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Las joyas de la corona de la ESCAC
Roser Aguilar
Nació en Barcelona en 1971 y se graduó en Dirección de Cine en la primera promoción de la ESCAC. Obtiene varios premios. «Lo mejor de mi», su filme debut, fue Boccalino D'Oro a la Mejor Película del festival de Locarno.
Mar Coll
Nació en Barcelona en 1981. En la ESCAC se gradúa en Dirección. Su corto «La última polaroid» viaja a varios festivales. Su primer largo, «Tres días con la familia», ha sido la revelación del último Festival de Málaga.
Actualizado Viernes, 07-08-09 a las 13:59
La ESCAC (Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña) lleva 15 años formando futuros talentos del cine español. El éxito de los primeros largometrajes fruto de su cosecha es la prueba definitiva de que su fórmula funciona.
Andy Warhol lo llamaba «Factory» y en el tricampeón Barça prefieren definirlo como «Masía». En ambos casos se trata de un laboratorio de ideas, germen de talento o probeta de ingenio que debe ser regada con los ingredientes adecuados para que la fórmula no resulte errónea. Un error que, en el caso del cine español, puede magnificarse hasta extremos dignos del mejor guión de terror y ciencia ficción, dado que los ánimos andan bastante (des)templados en el séptimo arte patrio.
Pero hay un reducto ubicado en Terrasa (Barcelona) que presume de albergar las esencias más codiciadas del talento en el cine español, la ESCAC. Emulando a la factoría warholiana y respetando con devoción el buen hacer deportivo de sus vecinos culés, la escuela que actualmente dirige Josep Maixench es la fuente de los más recientes éxitos del cine español, al menos de aquél que se escribe con letras minúsculas en lo que a cifras se refiere pero con grandes letreros si hablamos de críticas y calidad.
«Entras en la escuela adolescente y casi con novia, después te enamoras y cuando sales lo haces sin pareja, amigos ni familia». Es el espíritu de la ESCAC definido por su director, responsable último de que la plena dedicación que exige la escuela de resultado. Maixench tiene claro que de cada cien alumnos (actualmente hay 310 matriculados a lo largo de los cuatro cursos que comprende la licenciatura) sólo uno saldrá en las primeras páginas de los periódicos. «En este país todo el mundo quiere ser director, lo cual es comprensible pero no lógico. El alumno tiene muy claro que se sumerge en una escuela en la que el tronco principal es la práctica, donde se le permite fallar pero también se le corrige». Y es que «cualquier artista es un yo en potencia, pero intentamos luchar contra eso trabajando constantemente en equipo».
El universo ESCACUn equipo que termina siendo la pequeña gran familia de todo el que se sumerge en el universo ESCAC. Así lo experimentó en su momento Juan Antonio Bayona, precursor de una generación de cineastas que responde a un mismo sello cinematográfico «profundamente narrativo, con una imagen muy cuidada en la que no hay nada superficial», según explica Maixench. Explicación que también defienden las dos potenciales sucesoras de Bayona en el «Olimpo» de éxitos de la ESCAC, Roser Aguilar y Mar Coll. La primera estrenó el pasado año «Lo mejor de mí» con inmejorables críticas, mientras que la segunda ha sido la gran triunfadora del último Festival de Málaga gracias a su ópera prima «Tres días con la familia», que aún está en cartel. Ambos proyectos salen del feliz nexo de comunión entre la escuela y Escándalo Films, productora que se encarga de «que los estudios conecten con la industria. Aunque es una productora privada, está formada por ex alumnos y nuestro objetivo es que sea un laboratorio de talentos», cuenta Maixench.
La fórmula es sencilla: prácticas, exigencia y confianza. «El cine es el difícil equilibrio entre la industria y la creatividad artística -cuenta una entusiasta Roser Aguilar-. Desde el momento en el que entras en la escuela (ahora tiene 37 años, aunque coincidió con Bayona en la primera promoción del año 94) te dejan muy claro que hay que hacer películas pensando en el espectador. Cuando estás estudiando te sumerges en una burbuja, pero al salir es otra cosa, te das de bruces contra una realidad para la que tienes que estar preparado». Y la ESCAC se encarga de dejárselo claro a todo el que pasa por sus aulas, aventajados alumnos conscientes de lo escarpado del camino elegido. «Siempre fuimos muy exigentes con nosotros mismos, pero los profesores incidían en que no nos pusiéramos barreras, querían que siempre cogiéramos el camino del riesgo», explica Mar Coll.
Pero el que no arriesga no gana, y está claro que estas dos directoras (el género de ambas, como apunta Mar, «es una maravillosa y espectacular causalidad») hicieron muy bien en aplicar la fórmula ESCAC. Fórmula que ahora ellas se afanan en trasladar a alumnos (la mayor parte de profesores son ex pupilos de la escuela) como Kike Maíllo y Elena Trapé. Maíllo comenzará a rodar a finales de año su primer largo, un melodrama de ciencia ficción llamado «Eva» protagonizado por Daniel Brühl, mientras que «Blog», la película de Trapé, echará a andar en agosto. Ambos quieren dejar claro que sus proyectos serán muy diferentes, pues aunque haya un sello ESCAC, «la escuela no se especializa en hacer películas intimistas y personales. Lo que se intenta enseñar es que hay una técnica propia de contar».
Historias que, en el caso de este laboratorio de ideas cinematográficas, tienen una clara factura visual (no obstante, la fotografía es una de las joyas de la corona). Una huella que en los próximos años, y según advertencia de su director, veremos en la gran pantalla de la mano de Javier Ruiz, Guillem Morales, Sergi Pérez o Luis Segura, integrantes de la próxima hornada de talentos de la masía del cine español.


