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SEVILLA

Regla Contreras: «Los centros comerciales de Sevilla están llenos y los museos, vacíos»

La escritora sevillana, que acaba de publicar su tercer libro, lamenta que «con la televisión, los móviles y los videojuegos, la gente ya no lee»

Reglja Contreras es autora de «Perdón por atreverme» y «Desde el más acá» Raúl Doblado
María Jesús Pereira

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Coincidiendo con las Perseidas, Regla Contreras nació en Chipiona porque sus padres estaban allí veraneando . Vino al mundo en 1939, el año en que el bando nacional se impuso al republicano, una dualidad que vivió en su casa, porque su madre era franquista y su padre liberal. Criada en el seno de una familia burguesa y una sociedad conservadora, Regla Contreras descubrió la escritura como vía de escape. A caba de publicar su tercer libro, «Desde el más acá», con la editorial Samarcanda . Y aunque desde que descubrió la escritura no ha dejado de juntar palabras, asegura que su mayor empresa ha sido tener nueve hijos . «La familia es la empresa más grande que se pueda tener. Y a pesar de ello, no tenía derecho al paro, la jubilación, vacaciones, fines de semana... y el señorito de la empresa, se acostaba conmigo», ironiza.

Entre sus nueve hijos hay una piragüista, un capitán de Marina, un conductor de Tussam, una fotógrafa, un músico... Decía José Saramago que tener hijos es un acto de coraje porque nos exponemos a todo tipo de dolor y miedo a perderlos. Usted ha sido muy corajuda teniendo nueve.

Y también un poco inconsciente ¿Por qué no? Que yo sepa, yo no lo escribí a ninguna cigüeña. Nosotros vivíamos felices y enamorados, teníamos  las ventanas abiertas y de vez en cuando entraba la cigüeña y depositaba un niño... cuando nos dimos cuenta teníamos nueve hijos. Entonces alguien me dijo: tenéis que escribirle a la cigüeña para que no os traiga más niños. Yo estaba perdida. Y digo esto porque aprendí de mi padre que, en clave de humor, se puede decir todo.

Antes los padres criaban a 5 ó 6 hijos y  hoy nos ahogamos con uno o dos. ¿Qué está fallando?

Los padres se agobian mucho ahora. Mi secreto fue que desconectaba, era algo que hacía desde pequeña . No es que no me sintiera de aquí, es que no me sentía de la tierra. Esa conexión con el más allá la he tenido toda mi vida. Yo pensaba: «Yo he venido aquí a cumplir una misión, que es casarme con mi marido y tener nueve hijos, pero yo no soy de aquí, yo he venido equivocada a la tierra» . Además, mi padre solía acrecentar esta teoría mía cuando yo era pequeña porque decía que nací en Chipiona porque una de las estrellas de las Perseidas cayó en el mar y me rescataron. Yo me lo creí, aunque después supe que nací en el dormitorio de mi madre en un chalet de Chipiona, me cogieron como a un conejo y me pegaron porque no lloraba (risas). Nosotros éramos ocho hermanos, aunque murió uno. No sé cuánto le costó a mis padres educarnos.  Yo creo que se educa más con el ejemplo y nosotros lo que hicimos fue seguir el ejemplo de mis padres, que eran muy honrados, personas de palabra, no mentían, no criticaban...  Yo no he sido de echar filípicas a mis hijos. Mi casa estaba llena de animales porque mi marido era una especie de Rodríguez de la Fuente. Teníamos un águila suelta por el salón, conejos, perdices, 60 estorninos, 4 mirlos negros, 60.000 gusanos de seda, una gaviota... y mis hijos estaban encantados porque mi casa era una selva, mi marido era Tarzán y yo pensé que era Jane, pero una vecina se reía de mí y me decía que a mí me llamaban la mona Chita (risas).

¿Cómo se las apañó para escribir y criar a nueve hijos?

Como tenía tantos animales, no podía apenas limpiar, ni barrer... Yo pensaba: «o salgo por la ventana como un pájaro para ver si vuelo o me pongo a escribir». Me puse a escribir y lo hacía en la cola del autobús o en el médico. Ahora escribo en mi agenda electrónica cuando estoy en la calle. La mayoría de lo escrito está aún sin publicar. Tengo publicado tres libros, además de numerosos artículos en periódicos en El Correo de Andalucía y el ABC.

No le gustaba Sartre, ni Proust ni Russel , pero le encandiló la filosofía oriental. En aquella época aquello era ser «rara rara».

Rara, rara. Bueno, una historia rara rara la escribí en uno de mis libros. Sucedió la noche que cumplí 15 años. A mí me suspendieron una vez un examen porque no supe decir cómo había sido la batalla de Calatañazor y me perdí ir a las ruinas de Itálica con el colegio. Aquel verano en Chipiona me leí el libro «Otra Historia de España», de Díaz-Plaja, donde decía que esa batalla no se había producido. Aquello me conmocionó porque pensé que me quedé sin ir a Itálica de forma injusta. Aquella noche me acosté pensando: ¿cuántas veces me habrán engañado porque lo han hecho con el ratón Pérez, los reyes magos, la cigüeña, la Iglesia, el Estado...? Soñé que se me aparecía una luz que me hablaba y yo le respondía. Al día siguiente fui a confesarme porque había pecado contra la Fe. Fue así como empecé a interesarme por la filosofía oriental y a leer sobre ella.

