Madrid respira tranquilo, antes tenía un pulmón verde y ahora, un pulmón verde protegido. Con una extensión cinco veces superior al neoyorquino Central Park, la Casa de Campo da para perderse y para mucho más. En el mismísimo centro, en el lugar perfecto cuando la playa no es una opción por la crisis. Pruebe a refrescarse bajo un geiser, remar en un lago con mil fotos posibles, remar, y remar o no, o sentarse, mirar y escuchar. Campo para el recreo, o para un futuro Nadal con buenas pistas de tenis. Y el teleférico es el lugar al que querrá bajar cuando esté en el cielo de Madrid. Toda esta riqueza natural e histórica será intocable a partir de ahora: la Comunidad ha declarado la Casa de Campo como Bien de Interés Cultural (BIC), el máximo grado de protección legal, para "evitar su futura degradación".