Sevilla
Isabel de León: «El Patronato del Alcázar no va a permitir que Pedro Sánchez lo controle»
Acaba de dejar el gobierno de la entidad que vela por el arte en la ciudad tras modernizarla y abrir al público la Casa Pinelo: «Todo lo he hecho por Sevilla»

Tras quince años presidiendo una de las instituciones más antiguas de la ciudad, la marquesa de Méritos , Isabel de León (Sevilla, 1948), pasa a la reserva como académica pero habiendo sido nombrada presidenta de honor de la Real Academia de ... Bellas Artes Santa Isabel de Hungría . Ahora, repasa su legado y los retos que debe afrontar la ciudad a nivel patrimonial.
Ha sido la primera mujer al frente de una institución que fundó Murillo. ¿Ha sido eso una losa?
Yo entré en la academia tirándome a la piscina. Vinieron una serie de numerarios a pedirme que presentara una candidatura diciéndome que era la persona idónea para hacer la transformación que había que hacer. Yo pensé que no me iba a votar nadie pero de 32 votos salieron 30. Cuando dijo el anterior presidente dijo que por vez primera en la historia se sentaba aquí una mujer, sentí el aplauso y fue como un saco de arena encima de mi cabeza. Yo proyecté tres cosas: el arreglo de la casa del Renacimiento, la de Pinelo, que estaba que se caída. También, poner en valor los fondos de la academia, que estaban guardados. Y, por último, su apertura a la ciudad, abrir las puertas y las ventanas, y dar paso a los jóvenes. Creo que lo he conseguido. Al principio oí susurros por ser mujer: «Veremos a ver esta señora a dónde nos lleva». No se podían figurar que una mujer pudiera llevar el timón de un barco así. Que se fijaran en una mujer unos académicos que eran ya mayores me impresionó mucho, porque todo el mundo la tachaba de decimonónica. Dice mucho de ellos.
Ahora la han nombrado presidenta de honor.
Yo escribí una carta con el corazón dándole las gracias a todos y al final decía: «Señores, cuando me levante de este sillón me quiero ir al último banco». Pero un académico se levantó y pidió mi nombramiento como presidenta de honor. Fue un gesto impresionante y todos lo aprobaron al unísono.
Usted sigue siendo miembro del Patronato del Alcázar. ¿Qué le parece el anteproyecto de la Ley de Patrimonio, en el que el Gobierno central pretende intervenir en los bienes Patrimonio Mundial como el Palacio Real?
No va a llegar a eso porque no le vamos a dejar. Lucharemos por que no ocurra y que no piensen, ni por un segundo, que el Alcázar, como la Mezquita, la Alhambra o la Catedral van a ser controlados por el Estado. Eso no ocurrirá. Dentro del Patronato hay de todo pero todos van al unísono para proteger que el Alcázar sea la parienta rica de los monumentos, junto con la Catedral. Las parientas pobres son esa cantidad de conventos que son monumentos de Sevilla donde las administraciones públicas tienen la responsabilidad de mantener aunque no sean de su propiedad. Hay quien lo ve con el ojo político y no con el artístico.
¿Se esperaba que Espadas fuese a oponerse a este proyecto de Sánchez teniendo en cuenta que ahora es su delfín en Andalucía?
Lo que no comprendo es cómo el alcalde, que siempre ha sido moderado e incluso logró que le votara mucha gente de derechas, tiene ahora esa vinculación con un personaje como Pedro Sánchez. Todo lo que venga de este hombre no es fiable. Todo el mundo respetaba al alcalde, pero viniendo ahora de la mano de Sánchez no ocurrirá lo mismo, siendo la misma persona.
¿Por qué los bienes públicos están peor conservados que los privados?
El Alcázar, por ejemplo, tendría que tener mucho mejor cuidado, le falta personal. El particular que tiene un bien histórico lo cuida como oro en paño. Yo llevo el Palacio de Lebrija, como he llevado la academia, y procuro ir a diario a ver si falta algo. La quiero, es un legado. Pero si lo tienes como una cosa más, quizá haya quien priorice otras cosas. Y eso le pasa a las administraciones.
¿Está mejor el patrimonio de Sevilla que antes?
Ha mejorado una barbaridad. Hace 50 años, el Casco Antiguo se estaba cayendo. No sé si por los apartamentos turísticos, uno mira las casas y casi todas están restauradas. Yo recuerdo que la primera casa que restauré, en la plaza de San Martín, que estaba en ruinas, muchos se impresionaron porque lo lógico entonces era que la gente vendiera las casas y se mudaran a Los Remedios. Ahora han vuelto a valorarlas. También ha habido asociaciones que han luchado por que no se tiren.
