Los respiraderos en la gradas del Archivo de Indias reabren la polémica sobre la restauración
La Delegación de Cultura abre una investigación por la denuncia de la senadora socialista Ana Arnáiz sobre desaparición de losas y ánforas

SEVILLA. La reciente denuncia de una supuesta venta por Internet de un lote de losas de mármol procedente del Archivo de Indias, ha servido de aldabonazo para que las administraciones presten más atención a las obras que se realizan desde hace años en este monumento, uno de los más relevantes (contenido y continente) de la historia de la arquitectura española, y el mejor ejemplo de la influencia herreriana en la Sevilla del Bajo Renacimiento.
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Las miradas de la duda se dirigen a diario a multitud de obras de restauración y rehabilitacion, pero es tanto el protagonismo que absorben, debido a la proliferación de denuncias de atentados al patrimonio histórico (de mayor o menor cuantía), que los grandes monumentos a veces pasan a un segundo plano, quizás porque se piensa que su mejor antídoto es su propia monumentalidad y el consiguiente respeto a los valores que emanan de ella.
El cofre de la memoria de Indias
La mente bienpensante se tranquiliza al saber que la antigua Casa Lonja, el cofre de la memoria americana, es Patrimonio de la Humanidad desde 1987, y da por hecho que las intervenciones, nada fáciles al ser un edificio tan acabado y tan perfecto, se deben estar haciendo con todas las garantías. Es evidente que la Lonja Mercaderes es el admirable resultado de todas las aportaciones históricas, que van desde el siglo XVI hasta el siglo XX, todas ellas protegidas. Exteriormente el Archivo de Indias se muestra como un edificio exento, con la majestuosidad que le confiere la elevación sobre unas gradas a imagen de las catedralicias, delimitadas por un cerramiento de columnas que se unen por cadenas de forja. Estas gradas la conforman viejas piedras desgastadas por la historia, y su pátina no es cosa de un día, sino de muchos siglos de entradas y salidas, desde los mercaderes hasta los que en nuestra época nos devuelven esa historia de forma ordenada y comprensible.
Lo curioso es que de un tiempo a esta parte, esos escalones están cambiando de aspecto. Hay una extraña mutación en la naturaleza de su piedra, detectada por la diferencia de color, texturas, y por que ahora tienen forma de rejilla. Rejillas de distinto tipo y cromatismo, que van surgiendo de forma desordenada por la fachada principal y por la que discurre frente a la Puerta de San Cristóbal.
En esta última, parece que el presupuesto no ha dado para más, y los escalones intrusos son como alargadas bocas de cemento que se «alimentan» de latas de refrescos.
Respiraderos para el suspiro
Es como si la Casa Lonja necesitara de muchos respiraderos para suspirar, y así relajarse de tantos entresijos que no puede contar. Los técnicos dicen que la misión de estas rejillas es ventilar las galerías perimetrales que albergan toda la infraestructura de la instalaciones que demanda la modernización del edificio.
Desde el comienzo, las obras no han estado libre de polémica. Primero fue cuestionada la limpieza de la piedra -ahora ligeramente más oscura por el tráfico-, que algunos consideraron agresiva. Luego troquelaron toda la fachada posterior del edificio adyacente (la antigua Cilla del Cabildo) con pequeñas ventanitas cuadradas, como si fuera un queso grouyere cubista. Después, un famoso pintor alertaba sobre el desmantelamiento en contenedores de muebles de 1929, con bella decoración metálica. Posteriormente colocaron unos toldos motorizados que alteran la visión del patio.
Las últimas noticias se refieren a la retirada de buena parte del pavimento de mármol, y de la desaparición de maderas y vidrios del siglo XVIII de la planta baja del edificio.
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