Alonso Álvarez de Toledo, diplomático y escritor, presentó sus memorias en el Aula de Cultura de ABC

El diplomático y escritor Alonso Álvarez de Toledo y Merry del Val protagonizó ayer una nueva sesión del Aula de Cultura de ABC con la presentación en Sevilla de su nuevo libro, «Notas a pie de página. Memorias de un hombre con suerte» (Marcial Pons, Ediciones de Historia), en donde relata numerosas anécdotas que acompañan a su dilatada carrera diplomática, en la que ha presenciado acontecimientos tan importantes como la caída del Muro de Berlín (1989), cuando era embajador de España en la antigua República Democrática de Alemania.

El acto del Aula de Cultura —que patrocinan la Real Maestranza de Caballería y el Banco Sabadell— fue presentado por su director, Francisco Robles, quien resaltó el gran valor de las memorias de este diplomático, «porque Alonso Álvarez de Toledo dirige la mirada de forma limpia, no emite muchos juicios de valor y se pone siempre en el papel del que tiene enfrente ». Asimismo, comentó del invitado que «él no escribe de oídas, sino de lo que ha escuchado, que es muy distinto. Don Alonso estuvo allí y vio la cosas con sus propios ojos, contando los acontecimientos de una forma amena y sin envidias ni resentimientos». A continuación, toda la noche se desarrolló a modo de entrevista, de tal forma que Álvarez de Toledo fue contestando a cada una de las preguntas que le formulaba Robles. Así, preguntado sobre si un periodista debe ser diplomático, este exembajador comenta que «el diplomático no miente nunca, puede no decir toda la verdad, salvo si alguien espera que se le adule. Un periodista tiene la misma obligación que un diplomático, ganarse la confianza del otro, y para eso es mejor decir siempre la verdad».

Durante su intervención, Álvarez de Toledo tuvo una mención muy especial para Fernando María Castiella, que fue embajador y ministro de Asuntos Exteriores entre 1957 y 1969: «Castiella quería vender España en el extranjero y para hacerlo intentó desmontar el franquismo. El resto de los ministros, salvo Antonio María Oriol, no le querían porque ellos defendían el franquismo». Además, destacó la política que hizo este ministro al frente de Gibraltar, «que fue muy diferente a la que han realizado posteriormente los demás ministros de Asuntos Exteriores». Asimismo, comentó que «Castiella actuaba como una rueda libre que no formaba parte del engranaje del Gobierno. Él y Oriol fueron los únicos ministros que se opusieron a la ejecución de Julián Grimau». Frente a la formalidad de Castiella, este diplomático destacó la figura de Agustín de Foxá: «Castiella era el deber en sí mismo. Foxá no cumplía el deber y necesitaba disfrutar de la belleza. Cuando yo lo conocí estaba ya muy gastado y enfermo, y contaba anécdotas falsas sobre sí mismo».

La crisis de los misiles
Por otra parte, Álvarez de Toledo contó su experiencia vivida en Estados Unidos durante la crisis de los misiles. A dicho país llegó en 1960: «Me acuerdo haber oído que el Gobierno tenía problemas de abastecimiento porque la gente había ido en masa a comprar comida a los supermercados y se la llevaron a sus refugios atómicos, eso es signo de que había miedo». Asimismo, dijo que un diplomático ruso que había estado en La Habana en aquella época le confesó que «los diplomáticos rusos de La Habana no sabían nada de la crisis de los misiles, pero nosotros sí éramos conscientes de que podía caernos una bomba atómica». Este diplomático recordó también su paso por países como México, en donde contactó con antiguos republicanos españoles exiliados como León Felipe. «Ellos me veían como un joven que no tenía nada que ver con la guerra civil ni Franco. Yo intenté ayudarles para que estuvieran en contacto con sus familias».

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