entrevista
Soto: «A mí me engañaron muchas veces pero es que las compañías de discos viven básicamente de engañar a los artistas»
El cantante y compositor sevillano cumplirá dentro de unos meses cuarenta años sobre los escenarios. Tras cerca de dos mil conciertos reconoce que no estudió música y que eso siempre ha sido un hándicap para él. «Estamos en manos de arreglistas y a veces no dan con la tecla, cogen tu canción y la convierten en otra cosa»
Sobre la amnistía: «Hay muchos artistas que piensan como yo pero no se atreven a decirlo. La izquierda contrata mucho y da muy bien de comer a lo suyos»
Sobre España: «Cuando Hugo Chávez empezó en Venezuela también decían que era imposible, que tenían instituciones y un Tribunal Supremo»
«Dicen que lo del Rocío es mi chiringuito pero a mí me está costando el dinero»

José Manuel Soto empezó a cantar en el coro de la hermandad del Rocío de Triana y cuenta con una larguísima carrera artística a sus espaldas que le ha llevado a ciudades de todo el mundo como Nueva York, Miami, Caracas o Buenos Aires ... . Ha actuado en unos dos mil conciertos y pronto cumplirá cuarenta años sobre los escenarios. El cantante y compositor sevillano, que nunca estudió música (cursó Derecho y Filosofía y Letras) ha tenido éxitos muy sonados que aún se siguen escuchando como «Soy español», «Por ella» o «Déjate querer». Soto se define a sí mismo como un «outsider» (no tiene compañía de discos ni un representante) y dice que lo que a él le pone es la «creatividad, no colocarme un esmoquin e ir a la gala de los Grammy por la que tantos artistas darían su vida». A Soto también le pone bastante expresar sus ideas públicamente, aunque eso le ha llevado a darse algún batacazo. Tras un insultante tuit contra Pedro Sánchez que se hizo viral y por el que varios ayuntamientos andaluces y extremeños cancelaron conciertos suyos («para evitar altercados de orden público», le dijeron), tuvo que pedir disculpas.
-¿Quiso ser futbolista?
-Me gustaba de joven jugar al fútbol pero no lo hacía demasiado bien. Era muy rápido pero me dejaba la pelota detrás. Era muy deportista cuando la cultura del deporte no estaba aún muy arraigada en España. Hacía atletismo y jugaba la tenis y al hockey. Hacía atletismo en Chapina e iba corriendo desde Heliópolis hasta allí y por el camino pasaba por el Puesto de los Monos y la gente se metía conmigo y me decía: «¿A dónde vas? ¡Tómate una cerveza!». Éramos pocos entonces los que hacíamos atletismo en Sevilla y sólo había uno que hiciera maratón. Era Ruiz Bernal, que fumaba como un carretero, además.
-¿Le hubiera gustado dedicarse al deporte de manera más profesional?
-Yo de hecho lo intenté. Me hubiera gustado ser entrenador o preparador físico. Traté de estudiar la carrera en la INEF, que se hacía entonces en Madrid. Pero era difícil entrar, hice las pruebas dos años y no entré. Y me olvidé.
-Y tiró para la música...
-Antes empecé varias carreras, en concreto, Derecho y Filosofía y Letras. Pero en medio de estos estudios, que no terminé, descubrí la guitarra y tiré por ahí. Pero también puse varios bares. En 1982, cuando España acogió el Mundial de Fútbol, puse un negocio en el patio de San Laureano. Pusimos muchas meses y mucha música. Me hice amigo de Pintinho, que entonces jugaba en el Sevilla y le gustaba mucho el cante y el cachondeo. Y este hombre me trajo al bar a toda la selección de Brasil, que jugó la primera fase en Sevilla. La mejor selección de la historia con Junior, Falcao y gente así. Y vino mucha gente de la torcida de Brasil y se puso de moda. Allí empecé a cantar y poco a poco me fui metiendo. Y en 1985 fue cuando dije que me iba a dedicar en serio a esto.
-Usted fue miembro del Coro de la Hermandad del Rocío de Triana.
-Sí, aprendí mucho allí. Y aprendí a componer. Lo primero que compuse fue una misa rociera que todavía se canta en la Hermandad y en muchas cosas del Rocío. A mediados de los ochenta se pusieron de moda en Madrid las salas rocieras y empezaron a contratarme. Se pusieron también de moda Los del Río, Los Albahacas, Los Caminantes y Romero San Juan y en esa vorágine me metí yo también. Quizá de manera accidental porque no tenía ese previsto.
-¿Había estudiado música?
-No. Y eso fue un gran hándicap y lo he echado en falta, especialmente en la composición musical. Yo lo que hago es componer rudimentariamente con una guitarra, lo grabo y eso se lo paso a un arreglista. A mí me gustaría hacer el arreglo porque la música la tengo en mi cabeza pero no tengo la técnica para desarrollarla. Siempre estoy en manos de alguien y ese alguien a veces da con la tecla y otras no. Y a veces coge tu canción y la convierte en otra cosa.
-¿Eso le ha pasado mucho?
