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«Sevilla siempre se apunta al vencedor. Fue la ciudad más afrancesada de España»

El profesor Manuel Moreno Alonso presenta su nuevo libro, «El clero afrancesado en España» (Biblioteca Nueva)

«Sevilla siempre se apunta al vencedor. Fue la ciudad más afrancesada de España» jesús spínola

andrés gonzález-barba

Manuel Moreno Alonso (Sevilla, 1951) no es un historiador al uso. Este catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Sevilla se ha acercado a la figura de Napoleón Bonaparte y, sobre todo, a la guerra de la Independencia española desde múltiples puntos de vista. Ahora, le da otra vuelta de tuerca a este asunto para presentar su nueva publicación, «El clero afrancesado en España» (Biblioteca Nueva), en la que habla de un tema que se ha silenciado habitualmente: el papel de la Iglesia durante la ocupación napoleónica.

En una entrevista que publica ABC, Moreno Alonso admite que el clero desempeñó con el Gobierno instaurado por José Bonaparte «un caso claro de "colaboracionismo" con los ocupantes, que tenían la fuerza, e iban a introducir una nueva dinastía y un nuevo sistema de gobierno. En algunos casos hasta facilitaron el expolio de las grandes obras de arte de los conventos e iglesias». Asimismo, este historiador añade que «fueron los "colaboracionistas" de la guerra de la Independencia, pero con la diferencia de que, cuando se produjo este fenómeno en la Segunda Guerra Mundial, por ejemplo, el clero no colaboró con los ocupantes en la misma medida que en España entonces».

Este catedrático de Historia Contemporánea pone el dedo sobre la llaga en un tema habitualmente no tratado en España, ya que hasta ahora se había silenciado este papel tan colaboracionista que tenía la Iglesia con el poder francés instaurado. A este respecto admite que «conocíamos la significación de los afrancesados, que Marañón consideró como una "cuestión capital" de la historia de España, pero no el del clero, que vivió un estado de guerra civil en su interior de enorme repercusión para el futuro. Miguel Artola, que ha tenido la amabilidad de escribir el epílogo de mi libro, escribió hace muchos años su tesis sobre los afrancesados, pero en ella no dijo una sola palabra sobre el clero».

Y es que, como admite este profesor, «la historia fue escrita por los vencedores, que consideraron a los partidarios de José como traidores a la patria». Posteriormente, la Iglesia le quitó importancia. «Muchas pruebas documentales se destruyeron para dar idea de que no había habido ningún cisma dentro de la propia Iglesia. Luego se construyó una historia oficial que poco tenía que ver con la realidad», puntualiza.

«Alberto Lista pasó de ser un ardiente patriota a un afrancesado casi fanático»Respecto a la actitud del clero en Sevilla, Moreno Alonso admite que «Sevilla siempre se apunta al vencedor. Y tras su conquista por los franceses en 1810, después de haber sido la capital de la España libre frente al Madrid napoleónico, se convirtió en la ciudad más afrancesada en España». Sobre este asunto, admite que uno de los eclesiásticos más afrancesados fue Alberto Lista, que pasó de ser un ardiente patriota a un afrancesado casi fanático. Su amigo Félix José Reinoso —el “curita de Santa Cruz”— «escribió un libro impresionante en defensa de los afrancesados que fue considerado por Menéndez Pelayo como “el Corán de los Afrancesados”. De todo ello me ocupé en un libro que escribí hace algunos años sobre la “Sevilla napoleónica”».

También este historiador aclara que la Iglesia se dividió en dos bandos completamente enfrentados. «Fueron muchos los obispos que se pusieron de parte de José. Y lo que es más sorprendente es que muchos frailes le secundaron en contra de lo que se ha dicho. Pues hasta ahora, con nombres de guerrilleros legendarios como «El Fraile» o «El Capuchino», la asociación de estas dos palabras fraile y afrancesado se presentaba como antagónica».

Otro aspecto muy importante que subyace de este libro es que este historiador comenta este conflicto se produjo porque en el fondo se trataba de una guerra de religión. «De eso no cabe la menor duda, lo mismo que se ha dicho de la guerra civil de 1936 que, según Pedro Sáinz Rodríguez, en su ochenta por ciento es una guerra de religión. A consecuencia de ello, la Iglesia española ya no volvió a levantar cabeza. La violencia en los enfrentamientos, así como el odio y la crudeza desarrolladas así lo confirman. Hubo hasta una “guerra teológica”: el enfrentamiento de una teología de la paz y de la sumisión, en el bando afrancesado, frente a una teología de resistencia, de “guerra de religión”», concluye.

«Sevilla siempre se apunta al vencedor. Fue la ciudad más afrancesada de España»

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