El Arco de la Macarena ha recuperado el esplendor que tuvo hasta el siglo XIX: su color, albero; almagra en los remates, cornistas y pináculos; y negro para resaltar los ornamentos de la puerta barroca que se levantó sobre el viejo acceso islámico de Bab-al-Maqrin. Los coches ya no pasarán por debajo y la cámara secreta ha quedado al descubierto
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