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Fuera de ruta: rincones desconocidos de Granada que te enamorarán

El lavadero de la Puerta del Sol, el Carmen de los Mártires o el mirador del Carril de la Lona aparecen en pocas guías turísticas pero son dignos de visitar

Otro punto de interés es la ermita de San Sebastián, posiblemente el lugar más histórico porque allí fue donde Boabdil dio las llaves de la ciudad a los Reyes Católicos

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El recién arreglado lavadero de la Puerta del Sol, en el barrio del Realejo g. ortega

Guillermo Ortega

Granada

Es obvio que casi todos los turistas que llegan a Granada se marcan como objetivos ineludibles ver la Alhambra, el barrio del Albaicín, el del Sacromonte y, si les queda tiempo, la catedral y el centro. Pero Granada tiene más cosas y muchos rincones se quedan fuera del radar de los viajeros. Quedan, más que nada, para el disfrute de la gente local. Y no hay que engañarse: a muchos lugareños les gustaría que así siguieran las cosas.

Lo que sigue es un repaso a cinco puntos de una belleza cautivadora, distribuidos por varios barrios de la capital. Algunos tienen una importancia histórica acreditada, otros son curiosos y los hay simplemente bellos. Como se debe decir siempre en estos casos, son todos los que están pero no están todos los que son.

Un lavadero ideal para hacer tertulias

El lavadero de la Puerta del Sol, también llamada Placeta del Sol, era un lugar donde las mujeres -el feminismo aún estaba por llegar y esas tareas las hacían únicamente ellas- se juntaban para hacer la colada en el siglo XIX y en la primera mitad del XX, antes de la llegada de las lavadoras.

Allí no sólo se iba a lavar. Como en los antiguos baños romanos, era un sitio ideal para iniciar conversaciones, para montar tertulias y para contar las cosas del barrio del Realejo, uno de los más históricos de una histórica ciudad.

Fue el arrabal de los judíos en tiempos de los nazaríes, se llenó de conventos e iglesias cuando Granada pasó a estar bajo el dominio de los cristianos y ahora, pese a que le sobra tráfico, sigue manteniendo su esencia, hay gente que lleva generaciones viviendo allí y se respira un aroma de barrio.

El lavadero acaba de ser restaurado y sentarse allí es una gozada. La vista es impresionante tanto si se mira al frente, con la vega en todo su esplendor, como si se tuerce el cuello a la izquierda y se contemplan, al menos en invierno, las cumbres blancas de Sierra Nevada.

El mejor banco del mundo... o uno de los mejores

El Sacromonte no es ninguna joya oculta. Bueno, joya sí que lo es, pero lo conoce muchísima gente, así que no cabe hablar de lo segundo. Lo que pasa es que los turistas, en su mayoría, se quedan en el recorrido circular típico, entran en alguna cueva donde hay espectáculos flamencos, se toman algo en las tabernas y restaurantes diseminados por allí y se marchan al contiguo Albaicín.

Las impresionantes vistas desde el conocido banco del barrio del Sacromonte g. ortega

Pero callejeando por sus agotadoras cuestas, hay rincones fantásticos donde disfrutar de unas vistas incomparables de la Alhambra y el valle del Darro que discurre a sus pies. Y un sitio excelente para eso es el que fue nombrado «el mejor banco del mundo», aunque cuando trascendió esa denominación no tardaron en surgir voces desde otros puntos -por ejemplo desde Galicia- asegurando que de eso nada, que los había mejores.

Está en la plazoleta dedicada a Mario Maya, un artista célebre del barrio, y es un gustazo sentarse al sol de invierno a descansar un rato y dejar el tiempo pasar. No hay ruidos, no hay trasiego, no hay nada que turbe el placer de contemplar un paisaje de una belleza a la que ni siquiera los más viejos del lugar se han terminado de acostumbrar.

El mejor atarceder de Granada, digan lo que digan

El expresidente de los Estados Unidos Bill Clinton estuvo en Granada en 1997 y recordó que en una anterior visita, en sus años de estudiante, visitó el mirador de San Nicolás, en el Albaicín, y desde allí contempló el mejor atardecer de su vida. La promoción que hizo de ese sitio fue de tal envergadura que a día de hoy se concentran en ese sitio cientos de personas a diario. Hay momentos en los que literalmente no cabe ni una aguja.

