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Actualizado Lunes, 03-08-09 a las 19:15
Todo pundonor, Rafa Gordillo fue uno de los mejores carrileros izquierdos del fútbol español. Con una zurda privilegiada, sus centros desde la banda llevaban constante peligro a la portería contraria. Con una técnica depurada, una gran habilidad para el regate y una velocidad extraordinaria, apuraba hasta la línea de fondo para mandar ese centro medido para que el delantero rematara a gol.
Rafael Gordillo Vázquez nació un 24 de febrero de 1957, en la localidad extremeña de Almendralejo. Se crío en el humilde barrio sevillano del polígono de San Pablo. Sus cualidades en el campo provocaron que se fijaran pronto en él. Así fue como recaló en 1972 en las categorías inferiores del Real Betis Balompié.
El 30 de enero de 1977, y de la mano de Julio Cardeñosa, se produce el debut con el conjunto verdiblanco en un partido contra el Burgos. En el club sevillano permanece durante ocho temporadas (76/77 – 84/85) en las que juega 237 partidos de liga y marca 18 goles.
La oportunidad de jugar con España le llegó un 29 de marzo de 1978. Fue en un partido contra Noruega y de la mano del seleccionador Ladislao Kubala, en el que 'La Roja' venció a los escandinavos por 3-0. Después de aquel encuentro llegaron 74 más. Participó además en dos mundiales (España'82 y México'86) y tres Eurocopas (1980, 1984 y 1988).
En 1985 Ramón Mendoza se llevó a Gordillo al Madrid. El traspaso costó 125 millones de pesetas, poco más de 750 mil euros -125 veces menos de los que ha costado hoy Cristiano Ronaldo-. En el conjunto blanco llegó para triunfar, y lo hizo junto a la famosa “quinta del buitre”. Además fue el sucesor de José Antonio Camacho, haciéndose el dueño y señor de la banda en el club de Chamartín.
Con la camiseta blanca disputó 182 partidos de liga, en los que anotó 20 goles, y cosechó sus mayores éxitos deportivos. Ganó cinco Ligas, todas de forma consecutiva (1986, 1987, 1988, 1989 y 1990), una Copa de la UEFA (1986), tres Supercopas de España (1988, 1989 y 1990) y, en 1989, una de las dos Copas del Rey que posee -la otra la conquistó en 1977, aún en las filas del conjunto verdiblanco-.
En 1992, y ya en el ocaso de su carrera, volvió al Betis para ayudarlo a subir a primera división. En 1995 fichó por el Écija Balompié, donde jugó dos temporadas, las últimas como jugador profesional.
Tras su retirada estuvo ligado al club de sus amores, el Real Betis, formando parte de la secretaría técnica y actuando como delegado del equipo. Actualmente es directivo del Écija. Además juega en la Liga Nacional de Fútbol Indoor con el conjunto verdiblanco, y ha colaborado con algunos medios como comentarista deportivo.
Ahora, cuando aparece en los medios lo hace con una carpeta bajo el brazo, desempeñando su labor de directivo -recientemente se le pudo ver en la multitudinaria manifestación de la afición verdiblanca pidiendo la marcha de Lopera-. Pero la imagen con la que permanecerá en nuestra memoria es correteando el terreno de juego con las medias bajadas, y con una carrera tan irregular como inagotable.
Fue esa entrega, esa constancia y ese carisma que tenía tanto dentro como fuera del campo lo que hizo despertar pronto el cariño de la afición. Tanto lo han querido y lo quieren en el Betis que aún le cantan aquello de “¡ponte las botas, Gordillo ponte las botas!”.






