«Nunca he tenido problemas para adaptarme en ningún club», dijo el jugador
Las últimas horas de la vida de Xabi Alonso han discurrido con celeridad. Con altibajos. Robando horas de sueño al reloj y atrapado en una carrera contra el crono entre trenes y aviones. Cuando el lunes llegó el fax del Real Madrid asumiendo el traspaso, Xabi Alonso cambió de rumbo. Se bajó del autobús que llevaba al Liverpool al aeropuerto y compró un billete de tren para llegar hasta Londres.
Allí pasó la noche. Y a primera hora de la mañana se subió a un avión con destino a Madrid. Llegó pasadas las diez de la mañana. Con retraso, pero con tiempo para pasar el reconocimiento médico, que se alargó por espacio de más de dos horas. Luego pasó por el hotel para descansar antes del acudir a Valdebebas para participar en el primer entrenamiento blanco.
Mientras, en el club, su representante, Iñaki Ibáñez, ultimaba su contrato. Finalmente se ha comprometido para los próximos cinco años a cambio de unos ocho millones brutos por temporada. Respiró cuando tuvo noticias del desenlace.
A paso ligero se subió al coche para conocer su nuevo centro de trabajo, Valdebebas. Llegó cuando sus compañeros ya estaban sobre el césped y fue recibido entre aplausos. Otra subida de adrenalina. Sin parar, y casi sudando, rescató de la taquilla el traje para acudir al penúltimo trámite oficial del día. La firma del contrato y la rueda de prensa oficial en el Santiago Bernabéu.
Pasadas las nueve y veinte de la noche se sentó ante los periodistas. Ya estaba todo hecho. En sus primeras reflexiones dejó mensajes trasparentes, acorde a la serenidad que atesora. «Tiempo atrás tomé la determinación de buscar la salida y con el Real Madrid se presentó la oportunidad. Así se lo hice saber al Liverpool y el proceso no ha sido fácil. Mi relación con Rafa Benítez ha sido cordial y profesional. ¿Adaptación? Nunca he tenido problemas para adaptarme a ningún equipo».

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