El Baloncesto Sevilla, en peligro de desaparición si no consigue más apoyos
CaixaBank dispone de alrededor de un millón de euros más en concepto de patrocinio

Salvado el Baloncesto Sevilla en la pista, gracias a la estupenda labor de Luis Casimiro y sus muchachos, ahora hay que remangarse en los despachos para encontrar nuevos compañeros de viaje cuanto antes y asegurar así la viabilidad del club la temporada que viene y en el futuro. Queda mucho trabajo y la situación es delicada. El club necesita otros apoyos -coyuntura conocida desde hace tiempo-, que supongan fuentes de financiación alternativas para dar continuidad a los 28 años de historia de la entidad, 26 de ellos seguidos en la ACB. De lo contrario, si no media la colaboración de las instituciones públicas -Diputación, Ayuntamiento o Junta de Andalucía-, la existencia del club correría riesgos.
El apoyo de CaixaBank, que ha ejercido ya esta campaña como patrocinador secundario desde la venta de la sociedad al fondo de inversión estadounidense Jefferson Capital Funding (JCF), ha sido siempre inquebrantable pero no será eterno. Eso se tiene asumido en el club. Ya en junio de 2014, la entidad bancaria explicó que no podía continuar al cargo de la propiedad de un club de baloncesto y se le concedió un plazo de tres años para que en el Baloncesto Sevilla se articulase un plan de viabilidad a fin de garantizar plenamente su futuro.
Según fuentes consultadas por este medio, desde 2012, CaixaBank ha aportado 12,5 millones de euros al club, con dos últimas partidas, a razón de 2,4 millones para esta temporada y una extra, para acabar esta campaña y avanzada el pasado mes de febrero, de 1,9. Se ha recurrido a parte del fondo de la temporada que viene. Queda alrededor de un millón de euros, que debe emplearse como complemento de la aportación capital que se busca -un mínimo de entre 1,5 y dos millones- por parte de otros inversores a los que CaixaBank cedería las acciones si el actual propietario, Jefferson Capital Funding, no cumple el contrato llegado el 30 de junio.
La temporada ha sido turbulenta no sólo ya en la faceta deportiva sino también a nivel institucional. Se han generado fricciones y no ha resultado productiva en el plano económico. Al revés. Ni Jefferson Capital Funding ha cumplido con los ingresos prometidos -si no lo ha hecho hasta ahora es improbable que actúe ya-, ni se han logrado nuevos ingresos en concepto de nuevos patrocinios, una de las parcelas de trabajo que debían ser nucleares para los gestores que llegaron a la par que el fondo, José Luis Galilea como director general y Francisco Viudes como director de márketing. Es más, se han perdido algunos apoyos históricos, como el de la Diputación, que cedía sus instalaciones del Centro Provincial Infantil (Casa Cuna) como residencia para la cantera. A los chavales ha tenido que reubicarlos el club, con el consiguiente gasto extra no contemplado. Y la camiseta del equipo, como se explicó ayer en estas líneas, se mantiene sin patrocinador alternativo. Eso es un déficit que lastra las cuentas.
Baja el presupuesto mínimo
El presupuesto mínimo para disputar la ACB se ha ido reduciendo en los últimos años por las propias circunstancias del país. Para la próxima temporada se estima, de hecho, que superará por poco los dos millones de euros, aunque obviamente haría falta una cantidad algo mayor para competir con plenas garantías en la Liga. Con menos recursos que en sus mejores años, recuérdese que el equipo se metió la pasada campaña en el play off. Más problemas tienen aquellos que pretenden dar el salto de la LEB Oro a la ACB, caso del CB Tizona Burgos, que ha estudiado la posibilidad de comprar alguna plaza. La del CB Sevilla no será.
El club hispalense está saneado. Todos sus trabajadores están al corriente de pagos, algo de lo que siempre han presumido en San Pablo con razón, dado que se trata de un factor diferencial respecto a otros competidores de la ACB. Para que su historia pueda seguir escribiéndose muchos años más, es imprescindible dotarse de otras fuentes de financiación. En el CB Sevilla están trabajando a conciencia con esa misión, intensificando las gestiones para captar un grupo inversor.
Desde diciembre, cuando se comprobó que el nuevo proyecto no satisfacía las necesidades perentorias del club, el presidente, Fernando Moral, asumió más responsabilidades en la estructura. Tomó el timón con fuerza.
Ahora, el club anda inmerso en la búsqueda de esos inversores, con varios frentes abiertos. Están convencidos por San Pablo de que, con mucho esfuerzo -que se da por descontado, como corresponde a estos tiempos-, el club saldrá adelante. Es más, no se teme por el presupuesto y la viabilidad de la próxima campaña pero sí se piensa en el futuro, por supuesto, en el medio plazo, como se señaló antes. Por eso, porque un club de baloncesto no puede vivir al día, es imprescindible que otros actores (públicos o privados) pongan de su parte y se involucren también en el proyecto.
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