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Tribunales

El violador del parque de María Luisa: un merodeador misógino aficionado al sexo extremo

Francisco Morillo niega haber agredido sexualmente a la víctima, que murió desangrada por las lesiones internas que sufrió

Francisco Morillo, escoltado por la Policía, en el banquillo de los acusados en la primera jornada del juicio Rocío Ruz

SILVIA TUBIO

Francisco Morillo Suárez puede pasar a la historia como el primer condenado por la Audiencia de Sevilla al que le imponen la prisión permanente revisable . La Fiscalía por primera vez solicita esta pena ante la extrema gravedad de los hechos que le imputan a este sevillano de 47 años, acusado de haber violado de manera salvaje a una joven indefensa que había ingerido barbitúricos en un intento de suicidio. La víctima, de 32 años, murió y según los forenses no fue la ingesta de pastillas la causa sino la pérdida de sangre por las hemorragias sufridas durante la brutal violación.

Los hechos ocurridos en febrero del año pasado en el parque de María Luisa están siendo juzgados desde este lunes por un tribunal de la sección Primera de la Audiencia Provincial. Francisco se ha mantenido en la misma versión que dio cuando fue detenido a primeros de marzo de 2016. Ante los magistrados ha asegurado que se encontró por casualidad a la víctima con la que mantuvo una relación sexual consentida.

«Aquella noche discutí con mi pareja y decidí marcharme de mi casa para no ir a más». En su declaración, el acusado asegura que consumió alcohol y cocaína y se dirigió al parque. No supo explicar por qué decidió ir hasta allí, viviendo en Triana . A cada pregunta que le hacía la fiscal de carácter personal, como por ejemplo sus hábitos sexuales, se acogía a su derecho a no responder.

Un testigo lo reconoció en su día como un habitual de una zona concreta del parque, donde se producen encuentros sexuales entre desconocidos. Esta persona, que declarará este martes, asegura que le propuso mantener relaciones homosexuales pero no aceptó .

La víctima fue encontrada en un banco del parque Manolo Rus

« Ella estaba sentada en un banco. La ví un poco alegre, como estaba yo. Pero no estaba mareada ». Francisco Morillo afirma que inició una conversación con Sara y que tras un cuarto de hora comenzaron un encuentro sexual que resumió en besos, tocamientos y penetración anal y vaginal. «¿Cómo empezó todo? Ella me dijo que quería desfogarse porque había discutido con alguien. A mí también me pasaba lo mismo y empezamos a besarnos».

Según la versión ofrecida al tribunal y a la Policía, cuando dejó a la víctima ésta se encontraba bien. Ella le entregó unos pañuelos de papel para limpiarse y se marchó a su casa. Al llegar, su mujer dormía y se quedó en el salón.

Somnofilias, sexo duro y otras parafilias

A lo largo del interrogatorio no ha querido entrar en determinadas cuestiones personales, como su afición por el consumo de pornografía o si hacía intercambio de pareja. Para la Policía esos detalles sirvieron para construir un perfil del sospechoso que les ayudó a la identificación de Francisco . Según el jefe del grupo de homicidios de la Policía Nacional, el violador del parque de María Luisa es «un merodeador sexual» que está al acecho de víctimas desvalidas, con antecedentes violentos contra las mujeres, misógino «por la brutalidad demostrada en el ataque a Sara» y con «problemas de aceptación sexual».

Ése es el retrato expuesto por el instructor policial del caso que durante cerca de una hora ha detallado este lunes los entresijos de una investigación que nació como un suicidio y acabó con una de las peores violaciones a las que se habían enfrentado . Entre los datos que ofreció, uno que heló al público de la sala de vistas: «La víctima presentaba lesiones brutales como nunca habíamos visto». Había sido empalada y los numerosos coágulos internos detectados durante la autopsia descartaron de inmediato la hipótesis inicial.

«La víctima presentaba lesiones brutales como nunca habíamos visto», relata el jefe de Policía que llevó la investigación

Sara fue encontrada pasadas las nueve de la mañana en un banco del parque bocabajo, con la cabeza tapada por la capucha del chaquetón. En su bolso llevaba un bote de barbitúricos y en su teléfono móvil observaron que había enviado a sus contactos una nota de despedida . Iba vestida y sin bragas. Al mover su cuerpo vieron que el pantalón estaba manchado de sangre, «podía ser compatible con un sangrado por menstruación o quizás un aborto».

