le ha apasionado la docencia y la investigación y ha enseñado literatura norteamericana a varias generaciones de estudiantes en Cádiz y Sevilla. Espejo es un reconocido especialista en teatro norteamericano y ha publicado ediciones críticas de diversas obras de Arthur Miller y Tennessee Williams. Dirige el grupo de investigación de Estudios Norteamericanos de la Universidad de Sevilla y el seminario permanente que lleva el nombre de Pilar Marín Madrazo, su mentora.
En una reciente Tercera de ABC el filósofo Diego Garrocho denunciaba el arrinconamiento de las Humanidades en el sistema educativo español y lo atribuía a la ignorancia de los políticos. ¿Está de acuerdo?
Es muy interesante ese artículo. Si todo se mide en términos económicos conocer la filosofía de Platón tendría muy poco valor, de modo que si primamos únicamente lo que a resulta útil para el mercado laboral evidentemente la filosofía y la historia tendrían poco valor. Pero primar saberes exclusivamente prácticos nos lleva a una situación paradójica porque no hay nada más temporal y efímero que lo práctico. Me refiero, por ejemplo, al manejo de un determinado aparato o teléfono que estará obsoleto dentro de seis meses. Y la filosofía griega, sin embargo, nunca quedará obsoleta. Es curioso que se relegue lo que no se volverá nunca obsoleto. Pero vista la mediocridad de los que nos gobiernan a todos los niveles, creo que a nuestros políticos no les interesa gente formada y con espíritu crítico a su alrededor. Al político siempre le molesta que le hagan preguntas incómodas, que son las que suele hacer la gente inteligente.
¿Es algo entonces deliberado o simple ignorancia?
No creo en conspiraciones ni en sótanos donde se decide cambiar el mundo, eso es sólo para las películas. Pero creo que se trata de que la gente no piense porque la filosofía ayuda a pensar y a desarrollar el espíritu crítico. Y esto me parece algo deliberado por parte de los gobiernos. Se puede fomentar el espíritu crítico o lo contrario y en España se ha optado por lo contrario.
Habla de lo obsoleto que se queda un dispositivo digital. ¿La tecnología y las humanidades no deberían ser complementarias en el sistema educativo?
La tecnología es el valor supremo para mucha gente y eso ha supuesto deshumanización de la educación. El ordenador no puede ser lo primero ni un fin como ahora sino un medio. El fin debe ser el ser humano. Pero para no tener una visión más distante o crítica de la tecnología, darle el papel que le corresponde, hay que minimizar el saber o arrinconar las humanidades. Hace falta un planteamiento humanístico de la tecnología y su carencia nos lleva a sufrir adicciones y a darle un valor como fin en sí mismo.
¿Qué le parece esta fiebre de algunos políticos por cambiar el nombre de las calles?
En Estados Unidos estamos ante una nueva caza de brujas pero de signo contraria a la de McCarthy en los años 50. Un blanco allí es racista si no demuestra lo contrario. En algunas universidades, si eres blanco y quieres optar a una plaza de profesor, hay que hacer una especie de acto de contricción y admitir que tienes privilegios por ser blanco. En España estamos ante una política que yo llamo de «low cost». ¿Qué hago como político de izquierda para significarme? Lo más de izquierda sería poner en marcha un sistema educativo público potente que fuera la leche. ¡Pero cuánto dinero cuesta esto, cuántas cosas tenemos que cambiar, cuántos callos hay que pisar! En lugar de eso, es mucho más barato y cambiar el nombre de una calle de alguien que he descubierto que era amigo de un general franquista y pongo en su lugar, que sé yo, «Bienvenidas las pateras». Y eso no cuesta dinero pero a ese votante con el cerebro desamueblado (al que me he encargado de vaciárselo con el sistema educativo) le encanta.
El nazismo desamuebló muchos cerebros y triunfó en un país como Alemania con una población con un nivel cultural elevado.
Los nazis eran gente profundamente mediocre. Y Hitler era un poco menos mediocre que la mayoría de ellos, y por eso se hizo con el poder. Y a los primeros que se quitó de en medio fueron precisamente los científicos y los pensadores, la gente inteligente y con conocimientos. Pero hay que tener en cuenta que había una gran crisis económica y cuando la gente no tiene para comer, la inteligencia se nubla. Y si alguien dice que lo va a arreglar mucha gente puede creerlo por desesperación.
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