Ganó el equipo blanquiazul, el bueno, ayer de amarillo «perico». Lección de fútbol del Español en Riazor, con un juego práctico, colectivo, rápido, en ataque y al contragolpe, mucho más ambicioso que el Deportivo, que se sintió como invitado en una fiesta ajena. Mala imagen de los coruñeses, que no supieron jugar hasta que el 1-3 del marcador hizo relajarse a la muchachada de Pochettino.
El Español tenía el balón, y el Depor corría tras él como alma que lleva el diablo, pero sin sentido. El empate en el marcador fue un mero espejismo en el desierto coruñés, porque el Español se encontró en todo momento muy cómodo en el campo y tenía cogida la posición a la zaga deportivista.
La racanería deportivista incluso tuvo premio, cuando Lassad pinchó un balón muerto en una jugada de rebotes en el área de Kameni para acortar distancias (2-3). La tensión españolista hizo lo demás, regalándole el balón a los locales, pero llevándose los tres puntos al final.