Abelardo Linares, poeta, presenta el libro «Y ningún otro cielo» (Tusquets)

NO ES POSIBLE saber con certeza cuántos Abelardos Linares existen, pues aparte del poeta, el editor y el librero de viejo –cada uno con media docena de avatares propios- tenemos los Abelardos Linares que pueblan los diarios, las memorias, los relatos y las novelas de numerosos poetas y narradores de España y América Latina; por no hablar de las dedicatorias que lo celebran, las entrevistas que lo encarnan o los foros que lo denigran en bitácoras que se quieren poéticas y librescas.

Y sin embargo, Abelardo Linares es alguien que lleva una vida más bien discreta y alejada de los saraos literarios, porque además de tímido –o precisamente por eso- ha renunciado a cualquier tentación de figuración y promoción personal. De hecho, Abelardo es el único poeta que exige que lo retiren de las antologías y que le encanta que lo inviten para poder responder que «no». Pero una cosa es ser discreto y otra muy distinta pasar desapercibido.

Abelardo Linares jamás podría ser ignorado, porque posee la librería de viejo más vasta y prestigiosa del mundo de habla hispana -sobre todo después de adquirir el millón de libros de la mítica librería neoyorkina de Eliseo Torres- y a pesar de trabajar exclusivamente con títulos y autores del Modernismo hasta nuestros días. Por otro lado, como editor ha rescatado catálogo para la creación del canon de la poesía contemporánea en español, pues la obra de poetas tan diversos como Francisco Brines y Rafael Adolfo Téllez, Vicente Núñez y Felipe Benítez Reyes, Luis García Montero y Pablo García Baena, Andrés Trapiello y Carlos Marzal, Francisco Bejarano y Luis Alberto de Cuenca, Pedro Sevilla y José María Álvarez, Javier Salvago y Juan Bonilla -entre otros-, no podría dilucidarse sin las colecciones de poesía de Renacimiento, única editorial andaluza que cuenta en su catálogo con varios premios nacionales de literatura, de poesía y de la crítica. Finalmente, como poeta es autor de los libros Mitos (1979), Sombras (1986), Espejos (Premio Nacional de la Crítica 1992) y Panorama (1995), apretada enumeración a la que quince años más tarde sumamos Y ningún otro cielo (Tusquets), la obra que hoy nos convoca.

Siempre he creído que los verdaderos hallazgos los realizan los poetas y que los narradores nos limitamos a tejer historias tirando de aquellos versos como si fueran los hilos de una madeja. ¿Qué historia podría contar después de leer los cinco libros de poemas que Abelardo Linares ha escrito a lo largo de treinta años? La historia del hallazgo del amor o Romance del Amor, que se consuma en Y ningún otro cielo.

El tema del amor en Mitos –primer libro de Abelardo Linares- está presente a través de su relación con la tradición clásica, mitológica y literaria, pues quienes aman son los dioses, los héroes y los poetas que verdaderos. En Sombras, los poemas de amor son por fin poemas en primera persona, aunque sus versos traslucen dolorosas certezas como cuando habla de el amor y su radiante rosa hiriente, cuando sentencia resignado Desde el principio supe que equivocaba el juego / entregándome a amarte o como en estos desconsolados versos del poema «Laberinto»:

Aún no me has mirado con esos ojos tuyos,

tan hermosos que duele contemplarlos,

y ya mi vida toda presiente qué locura,

qué iluso y torpe afán será quererte,

qué atroz y exacto laberinto

de ternura, de muerte y de deseo.

 

Tampoco es mejor la experiencia del amor en Espejos, donde versos de plenitud como Tu existir me hace un dios y tú me creas. / No hay mayor claridad ni otro misterio, conviven con intuiciones tristes que concluyen: O, más sencillamente, acaso sea / todo esto cuestión de cobardía / y nuestro amor, posible o imposible, / una educada forma de engañarnos. El poeta ama y quiere ser amado, pero siempre arde o fracasa en el empeño. Esa es la diferencia con respecto a Y ningún otro cielo, donde los mejores poemas son precisamente poemas de un amor pleno, mágico y poderoso.

Un genuino crítico de poesía nos hablaría de las imágenes vanguardistas en «Velocísimo», nos propondría una exégesis del poema «El regreso de Heráclito» o nos trazaría el linaje surrealista de poemas la segunda parte del libro -«Entretiempo casi romántico»-, donde están los mejores y últimos poemas de Abelardo Linares. Pienso en «Silogismo», «Cinematógrafo de la memoria» (Una habitación de hotel. / Yo, loco con tu vestido. / Tú, vestida con tu piel), «De deseo y de sombra», «Contrasentido» y «Como en un espejo», aunque para mí sobresalen por encima de todos «Oración», «Bajo la ciudad» y «Variaciones sobre el deseo»:

Debajo de la ciudad, bajo el asfalto,

bajo los cimientos y los sótanos,

bajo las últimas raíces,

bajo la tierra blanda y la piedra dura,

más allá de los túneles del metro,

de las cañerías y de los tubos de cable.

 

En lo más hondo,

invisible pero todopoderosa,

hecha de lo más duro,

de afilados sueños y tercos recuerdos,

sigue estando tu piel.

Sólo por eso la ciudad permanece.

 

Si en Sombras Abelardo Linares escribió: El amor es el agua. / El deseo, ¿la copa / que la sostiene o / la fuente de que nace?, en Y ningún otro cielo «Variaciones sobre el deseo» se convierte en la respuesta rotunda al poema anterior. Si en «Radiante rosa hiriente» el amor vuela hacia un cielo que no existe, en «Oración» leemos Y ningún otro cielo / que el que quiera llegarme de tu boca / húmeda de muchos besos. Si en Espejos el amor estaba en el «Trasmundo», en Y ningún otro cielo se encuentra «Bajo la ciudad». Ignoro si los verdaderos críticos de poesía le conceden importancia a estos minúsculos detalles, mas yo no entiendo otra manera de leer que no suponga el diálogo entre las obras del mismo autor.

Precisamente, una de las muchas cosas que le debo a Abelardo Linares es que me haya enseñado a leer, poniendo a mi alcance autores y obras que desconocía, incluso tratándose de autores y obras de mi propio país. Así, gracias a Abelardo he leído a poetas y narradores españoles y latinoamericanos, que hoy para mí resultan imprescindibles aunque se trate de autores preteridos y olvidados. En realidad, gracias a Abelardo he aprendido –como Borges, Cernuda y Cansinos- que “tan sólo el olvido permanece” y que todos seremos olvidados.

¿Cuál es el cielo del nuevo libro de poemas de Abelardo Linares? Si la voz del amor hizo escribir a Salinas los versos de La voz a ti debida, los poemas de Y ningún otro cielo nacen de la mirada del amor que mira con ojos como alhajas, de unos ojos que parpadean a la única velocidad recomendable, / a la velocidad de la luz / de tus ojos. Por lo tanto, Abelardo Linares escribe desde el cielo con diamantes, porque los ojos que lo miran quizás sean como los de Lucy, a girl with kaleidoscope eyes.

F.I.C.

Sevilla, 14 de julio de 2010

 

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