Y muchos hoteles, ¿no?
Esa es mi gran pregunta. ¿Algún estudio habrán hecho los inversores para convencerse de que es una apuesta segura no? A mí eso me parece genial.
Lo que llama la atención es que proyectos paralizados como Altadis o la Gavidia se han desbloqueado por fin para adaptarse con ofertas millonarias de hoteles.
-Sevilla es un destino turístico mundial. Los hoteles le darán vida a Los Remedios y la Gavidia será mejor que lo que había.
Usted es vecina de La Palmera. ¿Comprende la polémica por la estética de los nuevos edificios?
Aquí al lado había una casa de los años 30 sobre la que tuvo un proyecto para derribarla y construir un bloque en la época de Marchena en Urbanismo. Pero se le denegó. Lo que no entiendo es el criterio de Patrimonio para dar su aprobación a estas nuevas construcciones. Una cosa es no estar protegido y otra admitir cualquier proyecto.
Otro gran debate es el de la ausencia de un libro de estilo para el nuevo urbanismo en el Centro. ¿Qué le parece el resultado de las obras?
Mira, yo prefiero ver la Magdalena peatonalizada. Le faltarán flores, unos bancos o más árboles. Pero está mejor que antes. La calle Cuna, por ejemplo, es mucho más cómoda en la parte del pavimento de granito que en la de adoquín. Y lo mismo pasa con Mateos Gago, que no desluce. En cambio, lo de la calle Baños es horroroso, como la Alameda.
¿El gusto estético debe estar por encima de la funcionalidad?
Deben ir unidos y tiene que haber un control y un equilibrio. No toleraría un suelo de terrazo ni una loseta de mármol, no lo que hay en la Alameda, que es para levantarla entera. Pero hay alternativas al adoquín clásico, que no tiene que ser para siempre. Pero hay que tener un control y saber conservar.
Ahora anuncian que las obras en las Atarazanas están al caer. ¿Se lo cree?
Las Atarazanas podrían haber estado hechas ya. El problema es que hubo que parar el proyecto de Vázquez Consuegra. Hay arquitectos magníficos que son para obras nuevas y otros que son para restauraciones. Vázquez Consuegra no es de estos últimos. Él intenta imponer una innovación, como ha ocurrido con el Museo Arqueológico, que no casa con la historia del edificio. Planeó hacer una cafetería de cristal arriba de las Atarazanas para ver la Giralda, cuando ésta está tapada por el edificio de Axa. Luego quiso hacer una plaza porticada. La academia se ha pronunciado mucho y la consejera de Cultura me ha dicho que tanto el actual proyecto de las Atarazanas como el del Arqueológico eran menos invasivos. Y se van a hacer. Lo primero es el equilibrio y este hombre lo ve todo de cristal y aluminio.
La academia ha recurrido a la Unesco para parar el aparcamiento de la Torre de la Plata. ¿Qué va a pasar con eso?
Se lo dije al alcalde: me parece una aberración que, delante de un monumento tan importante como la Torre del Oro, se ponga un parking no se sabe para quién y con qué intereses. Dicen que es provisional, pero no dan la fecha. Conviene quitarlo cuanto antes y abrir la plaza al público. La Torre de la Plata tiene que visitarse, y el alcalde está de acuerdo con eso. Hasta la Unesco comprende que lo que se ha hecho allí es un disparate. Es un insulto a la sensibilidad de los sevillanos.
¿Qué le falta a Sevilla?
Tiene un patrimonio que nunca acaba, un museo que es la segunda pinacoteca de España... pero tiene pocas visitas. La gente quiere museos y edificios vivos. Eso lo hizo Cayetana con Dueñas y seguirá siéndolo mientras no se diluya su espíritu. Yo he intentado hacer lo mismo en Lebrija.
Hay quien dice que Sevilla es una ciudad rancia. ¿Cómo la define usted?
No es rancia. Es clásica, pero lleva una categoría que por muchas barbaridades que le hagan siempre saldrá a flote. Nosotros tenemos el deber de conservarla como nuestra gran reliquia de España. Y yo lucharé por ella siempre. La ciudad no sería lo que es si no fuera por el río. Hay que recuperar la importancia del Guadalquivir, que hizo a Sevilla capital del mundo. Es un regalo que Dios le dio a la ciudad.
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