Lunes, 29-12-08
Fiesta de la Familia
Hemos celebrado el gran acontecimiento, como se merece; en la Plaza de Colón de Madrid, nos hemos reunido más de un millón de personas (pese a ser una mañana gélida y con amenaza de lluvia o nieve), muchas de ellas procedentes de otros lugares de España, para conmemorar, con la solemnidad debida, esta fiesta. Las familias son las raíces de nuestra sociedad; si secamos las raíces, el árbol se muere. Es la familia el lugar dónde se educa la persona, dónde se le transmite la Fe, dónde recibe la necesaria formación para luego volar sola, dónde aprende a amar, dónde se ejercita para la solidaridad...
Es inaudito que aquellos que debían defender y proteger a la familia sean los enemigos contra los que tenemos que luchar. Nuestros gobernantes, con sus leyes leoninas, laceran al pueblo. Pretenden imponer la idea de que familia o matrimonio es cualquier cosa, con lo que están envileciendo su concepto.
Y con la familia, nuestro canto a la vida. En el día de los Santos Inocentes, también se ha recordado a todos aquellos niños, no nacidos, que sus madres condenan a muerte con el beneplácito de los gobernantes. Es espantoso observar el número de los sacrificados por la atrocidad del aborto. Tenemos que ser los defensores de quienes no pueden defenderse y rogar a Dios por todos ellos.
Pablo Delgado Escolar
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Respuesta de
Manuela Carmena
Leo en el periódico del 27 de diciembre de los corrientes una columna del periodista M. Martín Ferrand que incluye una cita mía, que no asumo como tal, y respecto a la que me veo obligada a efectuar una serie de precisiones.
Creo recordar que hace aproximadamente unos 25 años, un periodista, de quien ni tan siquiera recuerdo el nombre, me hizo una entrevista en la que consignó, en mi criterio fuera del contexto, una frase probablemente parecida a la que recoge ahora el señor M. Martín Ferrand respecto a la que ya hice, en aquel momento, las aclaraciones necesarias.
En todo caso la justicia de la que yo hablaba en aquella entrevista nada tiene que ver con la actual. En aquellos momentos algunos jueces, secretarios y abogados denunciábamos los pagos ilegales y las corruptelas que estaban generalizadas en todas las oficinas judiciales, (que llegaron a bautizar a la plaza Castilla como la plaza de la astilla) y que facilitaban entre otras cosas que los jueces y magistrados no estuvieran presentes en las declaraciones de los juicios civiles, que los propios suspensos y quebrados designaran sus interventores y comisarios, que las subastas judiciales estuvieran amañadas y que hasta en muchos casos las libertades se compraran.
Afortunadamente, hoy día todo esto ha desaparecido. No sólo los jueces y magistrados hemos asumido de forma generalizada el hacer por nosotros mismos todo lo que la ley exige. No creo que en este momento ningún juez o magistrado permita que sean los oficiales o los auxiliares quienes, como pasaba antes, oigan las declaraciones de las partes y los testigos en los juicios civiles, porque entre otras razones las obligatorias grabaciones en dvd ha hecho esto absolutamente imposible.
Ahora los jueces y magistrados que si hacemos todo lo que debemos nos encontramos con un nivel de trabajo absolutamente abrumador e inabarcable, debido fundamentalmente a que a pesar de que tanto se ha hablado sobre la modernización de la justicia, ni los diferentes ejecutivos, ni nuestros propios gobiernos judiciales, ni tampoco nosotros mismos como colectivo, hemos sido capaces de realizar esa necesaria modernización de las estructuras judiciales. Estas estructuras, que eran las que las que convenían a aquella justicia de la que nos avergonzábamos y que fuimos capaces de cambiar han quedado como un lastre absolutamente entorpecedor para que ahora podamos hacer bien nuestro trabajo.
Escribo estas líneas, no tanto por mi propia consideración, sino sobre todo porque en estos momentos, en los que es ya absolutamente inaplazable la modernización de la justicia, es necesario evitar malentendidos gratuitos que puedan ahondar más la brecha entre los jueces y la sociedad. La sociedad tiene que identificarse con sus jueces y nosotros, los jueces y magistrados, tenemos que identificarnos con nuestra sociedad a la que servimos.
Manuela Carmena Castrillo
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Decoración navideña
Este año la mayoría de los balcones han sido adornados en nuestras calles y plazas con motivos realmente navideños. En Sevilla se puede constatar que la imagen del Niño Jesús ha sustituido de forma sensible a la figurita de Papá Noel, que en las últimas navidades destacó como moda decorativa en muchos hogares cristianos. La decoración es un aspecto externo y no profundo de la vivencia cristiana de la Navidad, pero no hay que descuidarlo.
Santiago-César González Alba
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Siempre recordado
El pasado 26 de diciembre me emocioné profundamente leyendo la carta de Delia de Toro sobre José utrera Molina en este periódico. Delia y los Utrera formaban parte de mi grupo de amigos en los primeros setenta, bien que ellos fueran aún adolescentes y un servidor perteneciera en aquel entonces a la primera juventud. Hago mías todas y cada una de las bellas palabras de Delia. Pero además, como profesor de Historia, voy a añadir algo más. Un rencor pasajero podrá intentar hacer feos a Pepe Utrera. Sólo arrojará baldón a quienes lo promueven. Como dijo Cicerón la Historia es testigo de la verdad y memoria del pasado. Sus insignificantes detractores no pueden suprimir todas las realizaciones que Utrera Molina hizo en los cargos provinciales que desempeñó en Málaga, Ciudad Real, Burgos y Sevilla, ni tampoco sus actos a nivel nacional en la Subsecretaría de Trabajo, Ministerio de la Vivienda y Secretaría General el Movimiento. Dentro de muchos años Pepe Utrera será más recordado que sus ínfimos enemigos actuales en Sevilla y Málaga.
Enhorabuena por tu carta, Delia. Sigues conservando tu extraordinaria gentileza pese a que haga veintiocho años que no te veo.
Enhorabuena, Pepe Utrera, por ser paradigma de políticos cristianos, ejemplo de patriotas y espejo de caballeros.
Gonzalo Fernández Hernández
Valencia