Antony & The Johnsons, entre la intensidad y la complicidad en el Price
Antony Hegarty, al piano, durante el concierto de anoche en el Teatro Circo Pirce de Madrid /IGNACIO GIL
Actualizado MiƩrcoles, 08-07-09 a las 10:18
No es fÔcil definir la música que despliega Antony Hegarty acompañado de su banda. Tiene algo de ritual, de místico, de misa profana. Incluso se asemeja al gospel, pero de lo que se trata no es de cantar las bondades celestiales, sino de adorar al amor, ya sea al familiar, amistoso o el de toda la vida. El público, ademÔs, participa en la ceremonia con recogimiento, silencio sepulcral, y deleite casi espiritual. Es lo que tiene haberse convertido en uno de los personajes mÔs venerados de la modernidad.
Sin embargo, anoche el britĆ”nico adoptado por Nueva York estuvo mĆ”s relajado que de costumbre. Era la segunda vez que aparecĆ­a por Madrid en poco tiempo, y debió de pensar que mĆ”s de uno y dos ya habrĆ­an asistido a su concierto en mayo, y, con el precio que estaban las entradas en ambas ocasiones, tampoco era plan repetir repertorio. AdemĆ”s, estĆ”n en la recta final de su gira europea y habĆ­a que celebrarlo –esto sĆ­ lo dijo—. AsĆ­ que hacia la mitad del concierto decidió que era el momento de abrir la caja de las sorpresas. Entre ellas, hubo un adelanto de su próximo disco, una canción titulada Ā«Christina’s farmĀ», una historia bucólica-pastoril que nos muestra que el camino futuro sigue estando marcado por la sobriedad.
El resto de las novedades consistieron en temas que, segĆŗn el propio Antony, hacĆ­a mucho tiempo que no tocaban en directo, como Ā«Paddy’s goneĀ», que ademĆ”s requerĆ­a la intervención de toda la banda en forma de coros, por lo que tampoco se podĆ­a improvisar asĆ­ como asĆ­. TambiĆ©n hubo una versión de Bob Dylan, Ā«I was young when I left homeĀ».
Se mostró comunicativo el cantante, pero ello sin menoscabo de esa sobriedad antes citada. Los mĆŗsicos vestĆ­an chaqueta y corbata, al estilo Madredeus, menos la chica, claro, y el protagonista, con una especie de batĆ­n gris marengo (pero esta descripción responde mĆ”s bien a la ignorancia en esas cuestiones del que esto firma). El Teatro Circo Price ofrecĆ­a un entorno melodramĆ”tico ideal para la representación, entre minimalista y colorista. Ā«The crying lightĀ» era el disco que venĆ­a a presentar y el tema que le da tĆ­tulo fue el que dio inicio al espectĆ”culo. Antes intervino Russian Red de telonera, otra mujer capaz de transmitir una buena carga de emociones con la voz –no tantas como Antony, claro— y una bailarina con una performance un tanto absurda.

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