Actualizado Miércoles, 12-08-09 a las 12:54
"¡Qué envidia, pisha!", solía decirme Emilio Morenatti cuando ABC me mandaba a Palestina o cuando me ofrecieron en 2002 la corresponsalía en Rabat. Ojo finísimo –memorables instantáneas en la Maestranza- y pasión desmedida por la fotografía. Sevilla, adonde llegó desde Jerez al olor de la Expo 92, se le quedaba pequeña.
La agencia Efe lo enviaba de vez en cuando al extranjero, pero pasaban los años y se sentía enclaustrado. Mucha rueda de prensa y mucho "pesebre" oficial. Una de las últimas veces que la agencia española paseó su nombre por miles de publicaciones fue en 2003 con la famosa foto de la todavía periodista Letizia Ortiz cubierta con pañuelo bajo una gran lámpara durante su breve estancia en el sur de Irak.
Faltaba poco para que uno de los capos de Associated Press, Santiago Lyon, le hiciera una oferta que bien valió irse de Efe. Un fichaje en toda regla, como los del fútbol que tantas veces ha fotografiado. El tiempo le ha dado la razón. La proyección de Morenatti se disparó. De su refugio en la calle Castilla (Barrio de Triana), al mundo. Primero, desde febrero de 2004, en el Afganistán de los burcas y los talibanes. Y después, en el teatro mediático más grande del mundo: el conflicto palestino-israelí. Lejos, muy lejos del Palacio de San Telmo de Manuel Chaves.
Pero su ambición parece no tener límites y África sigue en su punto de mira. Ese continente que tan cerca ha tenido pero que sólo ha saboreado de pasada. Un proyecto humanitario en Malawi, sus retiros en Marruecos o su particular rally Sevilla-San Luis de Senegal-Sevilla en un par de semanas. Siempre ha prometido volver y, si es posible, quedarse una temporada.
Hablamos por teléfono por última vez a finales de septiembre. Me llamó con otro colega mientras se mojaban por dentro en la noche de Jerusalén. Yo cruzaba de Guinea Bissau a Senegal. Aun estando donde está, se le pusieron los dientes largos. "¡África, qué envidia, pisha!".
