Jorge Volpí, escritor, presenta el libro «No será la Tierra» (Alfaguara)

NO SERÁ LA TIERRA cierra la trilogía del siglo XX que Jorge Volpi comenzó con En busca de Klingsor (1999) y dejó pendiente con El fin de la locura (2004). Teniendo en cuenta esta premisa, quisiera comentar No será la Tierra como parte de una serie y no como una obra aislada y ajena a un proyecto tan ambicioso como singular ¿Qué tienen en común En busca de Klingsor, El fin de la locura y No será la Tierra? Para empezar, que las tres son novelas que desnudan las vergüenzas de los guardianes de esos mundos presuntamente puros y perfectos –los de la ciencia y los de las ideas- a través del naufragio y derrota de los científicos y los intelectuales; es decir, de aquellos que estaban llamados a ser los mejores porque el conocimiento supuestamente los había convertido en individuos más libres y por lo tanto más responsables. Pero en realidad nunca ocurrió así, porque tanto científicos como intelectuales se entregaron de manera contumaz a los horrores del nazismo, a las delirantes utopías del marxismo-leninismo y al fetichismo seductor de las peores alienaciones del capitalismo.

Volpi no deja títere con cabeza en su desolador fresco del siglo XX, porque quien no es totalitario es patético, quien no es cómplice es delator y quien no es corrupto es simplemente un antisocial. ¿Es que acaso no basta escapatoria posible? Por desgracia, de la lectura de la trilogía de Jorge Volpi no se desprende ninguna respuesta positiva porque de los primeros siempre será posible esperar lo último: la traición, la frivolidad o –peor todavía- la inconsciencia. Si Ortega nos enseñó lo que podía ser la «rebelión de las masas», Jorge Volpi nos demuestra lo que ha supuesto la «deserción de las élites».

Finalmente, el esquema de la trilogía le hace un guiño al teatro del Siglo de Oro, porque entre dos piezas solemnes e incluso dramáticas –En busca de Klingsor y No será la Tierra- Jorge Volpi ha intercalado un sainete, una comedia –El fin de la locura-, tal vez para recordarnos que los grandes hechos de la historia universal siempre aparecen dos veces, la primera como tragedia y la segunda como farsa. Pero hablemos ahora de No será la Tierra, la nueva novela de Jorge Volpi.

No estoy de acuerdo con quienes han sostenido que se trata de una mezcla de ficción y periodismo, porque ello supondría negarle a la literatura la posibilidad de fraguar una excelente novela con la arcilla de la actualidad más inmediata. No, la ambición de Jorge Volpi –fantasear con la caída del comunismo, la inteligencia artificial, el genoma humano, la lucha contra la globalización y la especulación bursátil a lo largo del último tercio del siglo XX- le ha supuesto renunciar a su devoción incondicional

por Dostoiévski para escribir con la mirada ambiciosa y caleidoscópica de como A pesar del oscuro silencio (1993), El temperamento melancólico (1996), Sanar tu piel amarga (1997) y las más recientes En busca de Klingsor y El fin de la locura? Volpi siempre ha hurgado –como Dostoiévski- en los entresijos más oscuros de la condición humana, pero en No será la Tierra se ha visto compelido a darle más protagonismo al paisaje y los bosques antes que a los detalles y los árboles, aunque los tres hilos conductores de la novela sean tres personajes femeninos –una bióloga soviética, una economista americana y una matemática húngara-, cada uno con su correspondiente corte de milagros. No será la Tierra se parece más a Guerra y Paz que a Crimen y castigo. Es la novela de un zorro que ha elegido la estrategia narrativa del erizo, por invocar el maravilloso ensayo de sir Isaiah Berlin en The Russian Thinkers.

Se me antoja interesante dedicar unas líneas a los personajes femeninos de Volpi –la economista Jennifer Moore, la bióloga Irina Gránina y la matemática Eva Halász-, tres mujeres brillantes que triunfan en sus respectivas especialidades, pero que fracasan estrepitosamente como madres, como amantes, como hijas, como hermanas y como esposas. De manera deliberada, Jorge Volpi las convierte en reinas absolutas de unas esferas profesionales de supuesta hegemonía masculina, para negarles al mismo tiempo la más mínima de las cualidades atesoradas por los arquetipos femeninos tradicionales. En realidad, uno estaría persuadido de defectos de los hombres y ninguna de las virtudes de las mujeres, aunque no sabría decir si eso es políticamente correcto o no.

Por último, No será la Tierra nos muestra el rostro más miserable y mezquino de la filantropía, el altruismo y la solidaridad, valores laicos a los que uno siempre les supone desinterés y desprendimiento. Sin embargo, en la novela de Jorge Volpi los mecenas, los disidentes y los ecologistas tienen dentaduras malolientes y retorcidas, porque no hacen nada por amor al chancho sino a los chicharrones.

¿Qué supone la trilogía en general y No será la Tierra en particular, dentro del conjunto de la obra de Jorge Volpi? Todos los libros de Jorge Volpi –novelas, relatos, ensayos, etc.- parecen poseídos por una ambición epistemológica, por la necesidad de escribir sobre la inteligencia, el conocimiento y los desvaríos de la razón. Es el caso de las novelas A pesar del oscuro silencio y El temperamento melancólico, de los ensayos La imaginación y el poder. Una historia intelectual de 1968 (1998) y La guerra y las palabras. Una historia del alzamiento zapatista (2005), de sus relatos más largos o sus novelas más breves Días de ira (1994) y Sanar tu piel amarga (1997) y –por supuesto- de la soberbia trilogía que comprende En busca de Klingsor, El fin de la locura y No será la Tierra.

A diferencia de esos magos que hacen desaparecer objetos tangibles, Jorge Volpi es quien ha desaparecido del escenario para dejarnos con el muerto de este mundo.

Fernando Iwasaki

Sevilla, 25 de Octubre de 2006

 

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