Nadie negará la belleza de ese sitio. Es, como dirían los antiguos, un marco incomparable. La Alhambra en frente, la catedral a la derecha, el Generalife y Sierra Nevada a la izquierda... Difícil dar con algo mejor. Pero no imposible, porque en el mismo barrio del Albaicín, a diez minutos andando, hay otro punto que no figura en casi ninguna guía y que, sin ser específicamente un mirador, permite divisar unas vistas de ensueño.

Vistas desde el Carril de la Lona abc

Se trata del Carril de la Lona, muy cercano a la Plaza de San Miguel. La particularidad de ese mirador es que, cuando el sol está próximo a marcharse, el ángulo de visión es enorme, abarca muchísimo espacio, y así es posible apreciar más matices cromáticos de un cielo que es un espectáculo.

Desde allí se ve el final de la Gran Vía, la parte baja del Albaicín, la Puerta de Elvira y, más al fondo, el bulevar de la Constitución, que por cierto es otro punto al que no suelen acudir los visitantes y que se dedica más que nada al paseo y la contemplación de los locales. Y ahora que los árboles que se plantaron allí tras su remodelación han crecido bastante, lo cierto es que se está muy a gusto.

El carmen más granadino

Es señorial, elegante y bien hecho. Todos los cármenes tienen jardín y/o huerto, es algo consustancial, pero el jardín (o más bien los jardines) del Carmen de los Mártires son sencillamente espectaculares. Aun así, y pese a que está de camino a la Alhambra, muchos viajeros no lo incluyen en sus itinerarios, posiblemente por falta de tiempo.

Dicen que debe su nombre a que allí fueron enterrados algunos cristianos que no quisieron convertirse a la fe musulmana, pero cuando realmente se transformó en un sitio esplendoroso fue en el siglo XIX, cuando se decidió dedicar siete hectáreas de la ciudad a levantar un palacete y varios jardines a su vera, de distintos tipos: uno francés, otro a la inglesa, otro paisajista...

Uno de los impresionantes jardines del Carmen de los Mártires abc

Un recorrido por el carmen permite ver pavos reales campando por sus respetos junto al edificio principal, rodear un estanque encantador y observar allí patos yendo y viniendo -y con suerte también tritones subiendo a la superficie a tomar aire- y, sobre todo, disfrutar de la paz tantas veces esquiva.

Es curioso, pero cuando cuando nadie habla alrededor, es posible escuchar un runrún de fondo. Es el de la ciudad, el que recuerda que los coches, después de todo, siguen allí abajo. Pero es un murmullo del que se puede y se debe prescindir. En el carmen, por lo demás, se hacen presentaciones y se hacen fiestas, bodas y celebraciones. Depende ahora del Ayuntamiento de Granada.

La más que histórica ermita de San Sebastián

Es un lugar tan histórico que parece mentira que pase desapercibido. Allí, el 2 de enero de 1492, se encontraron los Reyes Católicos y el Rey Boabdil para que este último entregara las llaves de la ciudad, con lo que se dio por terminada la Reconquista. Posteriormente se celebró la que podría considerarse la primera misa cristiana de la España moderna.

Data del siglo XIII, está junto al río y en la época nazarí fue un pequeño templo musulmán asociado al Alcázar del Genil, muy próximo y también digno de ver, que daba cobijo a los llamados morabitos, santones musulmanes que lo utilizaban para meditar y orar.

La cúpula y parte del interior de la pequeña e histórica ermita de San Sebastián g. ortega

En una fachada lateral permanece la inscripción histórica que da fe del encuentro entre los reyes de uno y otro bando, tras lo cual Boabdil y su séquito se fueron camino de Motril y subieron a una colina que desde entonces se conoce como la del Suspiro del Moro, porque aseguran que fue allí donde el último monarca nazarí giró la cabeza, vio la ciudad tan hermosa que había perdido y lloró.

Pero ya en la época cristiana, consagrada a los santos Sebastián y Fabián, nunca se le ha dado un papel preponderante. Ha sufrido varias remodelaciones, estuvo a punto de perderse a causa de una crecida del río y hasta llegó a ser una taberna. No se puede visitar salvo excepciones, aunque los domingos, a las diez de la mañana, se celebra allí una misa.

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