Usted se empapó de la filosofía y de la teoría de la reencarnación. ¿Esto le planteó problemas?

No, yo sé con quién puedo hablar porque la gente rechaza y no investiga sus creencias, se agarran a sus muletas, no saben que pueden caminar sin ellas y como te descuides te dan con la muleta. Yo sí investigo mis creencias y ha habido algunas que he desechado. Ahora lo último que se ha descubierto es que estamos conectados con el Cosmos. No es que seamos una conexión del Cosmos, sino que el Cosmos es una extensión nuestra. Entre usted y yo no hay un espacio vacío, sino una red invisible. Eso está demostrado por la Física cuántica.

A usted le encantaría el programa Redes, de Eduardo Punset.

Muchísimo, además lo entendía todo. Escribí para que no lo pusieron a las dos de la madrugada, sino a las diez de la noche y me hicieron caso.

En el funeral de su hermano Isacio escandalizó cuando dijo que no creía en el dogma de la resurrección. Esa historia la cuenta en su último libro, «Desde el más acá», editado por Samarcanda.

Esa misa la dio un jesuita catedrático de Arte Oriental que había estado en Japón 20 años. Yo escribí una elegía para mi hermano que fue un escándalo porque dije que el Infierno no existía, que era un invento de un Papa hace años.  Mucha gente se fue de la misa y me esperaba en la placita de San Andrés, donde faltó la pira para quemarme. Esto corrió por Sevilla como la pólvora, parecía un atentando peor que el de las Torres Gemelas. La otra mitad de la gente vino a felicitarme. El sacerdote no dijo nada y cuando le preguntaron por qué me dejó hablar respondió: He estado 20 años en Japón, soy catedrático de Arte Oriental, sé lo que es la filosofía oriental y esta señora no está diciendo ninguna mentira. Yo veo más lógico la reencarnación porque nos dan muchas oportunidades que pensar que tenemos una sola vida.

Su hermano Isacio pintaba pero después tiraba sus cuadros porque lo consideraba una vanidad. ¿Se perdió un gran artista?

Sí. En mi último libro cuento que mi hermano Isacio pensaba que se iba a condenar porque no había pintado todo lo que tenía que haber pintado. Por eso nos pidió a los hermanos perdón antes de morir. Él era un gran artista pero creía que pintar era algo vanidoso. Tiraba sus cuadros y mi madre los recogía de la basura para dármelos a mí. Cuando venía a visitarme a mi casa tenía que descolgarlos de la pared. Se perdió un gran pintor y ahora los hermanos queremos hacerle un homenaje para que Sevilla reconozca a un gran genio. Cuando murió y entramos en su estudio había 2.000 obras.

Regla Contreras Raúl Doblado

Un premio príncipe de Asturias como Losada Villasante es científico y creyente. ¿difícil de combinar la teoría del bing bang con la Biblia?

Bueno, es que para mí la Biblia es un cuento de Walt Disney porque explica que se hizo todo en seis días y que Dios descansó el domingo porque estaba cansado. Mucho antes que la Biblia, los libros sagrados de los hindúes escribían historias más creíbles y más en consonancia con la Física cuántica

¿Qué libro prepara ahora?

Tengo un libro en stand by que me fue inspirado cuando murió mi último hermano, Pepe. Ahora el libro tiene más de 300 páginas y va sobre la vida de una hechicera. Todo lo que cuento es real, pero no lo cuento yo, sino una tercera persona.

El prologuista de su libro «Desde el más acá» es Ignacio Darnaude, un conocido ufólogo. ¿Qué había de cordura y locura en esos estudio ufológicos del economista Darnaude?

Era un soñador. Sería una locura pensar que el hombre es el único ser sobre el Universo, con todas sus galaxias. ¿Somos los únicos? Quien se lo crea es un loco. ¿Existen los extraterrestre? Yo no he visto ninguno pero sí he visto un platillo volante en Lebrija hace muchos años, incluso salió en los periódicos. Darnaude no estaba loco, tenía una genialidad... aunque es verdad que sí le tomaron el pelo a él y a muchos ufólogos cuando un catedrático de Barcelona confesó en su lecho de muerte ser el autor de las cartas de los ummitas durante 40 años, escrito en el lenguaje de los ummitas. Le dijo que había sido un ensayo norteamericano para ver cómo reaccionaba la sociedad en el caso de que hubiera ummitas. A pesar de eso, hay gente que insiste en que existen los ummitas.

