Charla-coloquio: Juan Ignacio Vidarte, director del Museo Guggenheim de Bilbao

Presentación de Juan Ignacio Vidarte

LOS FILÓSOFOS NOS enseñaron la relación entre esencia y accidente. Sevilla, por ejemplo, es una ciudad que presume de esencia y que por eso mismo ha acuñado el concepto de «sevillanía». Bilbao –en cambio- es una ciudad que durante años ha preferido definirse a través del accidente y por eso Unamuno decía que «el mundo entero es un Bilbao más grande».

A los bilbaínos les hace ilusión advertir los parecidos de sus rincones con otras ciudades del mundo. Así, el edificio de Sota barnizado de luz por las farolas de la plaza de Jado podría ser un fragmento de París, y al caminante que avanza por la Alameda de Urquijo y que contempla la residencia de los jesuitas frente a las columnas del Banco de Bilbao, de pronto le asalta la sensación de Londres. Y es que la esencia de Bilbao no estaba en sus edificios, sino en sus árboles: el roble de Arbieto, el tilo del Arenal, el árbol de Gernika.

Sin embargo, algo ha cambiado en Bilbao desde que el Museo Guggenheim recoge sus tejados en una media verónica. Ya no es el Bilbao de Basterra, ni de Maetzu, ni de Baroja, aunque los abarque a todos. Para hablarnos de esta maravilla, de sus tesoros y de sus benéficas influencias, hoy nos visita su director, Juan Ignacio Vidarte, quien fue uno de los artífices del desembarco de la Solomon R. Guggenheim Foundation en Bilbao.

Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad de Deusto y MBA por el Massachusetts Institute of Technology –el prestigioso MIT-, Juan Ignacio Vidarte fue director de Política Fiscal y Financiera de la Diputación Foral de Bizkaia de 1989 a 1992. Como responsable de la reestructuración financiera de la Diputación Foral de Bizkaia, fue distinguido con el rating A+ por parte de las consultoras especializadas Moody’s y Standard and Poor’s, siendo la primera vez que una institución pública española independiente del Estado Central, obtenía la máxima calificación posible.

Juan Ignacio Vidarte nos explicará cómo un museo ha sido capaz de transformar el paisaje de una ciudad, multiplicar las oportunidades de negocio y convertir una región en referencia universal. Bilbao es el espejo en el que hoy se contempla Málaga y el Museo Guggenheim es el verdadero palimpsesto del Museo Picasso. Pero ninguno de estos logros habría sido posible sin la sensibilidad, rigor y profesionalidad de la gestión de Juan Ignacio Vidarte. No es posible nombrar al Guggenheim de Bilbao sin aludir una vez más a su prodigioso diseño. Schopenhauer decía que la arquitectura es la música congelada y a mí se me antoja que el Guggenheim de Bilbao es la música misma. Es esencia y por lo tanto árbol.

F.I.C.

Sevilla, 28 de Octubre de 2003

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