Misterios en Sevilla: Terrorífica sesión de ouija en un colegio sevillano
Los sucesos marcaron para siempre a un grupo de incautos chavales que se adentraron en lo paranormal

Era un día soleado y tranquilo en un pequeño colegio de Sevilla. Los estudiantes disfrutaban de su hora de recreo, riendo y jugando al fútbol en el patio. Sin embargo, un grupo de chicos decidió aventurarse en lo desconocido. Fascinados por lo paranormal, decidieron probar una sesión de ouija en el sótano abandonado del colegio. Lo que experimentaron esa tarde cambiaría sus vidas para siempre.
El colegio, que tenía una larga historia, se rumoreaba que estaba encantado. La leyenda decía que un antiguo director había desaparecido misteriosamente en ese sótano hace décadas. Los chicos, ansiosos por enfrentar lo inexplicable, vieron esta oportunidad como una puerta a lo desconocido.
Con las manos temblorosas, colocaron cuidadosamente el tablero de la ouija sobre una mesa polvorienta. Se sentaron alrededor, con los dedos ligeramente apoyados sobre el pequeño vaso que utilizarían como puntero. El ambiente se volvió denso, cargado de expectación y nerviosismo.
Con voz temblorosa, uno de los chicos comenzó a hacer preguntas al supuesto espíritu que esperaban contactar. «¿Hay alguien aquí?», preguntó con cautela. Durante un momento, el vaso permaneció inmóvil. Pero, de repente, comenzó a deslizarse suavemente hacia «Sí». Los chicos se miraron entre sí, sorprendidos y a la vez emocionados.
A medida que continuaban haciendo preguntas, el vaso se movía de manera asombrosa, respondiendo con precisión detalles personales sobre sus vidas. Estaban conmocionados, incapaces de explicar cómo un juego de mesa podía revelar información tan íntima. Pero a medida que avanzaba la sesión, el ambiente se tornaba cada vez más oscuro y perturbador.
El vaso comenzó a moverse con más violencia, deslizándose rápidamente de letra en letra, deletreando palabras incomprensibles. Los chicos sintieron un escalofrío recorrer sus espaldas mientras un viento gélido parecía soplar repentinamente en la habitación. La atmósfera se volvió opresiva y ominosa.
Uno de los chicos, incapaz de soportar la tensión, decidió poner fin a la sesión. Sin embargo, el vaso se negaba a detenerse. Parecía tener una voluntad propia, moviéndose con una fuerza inexplicable. Los chicos entraron en pánico, sintiendo que habían desencadenado algo más allá de su control.
De repente, el vaso se detuvo en seco y apuntó a una serie de letras que deletreaban una palabra: «V-E-N-G-A-N-Z-A». Los chicos quedaron petrificados al leerla. En ese momento, un escalofrío recorrió el cuerpo de cada uno de los chicos. La palabra «venganza» colgaba en el aire, llenando la habitación con una sensación de malicia y oscuridad. No podían evitar preguntarse qué tipo de venganza se estaba insinuando y quién la estaba buscando.
Decidieron romper el contacto con el mundo espiritual y levantaron bruscamente sus manos del vaso. Pero el ambiente seguía cargado y tenso, como si algo hubiera sido desatado. Los chicos se apresuraron a abandonar el sótano y regresar a la seguridad del patio del colegio.
Sin embargo, a medida que pasaban los días, los eventos extraños comenzaron a suceder. Los chicos experimentaron pesadillas vívidas y perturbadoras, plagadas de imágenes oscuras y presencias siniestras. Algunos afirmaban escuchar voces susurrantes en los pasillos del colegio, que solo eran audibles para ellos.
La paranoia se apoderó de ellos. Cada sombra, cada ruido inexplicado, los llenaba de temor y ansiedad. Se preguntaban si habían desencadenado una fuerza maligna al jugar con la ouija, si habían abierto una puerta hacia el mundo de los espíritus y ahora estaban pagando las consecuencias.
El miedo se volvió abrumador, y los chicos decidieron contarle a unos expertos en esta materia su experiencia, algunos de ellos fueron escépticos, atribuyendo los eventos a la imaginación exaltada de los chicos. Pero a medida que los fenómenos paranormales continuaban, la incredulidad comenzó a desvanecerse.
Se tomaron medidas para investigar la historia del colegio y del director desaparecido, que no había desaparecido y que sólo fue trasladado de centro y años después falleció por una larga enfermedad. Su muerte había sido tema de especulación y rumor durante años alimentando la falsa leyenda del colegio.
Un investigador paranormal fue llamado para ayudar a los chicos, realizó extensas investigaciones, utilizando herramientas y técnicas especializadas para detectar y comunicarse con entidades espirituales.
El investigador concluyó que el juego de la ouija había abierto una puerta a un espíritu vengativo que aún residía en el colegio. Este espíritu estaba enfurecido por la interrupción y necesitaba venganza por no dejarle descansar. Aunque todo esto resultaba muy poco alentador.
Con el tiempo, los fenómenos paranormales comenzaron a disminuir. Los chicos lograron encontrar cierta paz y tranquilidad, aunque la experiencia siempre los marcaría. El colegio se convirtió en un lugar de leyendas, donde las historias paranormales fluían y pocos ya se atrevían a hacer una ouija en su interior.
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