En uno de los monólogos en «Desde el más acá» recuerda la librería Itálica. ¡Cuántos cadáveres de librerías hay por Sevilla¡

Las librerías son como islas porque la gente no ya lee. Qué pena que desapareciera esa librería, que fundaron dos chicas de izquierda en Los Remedios y eso cayó fatal en el barrio. Allí iba mucha gente muy culta de izquierda. Hoy día, con la televisión, los móviles y los videojuegos, la gente no lee. Hoy han salido los ebooks pero nada que ver con el placer de pasar la página con los dedos. Me regalaron una vez un ebooks con 500 obras dentro y se lo regalé a mi hijo que es marino. Yo me he pasado mi vida leyendo, hasta por la calle. De hecho, me llegué a partir la mano leyendo un libro de Física cuántica por la calle.

Escribió artículos en El Correo de Andalucía y ABC, algunos controvertidos para la época. ¿Qué temas abordaba que tantas suspicacias creaba?

Vino la madre Teresa de Calcuta a España y, escuchando en un taxi la entrevista que le hacían en inglés, comprobé que la traducción que se hizo fue errónea. Escribí en El Correo de Andalucía un artículo diciendo que habían manipulado las palabras de Teresa de Calcuta. 

¿Se considera una polemista?

La gente me ve así, pero mi intención es despertar porque la gente está muy dormida. Mi libro «Perdón por atreverme» tenía un segundo título, «Sapere Aude», que es una epístola de Horacio, que decía que había que atreverse a saber, a pensar, a ser uno mismo... Hemos vivido de espaldas al Cosmos y el Creador de todo tiene un propósito, por lo que tenemos que ser seres despiertos y conscientes.

¿Sálvame de Luxe, Supervivientes, Gran Hermano Vip... no ayudan mucho a despertar?

Eso es una droga, como lo es el fútbol. ¿Cómo puede ser que los jugadores ganen una millonada por darle una patada al balón y que éste entre en la portería? Eso es Panem et circenses, pan y circo. Así hay tanta gente dormida. El Betis, el Sevilla, el Rocío, las cofradías, la Semana Santa... Sevilla es una ciudad maravillosa pero la gente en Sevilla está muy dormida. Los centros comerciales están llenos y los museos vacíos. Yo creo en la Ley del Ritmo, que se cumple de manera inexorable. Las estrellas también nacen y mueren. Sevilla ha tenido su siglo de oro... pero ahora declina. Nos falta ambición. Nadie se pregunta qué hacemos para que estemos aquí. Eso no se lo pregunta nadie porque no interesa.

Uno de los monólogos de su libro «Desde el más acá» lo dedica a su abuelo, Adolfo Rodríguez Jurado, que fue presidente de la Diputación y tiene una calle en Sevilla ¿Le marcó a usted esa relación?

No lo conocí sino a través de un cuadro porque murió mucho antes de que yo naciera. En mi familia lo adoraban y cuando hablaban de él juntaban las manos e inclinaban la cabeza para decir «nuestro venerable padre». Era un hombre íntegro, fue presidente de la Diputación y puedo decir que de Itálica no se trajo ni una tesela. Yo no voy a decir las casas tan impresionantes que hay en Sevilla llenas con esculturas y mosaicos de Itálica. Cuando ingresó en la Academia de Buenas Letras  sorprendió a todo el mundo diciendo que Cervantes no era de Alcalá de Henares, sino que había nacido en Córdoba. Estaban presentes los reyes, Alfonso XIII y doña Victoria Eugenia. Uno no es de donde nace, sino de donde pace. Por lo visto, el padre y el abuelo de Cervantes eran de Córdoba, pero lo importante de Cervantes es que estuvo en Sevilla de niño en los jesuitas y el espíritu, la química, los genes, eran andaluces. ¿Cómo iba  un castellano a arremeter contra Castilla? El Quijote era una crítica hacia los libros de Caballería. Un castellano no hace eso, un andaluz sí. Si vemos los personajes don Quijote es enjuto, castellano; Sancho Panza, gordote, andaluz, pero con sabiduría. Eso fue extraído de Andalucía. Cervantes deja claro en toda su obra que es andaluz, por cómo escribe, por su sentido del humor... hablaba de los pícaros porque los conocía, él mismo era un pícaro. Habría que reivindicar el espíritu andaluz de Cervantes y del Quijote.

Otro monólogo que mantiene en su último libro es con Adolfo Cuéllar, el prestigioso abogado sevillano, que era primo suyo. ¿Es esta una ciudad de contrastes, donde un abogado de IU tenía una gran vena cofrade?

Él era liberal, no del PCE, pero ante todo era cristiano. Cuando se metió en la aventura de IU, Sevilla es como es y tuvo su repercusión en el despacho de abogados. Adolfo heredó muchos clientes de su padre, también abogado, pero cuando vieron que se metió a defender a IU la Sevilla capillita le dejó. Él se vio muy solo y cuando sabía que iba a dar conferencias con Cristina Almeida yo iba a arroparle. Eso siempre me lo agradeció siempre.

¿A usted le gusta el feminismo de los «miembros o miembras»?

Para nada. Para mí, la lengua es sagrada. Suspenso para quien me venga diciendo miembros y miembras.

¿Respalda la cuotas?

No me valen las cuotas, sino la inteligencia. Lo importante es que se elijan a personas que valgan.

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