Pocas veces se ha visto al público de Roland Garros tan feliz por una derrota, la de Nadal. Curiosamente, y a pesar del «fair play» y de las palabras de cariño que el español siempre ha tenido para este torneo y su gente, las gradas llevan años deseando verle perder. Es algo que se ha notado desde el principio del torneo. Cada punto que ganaba un rival de Rafa, fuese quien fuese, era jaleado como una victoria por las gradas, lo mismo que los fallos del español.
Lo que más se ha oído en las gradas en los partidos de Rafa han sido dos cosas: «Allez Roger» (por Federer) y el nombre del rival de turno. Tanto, que el español, cansado y hastiado tras la derrota, comentó al respecto que «cuando vuelvo al vestuario después de los partidos ya me sé el nombre de los rivales de memoria».
El asunto llegó a tal grado que en el partido entre Paul Henri Mathieu, francés, y Roger Federer, suizo, no es que la gente estuviera dividida en sus preferencias, es que animaban más a Federer porque veían que era el único que le podía hacer frente al tenista español.


