Sociedad
Sexto intento de la comunidad musulmana de Sevilla de disfrutar de una gran mezquita central
Las organizaciones islámicas llevan más de veinte años planteando propuestas, desde los Bermejales al ambicioso proyecto de Sevilla Este

Tras varios años de paréntesis por la pandemia de coronavirus, el proyecto de una gran mezquita central en Sevilla vuelve a estar encima de la mesa de las comunidades islámicas locales, que vienen demandando instalaciones «adecuadas» desde hace ya más de veinte años ... sin demasiados resultados. En 2016 protagonizaron el quinto y último intento hasta la fecha, en este caso con una profusa difusión de un ambicioso plan urbanístco en Sevilla Este por parte de la Comunidad Ishbilia , la que acaba de plantear la cesión del pabellón de Marruecos del 29, una de las principales de la capital andaluza, aunque no la única. De hecho, tanto este grupo como el que hasta ahora había impulsado la idea de un centro de culto de envergadura, la Fundación Gran Mezquita de Sevilla, han hecho siempre un importante esfuerzo por desmarcarse el uno del otro conforme se han ido anunciando las diferentes propuestas.
Estos últimos, los responsables de la Fundación Gran Mezquita , fueron los promotores del primer plan de construcción de una mezquita sevillana, la que iba a ubicarse en Los Bermejales tras un acuerdo en 2004 con el Ayuntamiento —éste cedía la parcela junto a la ronda SE-30— que luego se quedó en papel mojado a causa de las intensas movilizaciones vecinales en contra de que se levantara allí el templo musulmán y por el revés del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, que tumbó el proyecto por los «vicios en el proceso» a raíz de la denuncia ciudadana. Aquella comunidad islámica que quería instalarse en Bermejales —y después, también sin éxito, en San Jerónimo o la Cartuja , en los suelos junto al estadio, es la que dirige actualmente la mezquita de Ponce de León , asentada desde hace varias décadas en la ciudad, y forma parte de la Comunidad Islámica de España, propulsora de la mezquita de Granada. Se trata de una rama más reservada del islamismo, si bien siempre subrayó su posición de un Islam «desarrollador de civilización» que está «absolutamente en contra de posiciones radicales».
Antes, en torno al año 2003, cuando sólo había constituidas seis comunidades de esta religión en la capital hispalense, ese grupo de musulmanes que constituyó la Fundación Mezquita de Sevilla tenía como objetivo lograr la cesión de la iglesia de Santa Lucía (desacralizada y en manos de la Junta de Andalucía) para convertirla en mezquita en pleno casco histórico hispalense. Aquel plan inicial se frustró y la Junta construyó rápidamente una biblioteca en esa iglesia para darle uso, pero esta comunidad volvió a la carga con Los Bermejales.
El último gran proyecto
El último intento hasta el momento había sido el de Mezquita Ishbilia, de corte aperturista y situada en Amate pero que ha ido adquiriendo fuerza en los últimos años y, desde 2016, estuvo varios años reclamando la posibilidad de construir una mezquita y un centro cívico en terrenos de Sevilla Este , de los que presentó completas recreaciones y apoyos financieros, pero el gobierno local del socialista Juan Espadas cerró las puertas hace un par de años —con un informe jurídico como base— archivando la petición de licitación forzosa sobre la parcela que habían realizado los islámicos. Ishbilia presentó un recurso contra la decisión municipal de archivar su petición de licitación, pero no logró resultados. Y eso que hizo un trabajo muy distinto al de ocasiones anteriores de otras comunidades, con un importante esfuerzo de comunicación diferente, abierta, abundante y propositiva, recalcando en paralelo las características «tolerantes e integradoras» de esta comunidad para disipar miedos y estereotipos y planteando usos vecinales de las instalaciones para integrarse en la zona.
A pesar de esas diferencias relevantes que hasta el momento han mantenido los dos principales colectivos islámicos en su forma de exponer sus iniciativas, sí se mantiene un elemento común, que, además, resulta de vital importancia a la hora de obtener cierto respaldo de las administraciones públicas: el origen de los fondos con los que se ha pretendido costear cada complejo. En el caso de la mezquita de Bermejales, tras algunas reticencias, se llegó a explicar que la operación sería financiada por el emir de Sharjah, en los Emiratos Árabes Unidos. Las dudas sobre la procedencia del dinero fueron luego las mismas cuando se anunció que el gobierno de Malasia donaba 900.000 euros para dicho proyecto. Para el segundo gran envite, el de Sevilla Este, Ishbilia aseguró que el templo y el centro cultural —60 millones de euros— se pagarían «mediante donaciones», si bien se hizo ver que tenían aseguradas aportaciones desde los Emiratos Árabes Unidos. Y para el mantenimiento posterior de las instalaciones, la explotación de un complejo de ocio que tenían previsto construir también junto al centro religioso. Un plan de enorme envergadura pero de cuyo soporte financiero nunca se supo demasiado. Quizás por eso, en esta ocasión, una vez pasados los peores meses de la pandemia, se haya optado por una vía más modesta como es solicitar la cesión de un edificio público ya construido como el pabellón de Marruecos del 29.
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