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Tres años sin Marta

La de Marta del Castillo continúa siendo la dolorosa historia de una gran frustración ante un sistema que no ha funcionado

Tres años sin Marta J. M. SERRANO

JOSÉ L. GARCÍA

El lunes 26 de enero de 2009, ABC de Sevilla informaba en su página 23 de la desaparición de una menor cuyo nombre ha pasado a formar parte de la historia de la ciudad: Marta del Castillo Casanueva, de 17 años. En los albores de aquellas primeras horas sin la joven, las informaciones eran parcas y se cernían en torno a la figura de Miguel Carcaño, «el Migue», un amigo con el que los padres de la menor sabían que había quedado la tarde del día 24 para aclarar algunas cosas de la breve relación que habían mantenido.

Miguel no negó haber estado con ella, pero de la misma manera aseguró al padre de Marta que la había dejado cerca de su casa hacia las nueve y media de la noche. Marta nunca llegó, aunque algunos testigos dijeran lo contrario y hasta aseguraran que se habían cruzado con ella en el portal. Unos testimonios imprecisos y equívocos que al fin y al cabo lo único que consiguieron fue centrar la atención de la Policía en un entorno, el de la barriada de Tartesos, muy alejado de la calle León XIII, donde se había consumado el asesinato de Marta la misma tarde en que fue vista por última vez.

El paso de los días dio pie a todo tipo de especulaciones, hasta que, tres semanas más tarde, el 13 de febrero, la Policía lograba que Miguel Carcaño, al que habían llamado a declarar varias veces, se derrumbara al serle demostrado que había sangre de Marta en su cazadora. Sólo entonces admitió haberle dado muerte golpeándola con un pesado cenicero.

La detención de Carcaño, y horas después la de sus presunto cómplices en la desaparición del cadáver dio paso a la que aún hoy es la gran prioridad: averiguar el paradero de los restos de Marta. Para ello se puso en marcha un espectacular despliegue de medios que primero rastreó el río Guadalquivir, arriba y abajo del puente donde Carcaño dijo que arrojaron el cuerpo, y luego en el vertedero de Alcalá de Guadaíra, una vez que el asesino confeso cambió de versión y declaró que el cadáver había sido arrojado a un contenedor después de que «el Cuco» la estrangulara tras violarla ambos. Una búsqueda que igualmente dio resultado negativo. Seis meses más tarde, el juez ordenó una nueva búsqueda en una zanja situada junto a la casa de la última novia de Carcaño, con igual resultado.

Sin cadáver, en marzo pasado, la Justicia absuelve al «Cuco» de violación y lo condena por encubrir el crimen. Este mismo mes, la Audiencia condena a Carcaño por asesinar a Marta de un golpe y absuelve al resto de los encausados.

Tres años después, la vía judicial sigue abierta ante el Supremo. Pero el cuerpo de Marta aún no ha sido hallado, en lo que para la sociedad continúa siendo el gran fracaso de todo el sistema judicial y policial, al que han burlado Carcaño, «el Cuco» y aquellos a quienes la Justicia no ha sabido poner nombre y apellidos.

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