-Más que lo otro. Los arreglistas muchas veces trabajan por encargo de las grandes compañías o tienen mucho trabajo. Y no le dan el tiempo y el cariño que hay que prestarle a las cosas. Al fin y al cabo, estás en mano de un extraño que no tiene la idea de que tú tienes de tu obra. Es un hándicap que sufrimos los que no tenemos esa formación musical, que los cantantes son casi todos. Ni Serrat ni Sabina tienen esa formación pero componen muy bien con unas melodías y unas letras muy bonitas. Serrat siempre ha trabajado con Juan Carlos Calderón y con Ricardo Miralles, que son muy buenos arreglistas. Los cantantes de ahora no tienen idea de quienes les arreglan los canciones ni los ingenieros de sonido o el autor de la portada; nosotros, sí. Yo quería que la portada de mis discos la hiciera Máximo Moreno, al que tenía idolatrado desde las portadas de Alameda y de Triana. Hoy es meterse en Spotify y nadie te dan esa información. Hoy la portada no tiene importancia, los arreglos no se sabe quién los hace y yo creo que se ha perdido la cultura musical. Es una pena.
-El reguetón parece algo muy rudimentario, musicalmente hablando y hasta C. Tangana ha dicho que no sabía cantar ni afinar.
-El reguetón es algo muy básico en todos los sentidos, a nivel de letra, de melodía, de arreglo. Es una música que puede ser divertida en un momento dado, en una fiesta, pero no cuida ni las melodías ni los arreglos ni nada. Y han acostumbrado a la gente a eso y los han convertido en adictos. La industria ha apostado por eso y ya casi no hay crítica musical. Se ha perdido la conciencia crítica en la música. Y en todo porque la música es un reflejo de la sociedad.
-Su primer disco se lo autoeditó y le fue muy bien.
-Le fue muy bien a la compañía que se quedó al final con mi disco. Lo grabé en un estudio de un amigo, lo pagué yo, la portada la puse yo, y al final me engañaron con un contrato absolutamente leonino en que todo era para ellos. Esto pasa todavía con muchos artistas jóvenes, se aprovechan de esas ganas de arrancar de los jóvenes. Yo no gané ni un duro con ese disco y la compañía ganó mucho dinero porque en aquella época se vendían muchos discos.
-¿Pagó la novatada y aprendió?
-Esa novatada la he pagado más veces porque todo va cambiando, de modo que las novatadas se repiten. No te vas enterando nunca bien de nada y hoy día seguimos pagando las novatadas con esto de la música digital y de Spotify. A mí no me llega nada, que yo sepa, de Spotify. Y tengo unos 80.000/90.000 oyentes mensuales. Muchos de los artistas que mejor funcionan hoy en el mercado tienen cedidos más de la mitad de su obra a las compañías de discos.
-¿Eso también le pasó a usted?
-Sí. Tuve que cederle a Sony la mitad de mi obra en 1988. En el contrato hablaban de derechos editoriales y yo pensaba que se refería a cuando publicara un libro. El caso es que perdí la mitad de mis derechos sobre mi obra de por vida.
-Eso le pasó a Taylor Swift, la artista que vende más discos en Estados Unidos. Y decidió rehacer todas las canciones que había «perdido» introduciéndoles pequeños cambios y sacarlas al mercado para recuperar sus derechos. O sea, que a ella también la engañaron.
-Es que las compañías de discos viven básicamente de engañar a los artistas. La gente de las compañías saben mucho y conocen bien el negocio y los contratos. Y los artistas son gente creativa, poco informada y generalmente mal asesorada. Y, cuando eres joven, al final firmas. También es difícil encontrar buenos asesores, que sean honrados. Y gracias a eso las compañías han ganado una barbaridad de dinero.
-Ahora casi todos los ingresos de los artistas provienen de los conciertos.
-Sí, porque discos ya no se venden. Ahora, o eres un artista internacional muy importante que tenga millones de seguidores en las redes o, como es mi caso, tus ingresos proceden de los conciertos que hagas. Por eso hay tanta gente hoy en día dando conciertos para poder vivir.
-Usted ha dado cerca de dos mil conciertos y se ha defendido bastante bien.
-Sí. Soy un artista fundamentalmente local pero me he defendido bastante bien en toda España. Si estoy vivo en esta profesión, es porque he quedado bien toda la vida en todos lados. He trabajado mucho en Valencia y en Canarias. La gente se va contenta de mis conciertos y esa es la clave para poder seguir dándolos. Hay artistas que suenan bien en un disco pero luego en directo no van. Y la gente se te viene abajo. Si en directo lo defiendes bien, la gente se engancha. Y yo lo he defendido bien. Nuestros directos son muy simples, sin una gran puesta en escena, pero son muy de verdad. Y la gente lo agradece.
-¿Cuál fue su mejor concierto?
-Tengo grabados en mi memoria varios conciertos. Hice dos muy gordos en la Plaza de la Maestranza con una orquesta sinfónica. Un concierto sinfónico es algo que un artista como yo tiene que hacer al menos una vez en su vida. Vinieron ocho mil personas al del año pasado en la Maestranza y será difícil que eso pueda superarlo. Y parecido a ése hice uno en el Teatro Romano de Mérida, con Siempre Así. Aquello impresiona. El sonido fue espectacular y el público te envuelve prácticamente..
-Está escribiendo sus memorias. ¿Cómo van?
-Las hago por el placer de escribir y sin prisa. Es como un libro de recuerdos porque me da miedo perder la memoria. No tengo pretensiones de nada, ni de venderlas, pero creo que si algún día tengo nietos, seguramente le gustará leer las memorias de su abuelo. A mí me hubiera gustado conocer las del mío. Yo nací en 1961 y soy el testigo de una época de muchos cambios. Creo que también puede ser interesante por eso.
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