Actualizado Domingo, 07-06-09 a las 22:26
Quien lo anunció fue don José Blanco, antes «Pepiño el cocinero» de Ferraz. Su postrera andanada antes del cierre de campaña ya presagiaba la derrota socialista. El ahora ministro escondió la cartera de Fomento que le había trajeado de moderación por unas semanas, y volvió a tirar del peor manual, o sea de Aznar.

Aunque fuesen asuntos de seguridad de los de andar con pocas bromas. Le acompañó, con sobreesfuerzo inusitado, Corbacho, con su Ministerio empeñado en convencernos de que el paro ya no suma tanto. En plena exhibición de megáfonos, el propio Zapatero quiso asumir la responsabilidad de una derrota en forma de venda para suturar antes la previsible brecha. Pobre bagaje para salvar los muebles y apurar al menos un empate. Ya no había tiempo. Como en Galicia con Touriño (aunque territorial, primera derrota sonada), la factura del mobiliario no saldrá barata.

Más de tres puntos es una diferencia superior a los sondeos y a los dos puntos que los socialistas se habían dado de margen. Y un vuelco con respecto a 2004. Sí, es verdad. El PSOE y sus cercanos ya habían intentado restar mérito a una victoria popular, pero desde hoy se van a desgañitar: poca diferencia de puntos con la que está cayendo, Rajoy no tiene carisma para unas generales, la baja participación convierte los resultados en espejismo... Argumentos muchos, pero realidades, una: desde el 7-J, Zapatero ya no es el eterno ganador de elecciones frente a Rajoy. Son los primeros comicios nacionales que pierde a manos del líder del PP, y además, con claridad. ¿Hay cambio de ciclo? Lo que hay es mucho partido...

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