El Faraón de Camas y la cantaora Marina Heredia abrieron ayer la temporada del Aula de Cultura de ABC con un brillante mano a mano

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El Aula de Cultura de ABC, que patrocinan la Real Maestranza de Caballería y Renault, no pudo comenzar ayer con mejor pie la temporada 2014/15. En el coso del Alfonso XIII se dieron cita dos grandes titanes en sus respectivos artes: Marina Heredia y Curro Romero. Flamenco y toreo, tanto monta, monta tanto.

Tras una breve pero atinada presentación del director del Aula de Cultura, Francisco Robles, comenzó la corrida con un presidente de excepción, el periodista Alberto García Reyes, que fue moderando cabalmente un acto lleno de anécdotas y que contó con la complicidad del público, que abarrotó el salón del hotel y que obligó a abrir otra sala anexa.

La ocasión lo merecía, porque ver juntos a Marina Heredia y a Curro Romero no es algo que se pueda disfrutar todos los días. Juventud y experiencia se dieron la mano demostrándose que el Arte escrito con mayúsculas no tiene fronteras de edad.

«Dónde se cruzan toreo y flamenco», formula García Reyes mientras que Marina Heredia admite que «primero se cruza en el corazón de la gente que sale ahí fuera. El compás y el temple son muy importantes». Sobre el mismo tema, Curro Romero no lo duda: «flamenco y toreo se cruzan en los sentimientos y en la sensibilidad que existe entre el toro y el flamenco», para después corroborar la idea de que «un lance o un pase con muleta son lamentos ».

A partir de ahí, el Faraón de Camas recordó aquellos tiempos de juventud en el que iba al Calderón de Madrid. La primera anécdota genial de la noche surgió cuando Curro contó que un día acompañaba a Manolo Caracol para asistir a un recital de Pepe Pinto: «Caracol me llevó a saludarlo en el descanso, yo era novillero y le dijo que dentro de poco iba a ser torero. Pepe Pinto me dijo que ya me conocía y cual no fue mi sorpresa cuando regresamos a nuestro sitio y me dedicó un cante como futuro matador de toros. Pinto dijo que me apuntaran con un foco y yo con toda la vergüenza del mundo no sabía dónde esconderme mientras Caracol gritaba: ¡está aquí!».

También relacionada con Caracol vino otra historia desternillante. El cantaor animó al diestro a que cantara después de un almuerzo al que le invitó en la Venta de Manzanilla de Almería: «Mi pidieron que cantara un fandango y yo lo canté muy nervioso. Después me pidieron que cantara otro y cuando terminé Caracol me dijo: Tú, a torear», confesó Romero mientras todo el público se reía al unísono. Tampoco podía faltar el recuerdo a Camarón. El maestro de Camas lo rememoró toreando junto a Rancapino, «que le echaba al capote la misma fatiga que cuando cantaba», dijo de éste último. Sobre el genial cantaor de San Fernando, Curro Romero añadió que «éramos muy amigos», admitiendo que «en la vida hay que ser primero persona y luego lo que venga», por eso «José lo daba todo y se escondía siempre por todos los lados porque no quería protagonismo». En ese momento tuvo otro recuerdo cuando el cantaor de la Isla vino una vez a la Feria de Sevilla cuando estaba aún en el Prado de San Sebastián: «Recogí a José, a Rancapino y a otras muchas más personas y nos fuimos todos a Triana porque en la Feria era imposible escuchar cantar. Cuando llegamos a Triana bus camos al Niño de la Calzá y todo el mundo cantó por fandangos tres o cuatro horas, tras lo cual nos partimos las camisas, lloramos y nos besamos. Así estuvimos hasta que salió el sol».

En este punto de la noche, el Faraón de Camas y Marina Heredia reflexionaron sobre la ventaja que puede tener el flamenco sobre el toreo en cuanto a poder elegir a los artistas que mejor le pueden venir al cantaor o al bailaor, mientras que en la lidia el torero se enfrenta al toro sin saber qué puede pasarle. Pero aunque el flamenco sea un arte más seguro en ese sentido no está exento de otros muchos riesgos. Sobre este asunto, la cantaora granadina admitió que «no sólo dependemos del buen estado de nuestra garganta. A veces tu mente puede estar en otro sitio, por eso yo desconfío de los que siempre están bien». A su vez confesó que «yo también he tenido mis petardos, como la primera vez en la actué en Sevilla, en el Teatro Central, cuando tenía 16 ó 17 años. Mario Maya me envió después por carta todas las críticas, pero yo admito que éstas son buenas cuando son constructivas y aquella noche canté como un perro». A continuación, Curro recordó una crónica que le escribió Cañabate en el ABC elogiándolo, «pero cuando toreé al día siguiente, él escribió en otra crónica: volvemos a la normalidad».

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La genialidad del maestro de Camas no tiene límites y recuerda una vez en que le preguntaron «qué público me gustaba más, si el de Madrid o el de Sevilla, y yo le dije que me gustaba más el del tenis, porque un tío que va a sacar, si oye un grito, ni bota la pelota. Además, si llueve se van enseguida de la pista, algo que no pasa en el toreo».

Podrían contarse muchas más anécdotas porque Curro Romero es un libro abierto de sabiduría de la vida, pero el mejor remate a este acto tan brillante lo puso Marina Heredia cuando volvió a regalarle al público sevillano aquella letra que le ha dedicado esta pasada Bienal al Faraón de Camas: «Me dijo Curro una vez: / qué difícil es / comer despacito / cuando hay ganas de comer». Tras esta gran estocada, los aplausos clausuraron la noche.

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