Según el instructor policial, esa hipótesis inicial de suicidio se desmoronó sobre las once de la mañana, cuando desde el Instituto de Medicina Legal el forense le informó de la causa probable de la muerte: Sara había fallecido desangrada. En este momento entraba en acción la limpiadora del parque que se hizo famosa por recoger los pañuelos de papel con restos de sangre que aparecieron junto a la víctima y que testificará también este martes.

La cadena de custodia de las pruebas

La Policía mantiene que esas pruebas, claves para identificar al acusado porque en ellas estaba su ADN, no se contaminaron. Cuando los agentes regresaron al lugar del crimen, el escenario ya se había limpiado. La trabajadora había guardado el material en una bolsa de plástico y ésta acabó en un contenedor. El jefe de la Policía relata que llegaron a ese contenedor y pudieron recuperar la bolsa que seguía cerrada. También ordenó enviar a analizar toda la basura que se había recogido esa mañana en el parque por si encontraban el objeto que se empleó en la agresión a Sara. Nunca apareció.

Francisco, a su llegada a los juzgados tras su detención el año pasado ABC

La posible ruptura de la cadena de custodia del material probatorio y que no se puede determinar la hora exacta de la muerte de la víctima son las bazas que va a intentar explotar la defensa de Francisco para introducir la suficiente duda en el tribunal . Su estrategia procesal es que no hay pruebas directas de que esa agresión sexual la cometió el acusado o fue otra persona que se encontró después la víctima.

Sin embargo, el instructor del caso no se lo puso fácil a la defensa. Su testimonio fue rotundo, sin fisuras aunque admitiendo que había partes de la investigación que sólo podían calificarse de hipótesis. Una de esas lagunas se abre entre el momento que Sara se encuentra con una amiga cerca de las nueve de la noche y cuando fue violada. Sólo hay una constancia: a las 21.47 horas puso el teléfono en modo avión y el estudio del posicionamiento de su terminal la sitúa en el parque de María Luisa .

Para la Policía la joven, que acababa de iniciar una relación sentimental con una chica, sólo intentaba suicidarse cuando se tomó los barbitúricos . Lo había hecho en anteriores ocasiones y a su psiquiatra le contó que estaba experimentando con la mezcla de alcohol y medicamentos. En su casa, la Policía halló un borrador de una nota de despedida donde indicaba que si seguía con vida la llevaran al hospital de Bormujos. «Algo que no encaja con el perfil de un suicida», decía este lunes el jefe del grupo de homicidios.

En la casa de Francisco encontraron material pornográfico y conversaciones con desconocidas

De lo que no tienen dudas los investigadores es de la autoría de Francisco Morillo. Además del ADN hallado en el escenario del crimen, del perfil genético de Sara descubierto en la bicicleta que usó el acusado para ir al parque y del reconocimiento de que mantuvo relaciones sexuales con la víctima, los agentes encontraron otras piezas más del puzzle en el registro de su casa . Unos indicios que confirmaban el perfil de sospechoso.

Francisco tenía antecedentes policiales por malos tratos. Su pareja le había denunciado hasta en siete ocasiones y en una de ellas, la mujer «relató que le había drogado y que estando en ese estado se aprovechó de ella, la vistió, la desnudó, la pintó, abusó de ella, la vejó». La somnofilia no es la única parafilia que tiene el acusado, al que le encontraron material pornográfico de sexo duro en un ordenador portátil. También hallaron conversaciones con desconocidas donde evidenciaba unos gustos muy concretos en el sexo y que coincidían con el tipo de agresión que provocó la muerte de Sara.

¿Pudo ser su esposa la primera víctima? «La compañera que le tomó manifestación a ella y que la había atendido en anteriores ocasiones que había denunciado lo definió como una relación tóxica. Haz lo que quieras pero déjame en paz. Antes sí había sido una relación de maltrato».

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